Dijo el Buda.... Osho

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Dijo el Buda... - Osho Sabiduría Perenne

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unidad está al final, no al principio. Puedes convertirte en un ser unificado, en no dual, puedes acercarte al yoga –yoga significa “unidad, unísono, integración, individuación”– pero eso es al final, no al principio. Al principio está lo dual, la división, al principio está la indisposición.

      Así que a menos que lo entiendas y hagas un esfuerzo para transformarlo… La fusión no ha tenido lugar todavía; sólo ha sucedido a un único nivel, a nivel del cuerpo. A nivel del cuerpo eres uno, tu padre y tu madre se han fusionado en el plano corporal. Te has convertido en un solo cuerpo. De dos cuerpos se ha manifestado una unidad, pero sólo en el cuerpo, no a ningún nivel más allá del corporal. En el fondo de tu mente estás dividido. Y si estás dividido mentalmente no hay manera de ir más allá de la mente. Sólo una mente unificada, integrada, una, es capaz de ir más allá de ella misma.

      Este sutra del Buda es muy, pero que muy importante. Se trata de un sutra muy simple, pero no hay que tomárselo literalmente. Sí, desde luego, literalmente también es verdad, pero lo importante es todo el proceso, cómo llegar a ser uno, cómo disolver la dualidad a todos los niveles de tu ser, desde el más grosero al más sutil, de la circunferencia al centro… Cómo soltar toda dualidad y llegar a un punto en que de repente seas uno.

      Ese punto es el objetivo de todas las religiones, de todos los yogas, de todas las oraciones, de todas las meditaciones, el objetivo del islam, del cristianismo, del hinduismo, del jainismo, del budismo, el objeto de todos los buscadores. Porque una vez que eres uno desaparece tu desdicha.

      La desdicha existe a causa del conflicto. La desdicha existe porque tu casa está dividida, la desdicha existe porque no eres uno, sino una multitud, mil y una voces en tu interior, que tiran y estiran de ti en todas las direcciones y de todas las maneras.

      Eres un revoltijo, un caos. Es un milagro el que puedas arreglártelas para no volverte loco, porque estás hirviendo de locura. Es un milagro que hayas conseguido permanecer cuerdo, que no te hayas perdido en esa multitud. Pero perdido o no, estás sentado sobre un volcán que puede entrar en erupción en cualquier instante.

      Recuerda lo siguiente: la demencia no es algo que le sobrevenga a unos cuantos desgraciados, sino que es algo a lo que tiende todo el mundo. La demencia es algo que llevas contigo mismo como una semilla, y puede brotar en cualquier momento; sólo espera la temporada adecuada, el clima adecuado, la oportunidad adecuada. Cualquier cosita puede desencadenarla y tú… volverte majara. Y estás majara porque tu base está dividida. Ser uno es posible pero entonces hay que ser muy consciente de la situación.

      Así me lo han contado:

      El mulá Nasrudín fue al psiquiatra y preguntó si el doctor no podría escindirle la personalidad.

      –¿Escindirle la personalidad? –preguntó el doctor– ¿Por qué iba a querer usted que yo le hiciese algo semejante?

      –Porque –contestó el mulá– estoy muy solo, porque me siento solo.

      No te rías. Tal vez ésa sea la razón por la que nunca te has esforzado en convertirte en una unidad, porque esta dualidad te proporciona cierta compañía. Hablas contigo mismo, puedes mantener un diálogo, todo el mundo mantiene un diálogo, continuamente. ¿Qué haces cuando cierras los ojos mientras estás sentado en tu silla? El diálogo continuo está presente. Preguntas, y respondes, desde este lado y desde el otro.

      Observa ese diálogo. ¿No te sientes muy solo si de repente el diálogo se interrumpe? ¿No te sientes solísimo? ¿No te sientes vacío? ¿No te parece que de repente han desaparecido todos los sonidos? ¿No te asusta que sólo haya silencio?

      No, sigues alimentando este diálogo. Ayudas a que el diálogo sea posible. O bien hablas con otros, o si no es posible porque no siempre hay alguien dispuesto a hablar con nosotros, entonces te hablas a ti mismo. Mientras permaneces despierto hablas con los demás, mientras que cuando duermes lo haces contigo mismo.

      ¿Qué son tus sueños? Una representación que interpretas en tu interior para crear una sociedad, porque estás muy solo. En los sueños eres el director, el guionista, el actor, la pantalla y el público… Tú solo, pero creas una buena película. ¿Qué haces durante todo el día y toda la noche? ¿Hablas contigo mismo? Esta cháchara continua, ese diálogo continuo contigo mismo… ¿no te resulta aburrido?

      Sí, te aburre, estás aburrido de ti mismo, pero no obstante has elegido el mal menor, crees que si ese diálogo se detiene te sentirás todavía más aburrido. Al menos hay algo que decir, algo que hacer interiormente. A solas, sin diálogo, te sentirías perdido. Ese diálogo te mantiene con un poco de vida, palpitando de vida. El mulá tiene razón cuando dice: «Me siento muy solo».

      Recuerda que todo el esfuerzo implícito en el sadhana está dirigido a ayudarte a ser solo, porque sólo cuando estás dispuesto a estar solo, cuando estás listo para reposar en el silencio interior, cuando dejas de estar apegado a esa cháchara interna continua, puedes convertirte en una unidad. Porque esa constante cháchara interna te mantiene dual, dividido.

      La otra noche vino a verme un amigo y me dijo que por la noche a veces se cae de la cama y sólo se da cuenta por la mañana. Y resulta que un día se despertó a unos tres metros de la cama. ¿Qué había sucedido? Debe haber tenido sueños profundos, pesadillas, y los sueños debían ser tan profundos que ni siquiera cayéndose de la cama… Se encontró a tres metros de la cama. Eso quiere decir que su sueño debe haber sido como un coma.

      Le pregunté una cosa: «¿Hablas mucho de día?». «No», me dijo él. Eso lo explica todo. Hay dos tipos de personas: los que hablan y los que escuchan. Los habladores hablan todo el día, y luego por la noche han de escuchar; entonces sueñan que van a una charla religiosa o algo por el estilo, que van a la iglesia a escuchar al sacerdote. Se han pasado todo el día hablando y deben compensar, así que se dedican a escuchar en sueños. Los oyentes diurnos hablan mucho de noche; gritan, dicen las cosas que siempre quisieron decir pero que no dijeron de día, porque nadie estaba dispuesto a escucharles.

      Hay personas que cuando van al psicoanalista y éste les escucha, con paciencia y atención –tiene que escucharles porque le están pagando para eso–, entonces empiezan a cambiar sus sueños, porque ahora han encontrado a alguien que les escucha, han pasado a ser el hablador y han encontrado a alguien que escucha con atención. Sus sueños son más silenciosos, no hablan ni gritan de noche. Sus noches son más silenciosas, más tranquilas.

      Recuerda que todo lo que eches de menos de día lo harás en sueños. El sueño es complementario, compensa y completa todo lo que ha quedado incompleto durante el día. Si eres mendigo de día, por la noche soñarás que eres emperador. Si eres emperador de día, por la noche soñarás que te han convertido en un mendigo, en un buda.

      Eso es lo que sucedió. El Buda nació en un palacio imperial pero empezó a soñar con ser mendigo. Cuando al cabo de doce años regresó a casa, iluminado, su padre le dijo: «¡Deja ya todo ese absurdo! Eres mi único hijo. Vuelve, te estoy esperando. Todo este reino es tuyo. Y en nuestra familia nunca ha habido mendigos».

      El Buda se rió y dijo: «Tal vez, mi señor, en tu familia nunca haya habido mendigos, pero en lo que a mí respecta, he soñado durante muchas vidas con serlo».

      Cuando eres muy rico empiezas a pensar que los pobres deben vivir en una belleza y relajación extremadas. Cuando vives en una ciudad, en una megalópolis como Bombay, Tokio o Nueva York, imaginas que los pueblos son muy hermosos. Pregunta a los aldeanos. Están todos deseando poder ir a Bombay, a Tokio, a Nueva York. Sueñan con ello. Cuando eres pobre sueñas con los ricos, y cuando eres rico sueñas con los pobres.

      Observa tus sueños. Te demostrarán que lo que falta

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