¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista?. Crisóstomo Pizarro Contador

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¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista? - Crisóstomo Pizarro Contador

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entre Rawls y Habermas. Ambos ofrecen una concepción pública de la justicia consistente con el pluralismo de las sociedades contemporáneas, fundamentada en un punto de vista moral que luego es comparado contrafácticamente con la realidad concreta. Ambos favorecen la racionalidad procedimental reclamando la prioridad de la justicia sobre el bien, distinción congruente con la diferencia entre moral y ética ya señalada anteriormente. Las cuestiones de justicia, esto es “lo que es bueno para todos”, deben distinguirse de lo que es bueno para mí o para nosotros según determinadas concepciones del bien. Sin embargo, la racionalidad procedimental no excluye algunas materias sustantivas, como las ideas de igualdad y persona moral. Ellas se integran a la idea de justicia vía la posición original en Rawls y el discurso ideal en Habermas. Al liberalismo político de Rawls corresponde el republicanismo de Habermas. Ambos se distinguen de otros autores que también podrían definirse como liberales. Rawls dice que el esfuerzo de Habermas es de mucho mayor alcance que el suyo, porque él sólo se ha limitado a elaborar una concepción política de la justicia. Habermas, en cambio, se ha propuesto dar una explicación general del significado, la referencia, la verdad de la razón teórica y desarrollar una crítica a las doctrinas religiosas y metafísicas comprehensivas. El liberalismo de Rawls no asume esa crítica mientras que ellas sean políticamente razonables y su noción de persona se reduce a su papel como ciudadano. Habermas señala que el liberalismo político de Rawls abandonó la estrategia kantiana de fundar la construcción de la justicia como equidad en una razón práctica que se incorpora en las facultades de la persona moral: la capacidad para elaborar un sentido de la justicia y la capacidad para elaborar una concepción del bien. En Liberalismo político la razón práctica va a depender de “verdades morales” fundadas en otra parte, esto es doctrinas comprehensivas razonables, y no en la validez moral de una razón práctica universal, sino de la feliz convergencia de concepciones razonables del mundo que se superponen. La filosofía no puede asumir simplemente las tradiciones existentes. El propio método del equilibrio reflexivo de Rawls obligaría a una apropiación crítica de esas tradiciones, lo cual es posible cuando se presentan como expresiones propias del proceso de aprendizaje y cuando se asume el punto de vista moral crítico manifestado por los movimientos sociales y se considera su potencial de negación de la realidad.

      La séptima parte muestra los principales lineamientos de lo que he llamado “otra manera de pensar y vivir”, discutiendo en primer lugar lo que debe entenderse por “políticas de decrecimiento”, según las cuales el crecimiento económico es entendido como un proceso destinado a satisfacer las necesidades básicas de uso y consumo de la humanidad, y no como un fenómeno cuya razón de ser sea la acumulación de capital para seguir acumulando capital. Se resume además la crítica a los supuestos del modelo de producción energética considerados durante la administración del presidente Sebastián Piñera de acuerdo a estudios procedentes de la academia. También se describe el pesimismo antropológico que sostiene la racionalidad capitalista.

      Esta parte revisa, al mismo tiempo, los límites para transformar la economía capitalista de las instituciones que forman la llamada economía social, tales como cooperativas, mutuales y asociaciones sin fines de lucro. En este mismo sentido, se analizan las nuevas modalidades de intercambios económicos no monetarizados, surgidos durante la crisis de 2008 y su ineficacia en el cambio de la racionalidad capitalista. Se estudian además los intentos revolucionarios de transformación de la economía capitalista en algunos países de América Latina y algunas de las condiciones originadas al interior de esas experiencias y en la economía-mundo que están desbaratando esas transformaciones.

      La octava parte alega que no es posible imaginar ninguna transformación profunda de la economía capitalista si no ocurren reformas de gran alcance en el orden político global. Se discuten, en este sentido, los proyectos de un constitucionalismo mundial de Luigi Ferrajoli y la Constitución política para una sociedad mundial pluralista de Jürgen Habermas. Se consideran también algunos procesos de involución en las instituciones de gobernanza regional y nacional, tales como el Brexit y las políticas populistas promovidas por el presidente Donald Trump.

      Seguidamente, se examina la formación de una democracia social global según David Held. Esta podría comenzar mediante una ambiciosa reforma de las Naciones Unidas. Además, se resalta la importancia de la Nueva Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que introduce importantes innovaciones con respecto a los Objetivos del Desarrollo del Milenio y la coherencia entre todas estas iniciativas y las metas perseguidas por el Foro Social Mundial, un agente de la sociedad civil global que podría dar un gran impulso a la transformación de la economía-mundo capitalista.

      Finalmente, se reitera que el advenimiento de una nueva racionalidad económica y política dependerá, en última instancia, de nuestra capacidad para reconocer las contradicciones del sistema e idealizar un nuevo orden global, comprometido con la paz, los derechos humanos y la promoción de la justicia distributiva al interior de los Estados, entre Estados y entre todas las regiones del mundo, y el irrestricto respeto a la justicia intergeneracional.

      Quiero agradecer la excepcional ayuda de los jóvenes historiadores de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Matías Torres Rivara y Esteban Vergara Poblete en la elaboración de este libro. Los dos me asistieron en el desarrollo de las cátedras y seminarios de especialidad en Ciencia Política. También extiendo mi agradecimiento a Agustín Squella, Alejandro Foxley, Julio Sau, Fernando Molina y Ernesto Ottone por su aprecio a mi estudio de los temas considerados en este libro. Dicho aprecio no significa necesariamente que ellos compartan todos mis juicios. Un especial reconocimiento debo a Ricardo Ffrench-Davis, por el acucioso examen de los capítulos xv a xviii dedicados al análisis de la oposición al proyecto de reforma tributaria de la Nueva Mayoría en 2014 y los sucesivos intentos por reformarla hasta 2019.

      Primera parte

      La crisis del capitalismo

      I

      Conjeturas sobre el futuro del capitalismo

      A diferencia de la economía neoclásica y el posmodernismo, los cultores de la macrosociología histórica asumen la discusión del futuro del capitalismo y, reconociendo el legado intelectual de Joseph Schumpeter y Karl Polanyi, priorizan la actuación de un sector de utilidad pública comprometido con la reproducción social de las personas, reconociendo al mismo tiempo el papel del mercado en la provisión de otros bienes y servicios.

      Aceptación de la conjetura

      Aquí tratamos de pronosticar los cambios venideros basados en el conocimiento acumulado por la macrosociología histórica sobre la evolución de la sociedad humana, especialmente la dinámica de los antiguos imperios y civilizaciones, los orígenes de la sociedad moderna y del capitalismo. La observación de los patrones de desarrollo en el largo plazo muestra que la historia humana se mueve a través de múltiples contradicciones y conflictos,

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