La gerontología será feminista. Paula Danel

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La gerontología será feminista - Paula Danel Proyectos de investigación

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somos personas que construimos nuestra identidad cuestionando los sentidos que otorga la cultura dominante a la genitalidad (1).

      El aporte que significa la construcción de las identidades disidentes pone en tensión el binarismo y las visibiliza como identidad política. Es un claro aporte que problematiza la intersección de identidades de forma clara y contundente:

      Con esto queremos señalar que, la edad transversaliza a todas las identidades, produce efectos diferenciales que son producto del orden de género que instaura el patriarcado y que es parte del pacto colonizador y neoliberal.

      Es decir, la vejez de las mujeres se lee en clave de género.

      Tomando en cuenta el momento actual de producción teórica y los debates desde la militancia de género, destacamos que algunas autoras, (Bidaseca, 2018) señalan que se encuentra en desarrollo la cuarta ola del feminismo, descrita como un movimiento epistémico que habilita la emergencia de un sujeto político descentrado, ya puesto de manifiesto por epistemologías queer y trans.

      Es claro que más allá del consenso existente para definir el momento actual, las diferentes voces feministas interpelan los saberes sobre los cuerpos, las identidades esencializadas, los procesos identificatorios unidireccionales, la subjetividades patologizadas, las disidencias. Podría decirse que en el desarrollo epistémico actual se instala la idea de disidencia, corriéndose, alejándose de la liberal identificación de diversidades.

      Aquí la pregunta entonces gira alrededor de ¿cómo conectar los aportes que han sido reveladores del impacto social de la edad incorporando un aspecto tan estructural como el género: ser mujer y vieja en determinados contextos?

      ¿Qué vacancias produjo el debate feminista en torno a las personas mayores? ¿El estudio de la vejez de las mujeres, en qué medida contribuye a los estudios de género?

      Ciertamente, la agenda de género ha dejado un espacio sin enunciación en relación a las mujeres en edades pos reproductivas. ¿Pero esa vacancia tiene que ver con una concepción monolítica de la vejez y de las mujeres?

      La interseccionalidad constituye un aporte para pensar en las mayores en sus múltiples posicionamientos, con sus trayectorias vitales diversas y con procesos de adscripción identitaria de intensidad variable. ¿Contamos con desarrollos teóricos que nos permitan explicar la heterogeneidad en las formas de envejecer? ¿Los modos desiguales de acceder a bienes materiales y simbólicos, aparecen en nuestras producciones gerontológicas dando cuenta de las desigualdades que viven las mujeres a lo largo de todo el curso vital?

      Desde los estudios dentro del campo de la edad, encontramos que Moody comenta la existencia de:

      ...una extraña tentación estructuralista ha conducido en forma reiterada a la cosificación (reification) del tiempo vivido y un abandono del tiempo histórico hacia una sucesión atemporal de etapas de la vida. (González, J. G. H,1993 :7).

      Pues entonces, en la búsqueda desde los estudios de género y las epistemologías feministas asumimos junto a Scott que:

      género sigue siendo útil sólo si va más allá de este enfoque, si se toma como una invitación a pensar de manera crítica sobre cómo los significados de los cuerpos sexuados se producen en relación el uno con el otro, y cómo estos significados se despliegan y cambian. El énfasis debería ponerse no en los roles asignados a las mujeres y a los hombres, sino a la construcción de la diferencia sexual en sí. (Scott, 2010: 9)

      Y en ese sentido, nos preguntamos desde estas ideas de género, desde estas búsquedas de los significados de los cuerpos sexuados ¿Qué producciones la gerontología ha producido en clave disruptiva? ¿La gerontología hizo propio el debate de descentramientos binario? ¿Las y los mayores han sido mirados en su modo singular de autopercibirse? ¿Las diferencias sexuales y las relaciones asimétricas que el patriarcado y el capitalismo producen, han sido impugnadas desde la gerontología?

      Arber y Ginn (1996) nos alertaban en su propicio libro “Relación entre género y envejecimiento” que es necesario considerar el género como base fundamental de la organización social, en la definición del status de las mujeres y los hombres al envejecer, de sus relaciones de poder y su bienestar. Es decir colocar el género en clave de estructuración al igual que la edad, la clase y la etnia.

      Por su parte, Moody (1988) afirma que la gerontología resulta un ensamblaje multidisciplinario de esquemas explicativos, en el que cada uno invoca términos teóricos que no se mueven dentro del mismo universo conceptual. La gerontología como disciplina se instala en un espacio liminar, de producción múltiple por lo que de acuerdo al mismo autor, es necesario un enfoque crítico que supere el estancamiento de la teoría gerontológica.

      La Gerontología Crítica plantea que los constructos filosóficos y científicos surgen y sirven para recrear el variado ambiente socio-histórico y son, de algún modo, simples extensiones del conocimiento popular. En tanto y en cuanto los científicos sociales comparten el mismo horizonte pre-reflexivo, que sirve como soporte simbólico y material del mundo social que pretenden estudiar, esta perspectiva va a sostener la influencia (e influjo) de las creencias, los valores epocales, los significados contextuales y la cosmovisión de una sociedad dada, en las construcciones conceptuales que estos elaboren para describir y explicar el envejecimiento y la vejez. (Yuni y Urbano, 2008: 154)

      La misma, se orienta a:

      »Desnaturalizar el apego biologicista en la explicación de los procesos de envejecimiento y vejez,

      »Comprender la configuración socio histórica que configura, contornea y da lugar a las personas mayores,

      »Analizar las posiciones estatales en la producción de lo público, de cara a pensar las políticas de vejez y gerontológicas,

      »Identificar los rasgos estructurales que organiza la sociedad (clase, edad, género) y las prácticas sociales que se desarrollan en la contemporaneidad.

      En la búsqueda de argumentaciones desde la gerontología, nos alerta Cohen (1994) sobre lo problemático que podría significar continuar presentando argumentos alarmistas en clave demográfica. En varias oportunidades, señalamos preocupación en torno a lo que significa que las formaciones sociales no tomen decisiones anticipadas de los procesos de envejecimiento. Esto termina aportando a la construcción del envejecimiento como problema y no como temática o realidad.

      Sin dudas la investigación es una fuente fundamental para nutrir la construcción

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