La gerontología será feminista. Paula Danel

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La gerontología será feminista - Paula Danel Proyectos de investigación

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y configurativas, mostraba diferentes modos a través de los cuales las sociedades lidian con la transmisión cultural a la vez que organizan diferencialmente las relaciones generacionales y las interacciones entre ellas. Mead, postulaba en esa obra que las demandas de la juventud tienen alcance global y que, en la práctica, ello implicaba que las sociedades y las interacciones estuviesen orientadas hacia el futuro como expresión de un nuevo sistema de valores.

      Esta lectura del cambio social basado en la brecha generacional contribuyó a que los movimientos de acción colectiva de mujeres y de las disidencias sexuales potenciaran los discursos y representaciones de que las luchas de reconocimiento, reivindicación y reparación de derechos eran una empresa que quedaba en manos de lxs jóvenes. Así, la agenda de los feminismos se configuró en torno a las temáticas emancipatorias impulsadas por los movimientos juveniles.

      Esas reivindicaciones vinculadas a los usos no reproductivos de la sexualidad, la liberación de los mandatos patriarcales que equiparaban el lugar de lo femenino a la esfera privada y el reconocimiento al derecho de decidir sobre el propio cuerpo, presentificaron en el discurso social la lucha de las mujeres jóvenes, pero dejaron en un cono de sombras las necesidades emancipatorias de las mujeres mayores. Por otra parte, la atribución instituyente a la juventud obturó la posibilidad de reconocer el modo en que los propios procesos de transmisión intergeneracional efectuados por las madres y abuelas, habilitaron las posibilidades de reconocimiento de las situaciones de opresión del universo femenino.

      Por el lado de la gerontología, la cuestión de las diferencias de género fue tratada durante décadas como una mera categoría biológica-demográfica, en tanto que se limitaba a describir mediante las estadísticas las diferencias entre varones y mujeres. Por otra parte, la agenda gerontológica estableció algunas temáticas como prototípicas del envejecimiento femenino, naturalizando ciertas prácticas como propiamente femeninas, sin advertir que en realidad esas mujeres fueron producidas en/por el orden social heteropatriarcal.

      La menopausia, el nido vacío, el duelo frente a las transformaciones corporales, la soledad o la viudez fueron los temas preferidos de la gerontología social en relación a las mujeres. Temas que por otro lado servían para legitimar un modelo de familia, de modos deseables de realización de las mujeres y básicamente de reproducción de un modelo binario de sexo/género que reasignaba los sentidos de lo femenino a las prácticas de cuidado, al valor social de las mujeres para la reproducción biológica y moral de la unidad familiar y de lo social, el mundo privado como espacio de realización personal y la posesión de unos atributos emocionales-afectivos distintivos (generalmente valorados en forma negativa).

      Recién en la década de los ochenta del siglo pasado se registra en la Gerontología un diálogo con los movimientos sociales. Este diálogo dio inicio a los estudios de la Gerontología Crítica, campo nutrido con los aportes del feminismo y sus cruces con las reivindicaciones raciales. No obstante, el abordaje de sus investigaciones no modificó la matriz epistémica del campo gerontológico, hasta su encuentro con las posiciones más radicalizadas de los feminismos de las últimas dos décadas.

      Quizás en esa línea discontinua y progresiva de desarrollo de ambos campos de conocimiento podamos inscribir este libro. Quizás desde la dinámica socio-histórica que hemos descripto pueda capturarse el verdadero alcance y sentido del título: la gerontología será feminista.

      En los diferentes capítulos las autoras asumen con audacia el desafío de abordar los pendientes de este diálogo bifronte. Ellas se proponen intersectar vejez y género/género y vejez utilizando inteligentemente las herramientas teóricas de los feminismos para des-centrar y re-localizar desde otra perspectiva los modos de pensar a las mujeres mayores. Los textos que componen esta obra no hacen concesiones, incomodan, interpelan y sensibilizan. Supongo que la recepción de los textos encontrará su eco en las mismas mujeres mayores, quienes en no pocos casos o tópicos se verán obligadas a mirarse en un espejo que como en el cuento infantil responde lo que no se quiere escuchar o muestra lo que el punto de vista subjetiva prefiere distorsionar para no ver.

      El texto repone varias cuestiones que configuran el universo femenino y propone una discusión crítica valiosa e inteligente a la hora de generar planteos que obligan a pensar las prácticas sociales e institucionales con personas mayores. De hecho, cabe señalar la originalidad que implica proponernos repensar la cuestión de las políticas del cuidado, de la discapacidad en la vejez, de la experiencia de la disidencia lésbica que desafía los usos del cuerpo, que altera el orden del deseo y los mandatos de la realización femenina dentro del mundo de la familia; de la restitución de las ancestras al orden de la trasmisión del legado que demanda no sólo la reivindicación, sino la reparación y la re-creación de los universos de sentido de lo femenino.

      El texto pone en perspectiva y construye otro lugar interpretativo que pone en evidencia la capacidad de agencia de las mujeres mayores. Ello ocurre cuando ellas usan a su favor las mismas herramientas con las que las fabricó el orden social. La conversación, la circulación de la queja, la gestión de los secretos como modo de transmisión de lo no-decible (pero que se dice en voz baja), las emociones como recurso y herramienta de comprensión de lo vivido y la sororidad como posibilidad de reconocimiento de sí misma en experiencia de la otra mujer más allá de la edad o de la otra mujer mayor más allá de su diferencia genérica, son presentadas como posibilidades de una praxis feminista alterativa y alternativa en los modos de construir una vejez signada por el feminismo.

      El texto es generoso (lo que revela mucho acerca de la calidad humana de sus autoras) en múltiples sentidos. Abundan las ideas, las provocaciones y las aproximaciones críticas. Escasean las certezas, las clausuras y las prescripciones. Es un texto que se vuelve potente por los bordes e instersticios por los que navega y por los sutiles bardeos al orden patriarcal y al régimen de la heterosexualidad compulsiva. El texto devela compromiso vital e intelectual atravesado por la necesidad de de-construir y des-amordazar el potencial transformador de las mujeres que toman la palabra para sí, desde sí y con conciencia de sí para compartirla con lo colectivo.

      Comenzamos este prólogo hablando de cómo las palabras construyen sentidos y movilizan la acción de transformar el mundo de las relaciones sociales. Las palabras nominan, clasifican y movilizan pensamientos, sensaciones y acciones. Las palabras permiten que los humanos invistamos simbólicamente la realidad y con ellas construyamos identidades para las cosas y para nosotros en relación a ellas.

      Por eso un libro se dice en su título. Todo libro es reconocible por su título. Esa es la marca de identidad de una obra. En este caso, la identidad del texto se sostiene en los múltiples sentidos que su título evoca y provoca. ¿Qué quieren decir/nos las autoras cuando proponen: La Gerontología será feminista? ¿Se trata de una aspiración, de una utopía epistémica, de una declaración de principios (¿o de batalla?), de una promesa… ¿o un poco de todo eso? En cualquiera y en todos esos sentidos el título invita a su lectura (¡¡quizás también al espanto del machirulaje!!).

      Por mi parte, apuesto junto con las autoras a que:

      La Gerontología será feminista no sólo por la evidente feminización del envejecimiento, sino por la necesaria deconstrucción que el feminismo propone de los modos de tramar las relaciones y el orden social.

      Seguirá siendo cada vez más feminista, porque las jóvenes sesentistas son hoy las adultas mayores que trazaron su trayectoria luchando por liberarse de los mandatos y deseos impuestos sobre sus cuerpos y sus vidas.

      La gerontología será feminista en tanto proyecto político que aporte sus herramientas teóricas y de la militancia para encontrar en la interseccionalidad la posibilidad de comprender los múltiples estándares de la estigmatización que pesan sobre las mujeres mayores.

      La gerontología será feminista en tanto contribuya a deconstruir los imaginarios femeninos colonizados por la matriz heteronormativa patriarcal. La gerontología podrá

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