Dijo el Buda.... Osho
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¿Cuántas guerras se han librado en la tierra? Pero no encontrarás nada de sangre en el cielo. ¿Cuánta gente ha vivido en la tierra? ¿Cuántos desatinos, asesinatos y suicidios se han cometido? Pero el cielo no lleva la cuenta, ni siquiera hallarás la mínima señal. El pasado simplemente no existe. Las nubes van y vienen y el cielo continúa igual. Nada lo corrompe.
Un sabio se hace tan espacioso que nada le corrompe.
Tú sólo piensas que estás insultándole; tu insulto te rebotará. El sabio es como un valle; tu insulto regresará como un eco. Te caerá encima.
«El escupitajo nunca alcanzará el cielo, sino que les caerá encima.»
Hay que entender bien esta cuestión. El sabio está más elevado que tú. El sabio es como una cumbre, como un pico del Himalaya. Tú permaneces en la oscuridad, en el valle, en la ignorancia.
Si escupes contra lo elevado, el esputo volverá a caer sobre ti. Va contra la naturaleza, contra la gravedad. Así que si alguien se siente insultado por un insulto tuyo puedes estar seguro de que está más bajo que tú. Si alguien no se siente insultado por tu insulto es que está más elevado que tú, que tu insulto no puede alcanzarle. Porque los insultos siguen la ley de la gravedad. Siempre van hacia abajo.
Así que si te enfureces sólo puedes encolerizar a una persona inferior. Una persona superior permanece más allá de ti. Sólo puedes encolerizar a una persona más débil, la persona más fuerte permanece inafectada. A través del insulto sólo puedes manipular a seres inferiores; los superiores están mucho más allá.
«La gente malvada también se parece a quien agita el polvo contra el viento. El polvo no se levantará sin perjudicarle.
»Por eso el sabio nunca saldrá herido, pues la maldad acabará destruyendo a los propios malvados.»
Recuérdalo. Vamos haciendo cosas contra nosotros mismos. Vamos haciendo cosas suicidas. Vamos haciendo cosas que destruirán nuestro futuro.
Todos los actos que realizas definen en cierto modo tu futuro. Ten cuidado, no hagas algo que vaya a perjudicarte. Y siempre que intentes dañar a alguien, te estarás dañando a ti mismo. Siempre que intentes herir, que quieras herir, estarás creando karma para ti mismo. Serás tú el que salga herido.
En una ocasión, un hombre escupió al Buda, es cierto. El Buda se limpió el rostro y preguntó: «¿Tiene usted algo más que decir?». El hombre se quedó perplejo, asombrado. No esperaba aquella reacción. Pensaba que el Buda se enfurecería. No daba crédito a sus ojos. Se quedó mudo, pasmado.
Ananda, discípulo del Buda, se hallaba sentado a su lado. Ananda se enfureció muchísimo, y le dijo al Buda:
–¿Pero esto qué es? Si dejas que la gente haga eso la vida se torna imposible. Dímelo y le pondré en su sitio.
Este Ananda era muy fuerte. Había sido un guerrero, era primo hermano del Buda, y también príncipe. Estaba muy enfadado, así que dijo:
–¡Qué tontería! Dame permiso y le daré lo que se merece.
El Buda se rió y dijo:
–Él no me sorprende, pero tú sí. ¿Por qué te pones así? No te lo ha hecho a ti. En cuanto a su escupitajo contra mí, sé que en alguna vida pasada debí insultarle. Hoy estamos en paz. Me siento feliz.
–Gracias, señor –le dijo al hombre–. Le estaba esperando para cerrar esa cuenta pendiente. En algún momento debí insultarle. Puede que usted no lo recuerde, pero yo sí. Puede que usted no lo sepa, pero yo sí. Puede haberlo olvidado porque no es usted muy consciente, pero yo no. Hoy me siento feliz porque usted llegó y zanjó la cuestión. Ahora estamos libres el uno del otro.
–Han sido mis propios actos –le dijo a Ananda– los que han revertido en mí.
Sí, claro, cuando escupes contra el cielo hace falta un cierto tiempo para que el esputo regrese. No lo hace de inmediato, depende de muchas cosas. Pero todo acaba volviendo. Todos tus actos no hacen sino sembrar, y algún día deberás cosechar, un día deberás obtener los frutos.
Si hoy eres desdichado, se debe a que las semillas han florecido. Esas semillas debiste plantarlas en algún momento del pasado, en esta o en otra vida, en algún lugar. Lo que eres hoy no es más que tu pasado acumulado. Todo tu pasado es tu presente. Todo lo que vayas a ser mañana no será más que lo que estás haciendo hoy.
El pasado no tiene remedio, pero se puede hacer mucho de cara al futuro. Y cambiar el futuro es cambiarlo todo. Si empiezas a cambiar tu modo de vivir, tu manera de estar atento, si empiezas a comprender las leyes de la vida… una de las leyes fundamentales es la del karma: lo que siembres es lo que recogerás.
No lo olvides ni un solo instante. Porque olvidarlo ya te ha creado mucha desdicha. Recuérdalo. Los viejos patrones y las viejas tendencias te obligarán una y otra vez, por pura costumbre, a realizar esos mismos actos. Recuérdalo y abandona los viejos hábitos, abandona las reacciones mecánicas; sé más consciente. Un poco de consciencia provoca muchos y grandes cambios.
Así me lo han contado:
Sucedió en Japón. En una ocasión una madre visitó a su hijo en la universidad y le apenó ver las paredes de la habitación llenas de pósteres de mujeres ligeras de ropa. No dijo nada, pero colgó una imagen del Buda entre las demás. Cuando volvió a ver al hijo un tiempo después, habían desaparecido todos los pósteres menos la imagen del Buda. El chico dijo: «No podía dejarle ahí con todas esas fotos, así que las tuve que quitar».
Una pequeña imagen del Buda bastó para que todas aquellas fotos pornográficas desapareciesen. ¿Qué pasó? El muchacho empezó a sentirse incómodo. ¿Cómo mantener al Buda junto a aquellas fotos? Poco a poco la presencia del Buda se fue haciendo notar; cuanto más consciente se iba haciendo, más fotos desaparecían. Basta un pequeño rayo de sol para acabar con la oscuridad. ¡Permite ese primer rayo!
Si empiezas a ser consciente en un grado muy pequeño, no tienes de qué preocuparte, con el tiempo verás que el resto de fotografías van desapareciendo, hasta que sólo queda consciencia. El Buda significa esa consciencia, y la misma palabra “buda” quiere decir consciencia.
Si quieres ser feliz y gozoso de verdad, ser gozoso eternamente, si estás harto de las miserias por las que has tenido que pasar, entonces lleva consciencia a tus reacciones. Y empieza a confiar en lo bueno.
En algunos idiomas hay una expresión que viene a decir: “Demasiado bueno para ser cierto”. Esta expresión es muy peligrosa. ¿Demasiado bueno para ser cierto? Eso quiere decir que si algo es demasiado bueno desconfías de ello; ¿no puede ser verdad? Cámbiala, y di lo siguiente: «Demasiado bueno para no ser cierto».
Cree en la bondad, cree en la luz, cree en una realidad superior, porque todo aquello en lo que crees se convierte en una apertura para ti. Si no crees que es posible que exista un ser por encima de ti, entonces estás acabado, porque eso paraliza toda posibilidad de crecimiento.
Confiar en un Buda, en un Mahavira, o en un Jesús, o Zaratustra, no es más que abrirte… a la idea de que existen seres superiores a ti, de que han caminado y vivido sobre la tierra. No es imposible ser un buda. Piensas en ello y un rayo de luz iluminará tu ser. Y esa luz empezará a transformarte, a cambiar toda tu química.
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