Los magos de Hitler. Jesus Hernandez

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Los magos de Hitler - Jesus Hernandez General

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de hierro y romper cadenas sólo con sus brazos o arrastrar pesados carruajes tirando de una cadena atada a su pecho. Cada exhibición era más espectacular que la anterior y parecía no haber límite a su poderío; así, Breitbart sería capaz de sostener un automóvil con diez pasajeros sobre sus espaldas, levantar una cría de elefante o arrastrar una locomotora con una cadena sujeta entre los dientes. Para los judíos europeos, Breitbart, quien solía pronunciar alegatos sionistas en yidis, era todo un héroe. Por entonces, los judíos eran considerados débiles, por lo que aquel forzudo era un espejo en el que todos ellos deseaban mirarse. El «Sansón polaco» pasaría a encarnar la fuerza, determinación y perseverancia de los judíos.

      Hanussen no tuvo otro remedio que aceptar un papel secundario en los espectáculos del teatro Ronacher, en los que Breitbart, presentado como «el hombre más fuerte del mundo», era la gran atracción. Pero al mago, gran observador, no se le escaparon algunos detalles de las actuaciones del forzudo polaco. En efecto, aunque era innegable su fuerza, Breitbart empleaba algunas artimañas en sus exhibiciones para conseguir el fin deseado.

      El mago decidió emplear trucos similares en su actuación; así, convenció a una judía desempleada de tan sólo diecinueve años, Martha Kohn, para que participase en su número. La muchacha, con el nombre artístico de Martha Farra, debía hacer las veces de una médium que, hipnotizada por Hanussen, adquiría una fuerza sobrehumana que le permitía ejecutar heroicidades como las protagonizadas por el forzudo polaco.

      Pero Martha Farra no llegaría a debutar en el teatro Ronacher. Cuando Breitbart tuvo conocimiento de que iba a tener lugar ese número, en el que una chica de diecinueve años iba a doblar barras de hierro igual que hacía él, con el consiguiente riesgo de que se descubriese el fraude, montó en cólera y amenazó violentamente al adivino.

      Hanussen creyó llegado el momento de romper con el Ronacher y se ofreció al teatro Apolo, que aceptó encantado. El número de Martha Farra fue anunciado por toda la ciudad y el día anterior a su debut, que iba a tener lugar el 1 de febrero de 1924, mantuvo un encuentro con la prensa, en el que ella hizo una pequeña exhibición de sus «poderes». Hanussen había entrenado a Martha en las habilidades de los faquires, como la de tumbarse en una cama de clavos, y la joven lo hizo delante de los periodistas a la perfección. Los periódicos vieneses hicieron aumentar aún más la expectación por contemplar por primera vez a la competidora del forzudo polaco. El Apolo tuvo que colgar el cartel de agotadas las localidades.

      Con lo que no contaba Hanussen era que los seguidores de Breitbart se movilizarían para boicotear la actuación de la mujer forzuda. Así, cuando el mago pidió que subieran voluntarios al escenario para comprobar la fuerza de Martha, éstos subieron y provocaron un violento altercado que obligó a suspender la función. Los incidentes se reprodujeron a la salida, llegando a intervenir la policía montada a caballo.

      El boicot de los admiradores del «Sansón polaco» provocó que aumentase todavía más la expectación por ver a Martha Farra. Tras reforzar las medidas de seguridad, las funciones pudieron representarse, aunque los alborotadores continuaron acudiendo puntualmente a la cita. Hanussen tuvo la idea de proponer un duelo público de exhibiciones de fuerza entre Martha y Breitbart, lo que éste interpretó como una intolerable provocación. Los abogados del polaco acabaron demandando a Hanussen; el mago contratacó demandando a Breitbart. Ambos tuvieron que comparecer ante un tribunal el 23 de febrero. Pero la demanda coincidió sospechosamente con una petición de expulsión para Hanussen por unos hechos que se remontaban a 1913. El mago estaba acusado de conducta inmoral, fraude y chantaje. Finalmente, el juez tomó una decisión salomónica, condenando al polaco a una multa de 250.000 coronas y a Hanussen a ser expulsado de Austria durante diez años.

      El mago se trasladó entonces a Praga, junto a Martha Farra. Actuaron durante dos meses en el teatro Divadlo. En junio recibieron una oferta de Budapest y acudieron a la capital húngara. Pero allí se confirmó que, desde que había regresado de su gira, Hanussen no tenía la suerte de su parte; Martha se enamoró de un artista húngaro cuyo nombre artístico era «Mister Rex». Ambos huyeron al norte del país, donde actuarían formando un dúo. Hanussen les denunció por haberse llevado consigo el material que ella utilizaba en sus

      actuaciones; el juez le acabaría dando la razón y el mago lo pudo recuperar.

      Para el adivino, las calamidades parecían no tener fin. El arzobispo de Budapest declaró blasfemas las actuaciones de Hanussen, después de que hubiera hipnotizado a un voluntario, haciéndole creer que era Jesucristo en la cruz. Fue durante su estancia en la capital húngara cuando Hanussen conoció a una artista de circo de veintitrés años y de origen italobritánico, Rose Presl, a quien le propuso convertirse en la nueva Martha Farra. La joven aceptó y durante tres meses se dedicó a aprender los trucos de su predecesora. La relación entre ambos sería enfermiza; Rose era inestable emocionalmente

      y enseguida cayó en las redes del mago, sufriendo una fuerte dependencia psicológica. Eso posibilitó que Hanussen la llevase al límite de su resistencia, sometiéndola a auténticas torturas que luego se repetirían en el escenario.

      En septiembre de 1923, Martha Farra II hizo su debut en un teatro de la ciudad alemana de Breslau. Aunque la joven apenas pudo resistir la dureza de las pruebas a las que fue sometida, ya que resultó herida durante el número de la cama de clavos, el estreno fue un éxito. El difuso componente erótico del espectáculo, en el que la nueva Martha parecía ser una esclava sexual que obedecía ciegamente las órdenes de su señor, parecía excitar las pasiones más inconfesables del público.

      A partir de ahí se inició una gira de seis semanas que llevaría a la pareja por las principales ciudades alemanas, además de Bruselas. Quizás porque era la época de la inflación galopante en Alemania, Hanussen gastaba sus ganancias en cenas lujosas, ropa cara y mujeres de compañía, antes de que ese dinero perdiese rápidamente su valor. Por su parte, Martha dio muestras de su inestabilidad emocional, intentando en una ocasión cortarse las venas con unas tijeras.

      En noviembre de 1923, la pareja actuó en el circo Busch de Berlín, lo que suponía su consagración. Hanussen debió de leer en la prensa la noticia del intento fracasado de golpe de estado que Adolf Hitler y sus partidarios habían llevado a cabo en Múnich. Es seguro que en ese momento el clarividente mago no pudo vislumbrar que ese personaje resultaría determinante en su vida.

      Tras sus actuaciones en la capital germana, Hanussen y Martha continuaron su gira haciendo escala en la ciudad eslovaca de Bratislava y de ahí viajaron a Königsberg, en la Prusia oriental. Luego se dirigieron a Memel, una ciudad que había pertenecido a Alemania pero que, tras su derrota en la primera guerra mundial, había pasado a formar parte de Lituania. En Memel, el mago fue acusado de fraude por quien le había contratado; la policía decidió investigarle y acabó decretando su expulsión de Lituania, siendo el segundo país, después de Austria, en el que tendría vedada su entrada.

      la gira norteamericana

      En enero de 1924, Hanussen recibió una oferta para actuar en Nueva York, en el prestigioso teatro Hippodrome, para iniciar después una gira de ocho meses por otras ciudades norteamericanas. Es probable que sus problemas en Austria y Lituania, así como la hiperinflación que entonces azotaba Alemania, acabasen de convencer al mago de que lo mejor era cambiar de aires, así que se decidió a emprender una aventura al otro lado del Atlántico.

      Cartel anunciando la actuación de Marta Farra en el teatro Hippodrome de Nueva York.

      Pero, al llegar a Nueva York, Hanussen se encontró con una desagradable sorpresa. Un viejo conocido, Siegmund Breitbart, era en ese momento la estrella del Hippodrome. Los productores no consideraron adecuado incluir el número de Hanussen en el show que tenía como gran protagonista al «Sansón polaco», por lo que el mago y la mujer

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