Dijo el Buda.... Osho

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Dijo el Buda... - Osho Sabiduría Perenne

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del corazón. Si no crees, si insistes en que las rosas no existen, aunque un día te topes con un rosal no acabarás de creértelo. Te dirías: «Debe ser una ilusión, alguien me está gastando una broma, es un espejismo, estoy soñando, porque las rosas no existen».

      En primer lugar, y si no crees en la existencia de las rosas, existe una probabilidad muy elevada de que cuando las encuentres ni siquiera las mires porque sólo nos fijamos en las cosas que consideramos posibles. Así que pasarías de largo, indiferente. Sólo se hace efectivo aquello en lo que crees.

      Así me lo han contado:

      Sucedió en un hospital. Una enfermera colocó un biombo alrededor de la cama de un paciente y le alargó un frasco para que depositase una muestra de orina.

      –Volveré a buscarlo dentro de diez minutos –le dijo. Luego vino otra enfermera, que le dio al hombre un vaso de zumo de naranja. El paciente, que tenía cierta chispa, vertió el zumo de naranja en el frasco de la muestra. Cuando volvió la primera enfermera, le echó un vistazo y dijo:

      –Esta muestra parece un poco turbia.

      –Sí, que lo parece –asintió el paciente–. Lo volveré a pasar y veremos si se aclara un poco.

      La enfermera se desmayó cuando el hombre se llevó el frasco a los labios.

      Se trata de tu creencia, de tu propia idea… ¿Pero qué está haciendo ese hombre? Pues bebe zumo de naranja. Pero una vez que das por sentado algo, se torna efectivo. Ahora la enfermera ha pensado que se está bebiendo la orina. Sólo es su idea, pero las ideas son grandes realidades que cambian tu manera de ver las cosas.

      Si buscas belleza hallarás belleza. Si crees que la belleza no existe, entonces puede que te cruces con ella pero no la reconozcas. Sólo se ve lo que se busca.

      Fe y confianza sólo significan eso, que no somos lo último, lo esencial, el crescendo de la existencia, que es posible una realidad superior. Creer en un Jesús o en un Buda es simplemente creer en tu propio futuro, en que puedes crecer. Creer en el Buda es creer en crecer, en que todavía hay algo que puede sucederte.

      Por eso en los siglos pasados la gente nunca estuvo tan aburrida como hoy en día, porque ahora parece que no es posible nada más. Eres esclavo de la rutina. Cuanto más materialista se torna la gente, más se aburre. No hay gente más aburrida que los estadounidenses. Tienen todo lo que el ser humano ha anhelado durante siglos, y están muertos de aburrimiento porque carecen de futuro. Cuando no hay futuro no hay sentido.

      Tienes un bonito coche, una bonita casa, un bonito trabajo… ¿Y qué? Aparece la pregunta: «¿Y qué? ¿Adónde estás yendo? Estás prisionero de la rutina, girando en la misma rueda una y otra vez. La misma mañana, la misma noche, el mismo trabajo, el mismo dinero… ¿Y ahora qué?». Pues la gente se dedica a jugar jueguecitos para pasar el tiempo, pero saben que no va a pasar nada. Y eso provoca aburrimiento.

      Nunca en la historia del ser humano ha estado la gente tan aburrida, porque antes siempre existía una posibilidad; siempre había una apertura en el cielo… Te podías convertir en alguien como el Buda, o como Jesús o Krishna. Siempre crecías. No estabas atrapado en una rueda; había crecimiento.

      De repente, en este siglo estáis atrapados en una rueda. No hay Dios. Nietzsche dijo: «Dios está muerto y el hombre es libre» ¿Libre para qué? Libre para no crecer, para pudrirse, libre para vegetar y morir.

      La libertad sólo tiene sentido cuando conlleva crecimiento. Libertad sólo significa posibilidad de crecer, que en ti es posible que crezcan unas flores mejores. Tu potencial cuenta con un destino… y eso conlleva sentido, entusiasmo, estímulos. Tu vida empieza a palpitar de sentido.

      Recuerda que tú eres la causa de tu desdicha, y que también puedes pasar a ser la causa de tu beatitud. Eres la causa del infierno en el que vives, pero también puedes crear el cielo. Sólo tú eres responsable, y nadie más.

      Nunca intentes dañar a nadie porque todo eso acabará revirtiendo en ti. Si puedes hacer algo bueno, hazlo. Si puedes ayudar a alguien, ayuda. Si puedes expresar algo de compasión, de amor, déjalo fluir, porque también regresará a ti. En momentos de necesidad tendrás algo en lo que apoyarte, en lo que confiar.

      Ama todo lo que puedas, ayuda, y no te preocupes de si la ayuda te es recompensada en el momento. Lo es, y mucho. No te preocupes acerca del momento y el lugar, porque te será recompensada. Algún día, cuando la necesites, aparecerá. Se va acumulando.

      El mulá Nasrudín no dejaba de pedirle al de la tuba que tocase.

      –Vale, muy bien, ya que insiste –dijo–. ¿Qué quiere que toque?

      –Lo que quieras –dijo Nasrudín–. Sólo es para molestar a los vecinos.

      La gente no deja de hacer cosas así. Puede que no disfruten en absoluto, pero si molestan a los vecinos ya disfrutan. Es morboso, pero así es la gente. A la gente le encanta torturar, y cuando les torturan a ellos lloran y dicen que la vida es muy injusta, y que Dios no conoce la justicia.

      El Buda dice que no hay Dios. Simplemente no tiene en cuenta la posibilidad de Dios. Para que no puedas hacer responsable a nadie más dice que hay una ley, no un Dios, y que la ley sigue su curso. Si sigues la ley serás feliz, si no la sigues serás desgraciado.

      Abandona la idea de un Dios que te ayuda, porque con un Dios subsiste la posibilidad de que podamos hacer algo erróneo y que luego vayamos llorando y gimiendo a rezar: «He sido un tonto, pero ahora Dios puede salvarme».

      Ante una ley no puede rezarse, ante una ley no puedes decir: «He sido un tonto». Si fueses un tonto tendrías que sufrir, porque la ley no es una persona. Es absolutamente indiferente, y sigue su propio curso.

      Si te caes al suelo y te rompes los huesos y quedas con muchas fracturas, no vas a quejarte a la ley de la gravedad. «No estés tan en contra mía. Al menos podías haberme avisado. ¿Por qué te has enfadado tanto conmigo?».

      No, nunca te quejas de la ley de la gravedad porque sabes que si la sigues correctamente, ésta te protege. Sin la ley de la gravedad no estarías en la tierra, sino flotando en el cielo. La ley de la gravedad te mantiene en la tierra, es lo que te enraíza. Sin ella no estarías aquí. Te permite caminar, y ser. Si haces algo erróneo, entonces sufrirás. Pero la ley no te castiga, ni te recompensa. No tiene nada que ver con tu personalidad. Tú te castigas y te recompensas a ti mismo. Sigue la ley y te estarás recompensando. No la sigas, desobedécela y serás una víctima, sufrirás.

      El Buda llama dhamma a la ley, es su Dios. Le quita la personalidad, porque el ser humano ha creado muchos problemas a partir de la personalidad. Los judíos creen que son el pueblo elegido de Dios, así que será indulgente con ellos. ¡Vaya despropósito! Los cristianos creen que ellos son el pueblo elegido de Dios porque envió a “su hijo unigénito” a salvarles, así que quien siga a Jesús se salvará. Pero eso da la impresión de ser nepotismo, porque estás relacionado con Jesús y él es el hijo de Dios… Se parece a los funcionarios de la India, a los políticos. Si tienes relaciones, entonces estás salvado. Otra tontería.

      Me han contado que cuando los japoneses fueron derrotados en la guerra, uno de sus generales habló con un general inglés y le dijo:

      –No podemos comprender por qué hemos sido derrotados, cómo fuimos derrotados.

      El general inglés contestó:

      –¿No lo sabe? Nosotros creemos en Dios y rezamos.

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