Los magos de Hitler. Jesus Hernandez
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Esa atracción o curiosidad que sentía por las artes adivinatorias queda acreditada con el examen de parte de su biblioteca personal, que se conserva en la Biblioteca del Congreso en Washington. Entre los mil doscientos volúmenes que allí se conservan —de los más de dieciséis mil que componían, según se cree, su biblioteca privada—, pueden encontrarse títulos como Magia: Historia, teoría y práctica, en el que Hitler subrayó, por ejemplo, esta inquietante afirmación: «Aquel que no alberga en su interior estados diabólicos, jamás dará a luz un nuevo mundo». Ese interés por lo esotérico quedaría demostrado por el hecho de que entre los títulos que se llevó consigo al búnker en el que acabaría suicidándose se encontraban Las profecías de Nostradamus y ¡Los muertos viven! Pruebas irrefutables.
Pero, aunque Hitler mostraba una inconfesada curiosidad por la astrología y la videncia, estaba muy lejos de llegar al extremo de contar con un astrólogo personal que le orientase sobre el momento más propicio para tomar una determinada decisión. Hoffmann, en sus memorias, descarta por completo esa posibilidad: «He oído contar, después de 1945, con los detalles más precisos la historia de su astrólogo personal y no puedo por menos que felicitar a ese ‘‘testigo’’ por su exuberante imaginación».
Así pues, no existe constancia de que Hitler llegase a contar en algún momento con un astrólogo o vidente personal que le orientase en su toma de decisiones, aunque tampoco consta que mostrase su oposición a que se utilizasen adivinos para el esfuerzo de guerra, incluso después de que él mismo decretase la Aktion Hess. No obstante, si hubo un mago del que existe la posibilidad de que hubiera podido llegar a tener algún ascendiente sobre él, ese candidato sería un enigmático personaje que sufrió también la contradictoria actitud de los nazis hacia los adivinos: Erik Jan Hanussen, el protagonista del siguiente capítulo.
1. Los tres grandes golpes de efecto ideados por Hitler antes de la segunda guerra mundial fueron llevados a cabo, efectivamente, en el mes de marzo: La remilitarización del Sarre (7 de marzo de 1936), la anexión de Austria (12 de marzo de 1938) y la ocupación completa de Che-coslovaquia (15 de marzo de 1939).
Capítulo II
El trágico precedente de Erik Jan Hanussen
La relación del Tercer Reich con la astrología y las artes adivinatorias, en la que se combinan el desprecio y la dependencia, resulta desconcertante, tal y como ha quedado apuntado en la introducción. Los jerarcas nazis, a la vez que consultarán a los videntes para que desentrañen el destino que les aguarda a ellos y al Reich, se dedicarán a reprimirlos con dureza. Algunos de ellos acabarán pagando con la vida su supuesta capacidad de vislumbrar el futuro.
Pero, nada más llegar los nazis al poder, ya se daría un funesto precedente, que señalaría el destino que le esperaba a los videntes bajo el nuevo régimen. Un judío vienés, Herschmann-Chaim Steinschneider, que tomaría el nombre artístico de Erik Jan Hanussen, acabaría siendo víctima de los mismos que lo habían intentado utilizar para sus propósitos.
El caso de Hanussen, no obstante, es muy diferente a los tratados en el presente libro. Los astrólogos y videntes que aquí serán referidos basaban su trabajo en técnicas y cálculos pretendidamente científicos, sin que mediasen supuestos poderes psíquicos. Convencidos de que los astros tienen una influencia decisiva en el destino de las personas, algunos pondrían todo su empeño en aplicar el método científico a la astrología para demostrarlo. Ellos se consideraban a sí mismos hombres de ciencia y no querían ser confundidos con los que únicamente querían aprovecharse de la credulidad de la gente.
En cambio, había adivinos que decían poseer la capacidad de ver el futuro y que protagonizaban actuaciones en teatros y locales. Practicaban el arte del mentalismo; utilizando la agilidad mental, trucos de magia y técnicas de sugestión, lograban crear una ilusión de lectura y control de la mente, así como de clarividencia y precognición. De entre estos magos destacaría poderosamente la figura de Hanussen, quien poseía una habilidad extraordinaria para el mentalismo gracias a una memoria e intuición fuera de lo común. No obstante, Hanussen no se conformaría con ser un showman, sino que se atribuiría realmente poderes proféticos y telepáticos, lo que le llevó en muchas ocasiones a tener que defenderse de fundadas acusaciones de fraude.
Pero Hanussen se convertiría en un personaje célebre no sólo por sus habilidades como mentalista, sino por su supuesta relación con Hitler, una relación que ha dado pábulo a las más fantásticas especulaciones. Por ejemplo, alrededor de Hanussen se ha tejido el mito de que Hitler perfeccionó con él sus innatas dotes para la oratoria. A lo largo del tiempo, Hitler había pulido su técnica, sobre todo en lo que hacía referencia a la puesta en escena. En sus mítines, Hitler accedía a la tribuna y permanecía en silencio durante varios minutos, limitándose a pasear su mirada sobre la expectante multitud. El rumor de la masa se iba apagando poco a poco hasta que en la sala se hacía el más completo silencio. Aun así, Hitler se mantenía callado, con lo que la tensión aumentaba cada vez más. Finalmente, cuando Hitler lo consideraba oportuno, daba comienzo a su discurso en voz muy baja, casi inaudible, para ir creciendo en intensidad con el paso de los minutos, hasta llegar al clímax, en comunión perfecta con los enfervorizados asistentes. Para algunos, ese dominio casi hipnótico que Hitler ejercía sobre su audiencia le había sido enseñado por un auténtico experto en la materia, Hanussen, quien, desde el escenario, conseguía como nadie concitar y mantener la atención del público durante sus espectáculos.
Sin embargo, es altamente improbable que Hanussen enseñase estas técnicas a Hitler, y en todo caso, tal y como veremos, los encuentros que pudieron mantener se limitan en el tiempo a los años 1932 y 1933, a pesar de que algunas fuentes que se han demostrado erróneas, y que han servido para consolidar ese mito, remontan esa relación a algún momento indeterminado de los años veinte. La supuesta influencia de Hanussen sobre el futuro dictador, al resultar tan sugestiva no sólo por ser un mago sino además por ser judío, ha sido exagerada por autores sensacionalistas. Aun así, lo cierto es que, en la última fase de ascenso al poder de los nazis, el vidente tuvo un papel de importancia creciente, hasta que fue contemplado como una amenaza potencial dentro del mismo partido de Hitler
Su abrupto y trágico final impediría conocer la evolución de un personaje de quien resulta arriesgado extraer ninguna conclusión. Para algunos fue sólo un farsante, para otros un ilusionista con un gran sentido del espectáculo y hubo quienes estaban convencidos de que poseía realmente el don de la clarividencia; en cualquier caso, de lo que no hay ninguna duda es que Erik Jan Hanussen es uno de los personajes más enigmáticos y fascinantes del siglo xx.
ignorado por los historiadores
Reconstruir la vida de Hanussen se ha convertido para los historiadores en todo un reto. Las singulares características del personaje han hecho que pocas cosas sobre él se puedan dar como ciertas. Incluso su nombre puede ser encontrado bajo diversas formas: Herschmann, Hermann o Herschel.
Tras su muerte, los nazis se encargaron de borrar todas las pistas sobre él, destruyendo los documentos que hacían referencia a su persona. Pero fuera de Alemania también se produciría más tarde, durante la segunda guerra mundial, un sorprendente apagón informativo. En la década de 1930, las publicaciones norteamericanas más populares dedicaban páginas al «adivino judío de Hitler», en forma de revelaciones sensacionales o de novela por entregas, convirtiendo a Hanussen en un personaje de la cultura popular norteamericana.
En 1942, un estudio de Hollywood estaba incluso preparando una película sobre él. Pero a partir de septiembre de ese año, el nombre de Hanussen desaparecería por completo de la escena. Al parecer, el hecho de que un judío hubiera estado conectado