¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista?. Crisóstomo Pizarro Contador
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Aquellos que quieren hacer algo nuevo tienen que enfrentarse a los hábitos que militan en contra de los proyectos embrionarios. La nueva combinación de elementos que el emprendedor quiere realizar exige esfuerzos extraordinarios para que los sueños lleguen a transformarse en realidades, todo lo cual supone “una libertad mental que sólo puede surgir de una fuerza extraordinaria muy superior a la que exigen las demandas de cada día y es, por lo tanto, algo muy peculiar y de una naturaleza muy rara”.
Otra dificultad de importancia es la reacción del medio social que el emprendedor desea cambiar o transformar. Entre estas reacciones hay que mencionar impedimentos legales y políticos18. A la superación de todas las dificultades se oponen los grupos que son amenazados por la innovación. Encontrar la cooperación para el cambio también supone ganarse a los consumidores que estarían abiertos a aceptar los bienes y servicios que la innovación procura ofrecer19.
Schumpeter distingue también el liderazgo económico de la simple “invención”. Si estas no se llevan a la práctica, las invenciones son irrelevantes. Llevar a cabo una transformación de la rutina es algo distinto a un simple invento, porque requiere aptitudes especiales. Aunque los emprendedores pueden ser también inventores, no son inventores por naturaleza20.
Además, Schumpeter señala claramente que “la personalidad del capitalista no corresponde con nuestra idea de liderazgo”21. En muchos sentidos, el típico emprendedor está muy centrado en sí mismo en comparación con otros actores económicos, porque descansa menos que los otros actores en la tradición. Su tarea “consiste precisamente en la destrucción del pasado y la creación de nuevas formas de acción”. Esto no solamente caracteriza su actuar económico, sino que también comprende las consecuencias morales, culturales y sociales. “El típico emprendedor se retira de la arena sólo cuando sus esfuerzos se agotaron y son insuficientes para cumplir con la tarea que él se ha propuesto”. Esto no se verifica en el caso del hombre económico, que pondera los resultados de acuerdo a la utilidad o falta de utilidad de sus esfuerzos. Este llega a un punto en el cual está convencido que debe haber un equilibrio entre costo y beneficio. Los esfuerzos que el emprendedor hace no constituyen una razón para abandonar el emprendimiento: “una actividad del tipo del emprendedor es obviamente un obstáculo al goce hedonístico de los bienes que son adquiridos usualmente mediante el dinero. El consumo supone ocio. En términos hedonísticos la conducta del emprendedor sería irracional”22.
La competencia schumpeteriana
Schumpeter abogó contra el modelo de competencia en equilibrio predominante en su tiempo y en la actualidad. Este equilibrio es eficiente en el sentido de que nadie podría mejorar sino en detrimento de otro individuo. Se trata del modelo de la oferta y la demanda, en el cual los monopolios son un “azote”, debido a su poder de coartar la producción y elevar los precios. Sin embargo, para Schumpeter, los monopolios serían funcionales al proceso de innovación que constituye el “núcleo” del capitalismo. “La competencia schumpeteriana sustituyó la competitividad en el mercado por competitividad por el mercado”23. La competencia perfecta sería un impedimento para que los innovadores obtuviesen beneficios de sus ideas y sin innovación las economías se estancarían.
Innovación de los monopolios en la creación
de barreras de entrada
La entrada de nuevos competidores puede ser un impedimento para innovar y, por esta razón, las empresas dedican numerosos recursos a la creación de barreras socialmente productivas para mantener su posición retardando el ritmo general de la innovación. Microsoft se ha convertido en el vivo ejemplo de cómo una parte interesada puede frenarla. Estas y otras compañías han innovado en la creación de nuevas barreras de entrada y en la obtención de beneficios de su poder monopolístico24.
Como la innovación es estimulada por la búsqueda de mayores beneficios no es extraño que los rendimientos de la esfera privada no sean consistentes con los retornos sociales. De esta manera, lo que se podría esperar de la innovación no termina alcanzándose. El optimismo de Schumpeter, en el sentido de que todos o por lo menos la mayoría se beneficiaría de la innovación generada por el capitalismo dinámico, no es convincente25. “Las empresas (y sus gerentes) erradicadas por la ‘destrucción creativa’ de este proceso de optimismo irracional y pobre análisis del riesgo no reviven con facilidad”26.
Stiglitz sostiene que Schumpeter siguió la lógica de la teoría del “goteo”, aunque explícitamente nunca la mencionó. Los ingresos familiares son más bajos hoy (con la inflación ajustada) que hace una década. “Comprobar que los ingresos de los trabajadores varones en su treintena era superior hace tres décadas también resta solidez a la confianza en esta economía de goteo”27.
Con respecto al reconocimiento actual del papel fundamental del Gobierno en la promoción de los avances científicos, hay que subrayar que los gobiernos siempre asumieron ese papel antes que Schumpeter lo advirtiera. Este es el caso de la creación de algunas de las “mayores innovaciones del siglo xx, incluyendo internet”. También en el siglo xix, el Gobierno financió la primera línea de telégrafos, promovió la investigación que cimentó el aumento de la productividad agrícola en Estados Unidos y formó las estructuras de propagación para transmitir este conocimiento a los agricultores28 29. El énfasis de Schumpeter en la promoción de la innovación por parte de las grandes empresas, en ocasiones monopolísticas, es discutible. Hay estudios que demuestran que una gran proporción de las innovaciones modernas se origina en empresas nuevas y pequeñas. “Algunos pasos del proceso innovador pueden automatizarse, pero no así la verdadera creatividad y, si las grandes compañías ponen trabas a la entrada de nuevos competidores, la innovación resulta perjudicada”30.
Papel de los derechos de propiedad intelectual
Schumpeter tampoco se ocupó mayormente de los problemas relacionados con el papel de los derechos de propiedad intelectual. Los intereses corporativos han pretendido “cercar el patrimonio común” del conocimiento dificultando así el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Los conflictos por la propiedad intelectual de las patentes impiden la innovación y los monopolios minimizan los incentivos a la misma. El financiamiento a los partidos políticos en las campañas electorales y el lobby alteran el proceso político. “El sector financiero consiguió comprar la desregulación para acabar pidiendo ingentes ayudas económicas”31.
Stiglitz afirma que, sin perjuicio de lo anterior, Schumpeter tenía muy claras las relaciones entre el proceso político y su influencia en la innovación. Del mismo modo, estaba consciente de las limitaciones de los economistas “basados en un modelo particular de economía de mercado, el modelo de equilibrio, en el que la innovación carecía de lugar. En este modelo la competencia perfecta era ideal, y cuando se alcanzaba dicho ideal, el mercado era plenamente eficiente. Pero en ese afán por asegurarse de que los puntos fuertes del capitalismo basado en mercados imperfectos no se obviasen, él mismo subestimó sus limitaciones”32. En suma, gracias al alejamiento de Schumpeter de la economía convencional “facilitó