Repensar las desigualdades. Elizabeth Jelin

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Repensar las desigualdades - Elizabeth Jelin Sociología y Política

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magnitud de esta transformación puede ilustrarse con los contornos cambiantes de la estratificación social global. El gráfico 1.3 muestra la distribución porcentual de la población mundial según niveles de ingreso (calculado a partir de datos del ingreso nacional) en 1980 y 2008. En 1980, esta distribución tenía una clara distribución trimodal, con la población mundial dividida en grupos de ingresos bajos, medios y altos (o naciones periféricas, semiperiféricas y centrales), con la mayoría de la población mundial en descenso al extremo inferior del espectro.

      Gráfico 1.3. Distribución porcentual de la población mundial según niveles de ingresos

      Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos del World Bank (2013).

      Ahora comparemos cómo la distribución de la población mundial cambió en 2008 como consecuencia, principalmente, del rápido crecimiento de China (y, en menor medida, de la India). Lo que solía ser una distribución trimodal se ha convertido en bimodal. El movimiento ascendente de salarios e ingresos en China, ya discutido, está transformando no solo la posición relativa de varias ocupaciones, sino también los patrones más amplios de la estratificación social global.

      La interpretación histórica mundial presentada aquí difiere de la que prevalece entre muchos observadores contemporáneos, para quienes la reducción de la desigualdad entre países se interpreta normativamente como:

      1 una mera consecuencia de la difusión gradual de la modernización / la industrialización / los mercados hacia las áreas de la economía mundial, que han permanecido tradicionales y/o autárquicos; y/o

      2 un esfuerzo de las élites mundiales para mejorar sus privilegios a través de la expansión de los mercados y los acuerdos de explotación.

      Desde una perspectiva histórica mundial, hay mucho más en juego. Si las tendencias de finales del siglo XX y principios del siglo XXI continuaran de manera sostenida, la desigualdad entre los países podría romper con la lógica que dio forma a la estratificación global durante más de un siglo: el uso de acuerdos institucionales, entramados en las identidades nacionales, que excluyó selectivamente a la gran mayoría de la población mundial del acceso a las oportunidades.

      Pero tal resultado no es seguro, y hay intereses poderosos que se resisten a esa transformación. ¿Cómo entender, si no, el actual recrudecimiento de los movimientos políticos nacionalistas y xenófobos de muchos países ricos en el mundo? Estos movimientos demuestran el capital político que se puede ganar en las naciones ricas al retratar la inclusión de las poblaciones más pobres del planeta (en sus flujos migratorios o sus desafíos competitivos) como una amenaza. Así, el esfuerzo en las naciones ricas para asegurar y fortalecer sus fronteras, para restablecer los mercados protegidos, para reconstruir la “edad de oro” de mediados del siglo XX, ¿no se trata de un esfuerzo para reafirmar los privilegios de algunos a través de “acuerdos institucionales que garantizan la exclusión de la vasta mayoría de los otros del acceso a las oportunidades”?

      Narrativas en cuestión

      Desde la aparición de las ciencias sociales, y en el transcurso de su posterior desarrollo, la desigualdad y la estratificación han sido concebidas sobre todo como procesos que ocurren dentro de las fronteras nacionales. Este enfoque ha producido una serie de narrativas extendidas influyentes, una de las cuales sostiene que el bienestar relativo de las personas se basa sobre todo en la capacidad de las instituciones locales para promover el crecimiento económico y la equidad. Otra afirma que, con el tiempo, las personas pasaron a estar estratificadas en mayor medida por su esfuerzo y logro relativo que por las características con que nacen. Una tercera, corolario de las otras dos, señala que la movilidad social ascendente es fundamentalmente el resultado de la adopción por parte de los países de mejores instituciones nacionales y de la adquisición de un mayor capital humano por parte de los individuos. Mirar el despliegue de la desigualdad social en el mundo durante un largo período –en otras palabras, desde una perspectiva histórica mundial– cuestiona estas narrativas.

      Por lo tanto, nos enfrentamos a un dilema similar a los que caracterizaron la expansión de los mercados mundiales a fines del siglo XIX. Ese fue otro período de incertidumbre, en el que el crecimiento de los mercados generó tanto una comunidad defensora de la globalización como también una reacción proteccionista. Los patrones actuales de estratificación, movilidad y desigualdad social podrían transformarse en el futuro como consecuencia de las mismas oportunidades generadas por el crecimiento de las desigualdades entre países durante gran parte del siglo XX –de manera similar a la forma en que Adam Smith planteó cómo el desarrollo desigual de la ciudad y el campo generó las mismas fuerzas del mercado que, eventualmente, pondrían fin a esa desigualdad–. Por otro lado, los intereses desafiados por esa transformación podrían participar en el tipo de reacción proteccionista experimentada en la primera parte del siglo XX para revertir tales desafíos (aunque el tamaño de la India y China, junto con sus vínculos con otros países en Asia y en otros lugares, podría contribuir a producir resultados muy diferentes de aquellos del siglo XX). Determinar dónde colocarse frente a estas opciones implicará decisiones difíciles para las fuerzas progresistas en el mundo occidental, pero es importante tener en cuenta que la necesidad de tomar tales decisiones representa, en sí mismo, un signo del privilegio relativo del que tales fuerzas han disfrutado hasta ahora.

      Referencias

      Albrecht, S. y R. P. Korzeniewicz (2014), “Global Wages and World Inequality: The Impact of the Great Recession”, en C. Suter y C. Chase-Dunn (eds.), Structures of the World Political Economy and the Future Global Conflict and Cooperation, Berlín, Lit.

      — (2015), “Global Migration Flows and Income Differentials”, en M. Pilati y otros (eds.), How Global Migration Changes the Workforce Diversity Equation, Cambridge, Cambridge Scholars Publishing.

      Hirschman, A. (1970), Exit, Voice, and Loyalty: Responses to Decline in Firms, Organizations, and States, Cambridge, Harvard University Press.

      Hopkins, T. (1982), “World-Systems Analysis: Methodological Issues”, en T. Hopkins e I. Wallerstein (eds.), World-Systems Analysis: Theory and Methodology, Beverly Hills, Sage Publications.

      Hopkins, T. e I. Wallerstein (eds.) (1982), World-Systems Analysis: Theory and Methodology, Beverly Hills, Sage Publications.

      Korzeniewicz, R. P. y S. Albrecht (2012), “Thinking Globally About Inequality and Stratification: Wages Across the World, 1982-2009”, International Journal of Comparative Sociology, 53(5-6): 419-443.

      — (2016), “Income Differentials and Global Migration in the Contemporary World-Economy”, Current Sociology, 64(2): 259-276.

      Korzeniewicz, R. P. y T. P. Moran (2009), Unveiling Inequality, Nueva York, Russell Sage Foundation.

      Rawls, J. (1971), A Theory of Justice, Cambridge, The Belknap Press of Harvard University.

      Schumpeter, J. (1942),

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