Repensar las desigualdades. Elizabeth Jelin

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Repensar las desigualdades - Elizabeth Jelin Sociología y Política

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a los Estados Unidos, así como la Argentina es un país receptor de migrantes procedentes de Bolivia y un país de envío de migrantes a España. El objetivo principal del gráfico es ilustrar cómo la estratificación global produce fuertes incentivos para la migración de individuos o grupos de personas en los países relativamente más pobres. En el caso de Guatemala, por ejemplo, en 2007, cualquier persona perteneciente a los siete deciles más pobres experimentaría movilidad ascendente al acceder a los ingresos del segundo decil más pobre en México. En el caso de México, los incentivos son aún más sorprendentes, ya que todos, excepto el decil más rico, encontrarían una movilidad ascendente al acceder al ingreso promedio del segundo decil más pobre de los Estados Unidos.

      Por supuesto, la migración no es solo el producto de diferencias en los incentivos del ingreso. Migrar requiere acceso a múltiples recursos, desde los necesarios para cubrir los costos de transporte y de entrada a un país extranjero hasta las redes sociales que pueden facilitar el acceso a vivienda y trabajos –y estos recursos no están igualmente disponibles para todos los grupos de población de un país dado–. E incluso en presencia (o ausencia) de fuertes incentivos de ingresos, las decisiones de migrar también se basan en consideraciones más amplias relativas a la seguridad, la salubridad, el bienestar y las relaciones personales. Sin embargo, Albrecht y Korzeniewicz (2015) y Korzeniewicz y Albrecht (2016) indican que aun cuando se tienen en cuenta estas consideraciones más amplias, las diferencias de ingresos siguen siendo la variable más significativa para explicar los patrones globales de los flujos migratorios.

      Los dos caminos ya analizados de movilidad, la mejora del capital humano y la búsqueda del crecimiento económico nacional, requieren mucho tiempo para generar las utilidades pretendidas y están plagados de un grado alto de incertidumbre respecto de si dichas devoluciones llegarán como se espera. Por el contrario, la tercera vía de la movilidad en la estratificación global que estamos describiendo, la migración, aunque a menudo requiere un gran nivel de determinación y valentía, tiende a ofrecer ganancias mucho más inmediatas y ciertas (aunque un tipo diferente de incertidumbre podría requerir, precisamente, de grandes dosis de determinación, en particular para los migrantes indocumentados). Así, mientras que los académicos siguen convencidos de que las fronteras nacionales proporcionan los límites apropiados para comprender la movilidad social, los migrantes, en su cruce de tales fronteras, revelan que los límites de la estratificación son globales.

      De hecho, tal interpretación se ajusta a la explicación de La riqueza de las naciones sobre la evolución de los diferenciales de riqueza ciudad/campo. Para Smith, la efectividad de las barreras institucionales impuestas por las ciudades a la movilidad de la población del campo fue demostrada mediante la profundización de las desigualdades entre el campo y la ciudad. Pero a largo plazo, para Smith, estas desigualdades –y los bajos precios y salarios en el campo– inevitablemente generarán incentivos para que los empleadores de las ciudades salgan del pacto institucional existente para aprovechar las mayores oportunidades de ganancias fuera de los límites de la ciudad. Esto iniciaría la desaparición de la asociación corporativa de las ciudades.

      Como en el escenario ciudad/campo de Smith, el incremento de las disparidades de ingresos entre las naciones a lo largo del tiempo ha generado fuertes incentivos (salarios mucho más bajos en los países pobres) para “externalizar” trabajos calificados y no calificados a países periféricos en una “desviación del mercado” (market bypass) que, en efecto, supera las restricciones del siglo XIX en los flujos de mano de obra. El aumento de la desigualdad mundial se convierte en una fuerza impulsora también para la migración, que sostiene la promesa de ofrecer una vía rápida para la superación de la brecha entre riqueza y pobreza. En este sentido, la migración encarna la movilidad social. De hecho, un flujo verdaderamente libre de personas en todo el mundo proporcionaría los medios más rápidos para transformar por completo los equilibrios que han caracterizado la estratificación global durante los últimos doscientos años.

      La transformación de la desigualdad global

      Korzeniewicz y Moran (2009) sostienen que los patrones persistentes de alta desigualdad al interior de los países, como en gran parte de América Latina y África, parecen estar vinculados en su origen a la explotación del trabajo forzado y al acceso restringido de grandes segmentos de la población a la propiedad y a los derechos políticos, lo que implica la persistencia de lo que llamamos exclusión selectiva. Tal exclusión está justificada en general por criterios categoriales. En comparación, los patrones de menor desigualdad en los países más ricos, donde los trabajadores independientes y los pequeños propietarios tienen un acceso considerable a la propiedad y los derechos políticos, parecen implicar una inclusión relativamente mayor –a través de políticas estatales redistributivas, la capacidad de las organizaciones gremiales para mejorar el poder de negociación de los trabajadores y el uso efectivo de la educación para mejorar las capacidades y, por lo tanto, los salarios–.

      Pero, de hecho, mientras los acuerdos institucionales centrados en la exclusión selectiva y la desigualdad categorial parecen ser las características distintivas de los patrones de desigualdad dentro de un país, la exclusión selectiva y el despliegue de la desigualdad categorial han sido también centrales para el desarrollo y la persistencia de lo que parecen constituir patrones de baja desigualdad en un país.

      En el patrón de alta desigualdad dentro del país, los acuerdos institucionales mejoran las oportunidades económicas para algunos, al tiempo que restringen el acceso de grandes sectores de la población a diversas formas de oportunidad (“educativas”, “políticas”, “económicas”). Las oportunidades mejoradas para algunos y el acceso restringido de la mayoría están relacionados: la exclusión selectiva sirve para reducir la competencia entre las élites a través de acuerdos institucionales que, al mismo tiempo, aumentan las presiones competitivas entre las poblaciones excluidas (en las arenas o los mercados a los que estas poblaciones están restringidas). En el patrón de alta desigualdad en el país, esta exclusión selectiva opera sobre todo dentro de las fronteras nacionales.

      El rol de la exclusión selectiva es menos evidente en el patrón

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