Repensar las desigualdades. Elizabeth Jelin

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Repensar las desigualdades - Elizabeth Jelin Sociología y Política

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relativa de los individuos o grupos en la distribución global del ingreso, que se logran al “saltar” o moverse entre ubicaciones categoriales.

      Si bien los estudios de movilidad socioeconómica en las naciones ricas suelen asumir que sus conclusiones son universalmente relevantes, estas conclusiones se derivan de la limitada gama de interacciones que tienen lugar entre y dentro de los estratos relativamente ricos en el mundo (sobre todo, los dos deciles de ingreso más altos en el gráfico 1.1). Un enfoque tan estrecho proporciona una perspectiva parcial y fragmentada de los patrones de movilidad. Para hacer un paralelo histórico, sería como si tuviéramos que suponer que un estudio de las trayectorias individuales de la nobleza francesa o británica en el siglo XV sirviera para representar el carácter general de la estratificación social y movilidad en el tiempo. Tomar el mundo como la unidad de análisis relevante nos permite reevaluar los tres caminos principales que, de hecho, han caracterizado a la movilidad social.

      Camino A: movilidad dentro del país

      Este es el camino de movilidad más evidente. Por este camino, por ejemplo, los individuos o grupos cambian su posición relativa dentro de las distribuciones de ingreso nacional a través de la revalorización o la devaluación de capital humano (en general, habilidades y educación). Expresada de manera más amplia como una prueba del desplazamiento gradual de la posición social por el logro como el principal criterio de conformación de la estratificación social, la búsqueda de esta estrategia a nivel individual ha sido el foco principal en el estudio de la movilidad para gran parte de las ciencias sociales durante el siglo XX.

      Los estudios sobre movilidad intergeneracional en los países ricos terminan midiendo el movimiento en la parte superior de la distribución del ingreso global, los deciles 9 y 10 del gráfico 1.2. En 2005, el ingreso promedio para un graduado de la escuela media en los Estados Unidos fue de más de US$31.500, mientras que la misma cifra para alguien con un título de licenciatura o superior fue de más de US$56.000 (US Census Bureau, 2006). El cambio de un ingreso a otro por cierto representa un hito importante para los individuos y grupos que realizan esa transición: dentro de los Estados Unidos, este logro educativo implicaría un movimiento de USA4 a USA8. Pero incluso ese cambio importante dentro de los países representa, en el gráfico 1.1, un movimiento más limitado en la estratificación global, ya que ambos ingresos (US$31.500 y US$56.000) están contenidos en el decil 10 del ingreso global.

      Por otro lado, la movilidad global a través del logro educativo hoy es más significativa cuanto mayor es el nivel de desigualdad dentro del país, y en particular en los países de ingreso medio.

      Gráfico 1.2. Migración como movilidad social global

      Fuente: Korzeniewicz y Moran (2009). © Russell Sage Foundation. Reproducido con permiso.

      Después de todo, el acceso restringido a la educación es uno de los principales mecanismos a través de los cuales se reprodujeron los altos niveles de desigualdad en algunas naciones durante todo el siglo XX. En un país como Brasil, donde los niveles de desigualdad son extremadamente altos, y menos del 10% de la población tiene un título universitario, un cambio para un individuo o un grupo similar al descripto para los Estados Unidos implicaría un movimiento de BRA5 o BRA6 a BRA10, lo que se traduce en un desplazamiento del decil global 7 al 9. Desde el punto de vista de la posición relativa en la estratificación global, las utilidades de la educación en las naciones de ingresos medios y desigualdad alta son aún más considerables que en las naciones ricas.

      Sin embargo, hay obstáculos significativos que complican este camino de movilidad. Más importante aún, la utilidad relativa en cualquier nivel dado de capital humano y logro educativo está sometido a cambios significativos con el paso del tiempo. Por ejemplo, tener educación primaria completa era un estándar alto de ventaja educativa a finales del siglo XIX, pero hoy no se considera como un indicador alto del logro del capital humano. La alfabetización informática casi no existía cuarenta años atrás, pero sin duda hoy es una habilidad crucial. En particular en las naciones más pobres, los esfuerzos para obtener los beneficios asociados con un capital humano y un nivel educativo mayores a menudo implican participar en una carrera cuya meta se mueve constantemente hacia adelante.

      En gran parte de la literatura predominante actual, los cambios en las utilidades diferenciales del trabajo calificado y no calificado y en quién tiene acceso a estas oportunidades son fundamentales para la comprensión de la estratificación y movilidad social. Estos cambios en los retornos son, de hecho, uno de los ejes fundamentales alrededor de los cuales se ha constituido históricamente la desigualdad. Pero lo que suele faltar en la literatura mainstream, y lo que una perspectiva histórica mundial nos hace observar, son las formas cambiantes en que la “habilidad” ha sido construida con el tiempo como un criterio a través del cual las utilidades se distribuyen de manera diferencial en varias poblaciones.

      Esta perspectiva ayuda a comprender, por ejemplo, por qué ciertos criterios (“alfabetización”, “educación primaria”, “educación secundaria”, “conocimientos informáticos”) sirven para reclamar (o justificar) mayores utilidades en un período pero no en el tiempo, por qué algunos trabajos se perciben como “no calificados” en ciertos países pero como “expertos” en otros, o por qué los nuevos procesos de producción podrían leerse como una “descalificación” en algunos países pero como una “mejoría” en otros. En otras palabras, una perspectiva histórica mundial destaca que los criterios de “capital humano” que sustentan la desigualdad son en sí el resultado de acuerdos institucionales vinculados a los procesos de destrucción creativa schumpeterianos.

      Schumpeter sugiere que, en vez de una única transición de un estado de equilibrio a otro, debemos concebir que el capitalismo entraña una transformación continua:

      El capitalismo es, por naturaleza, una forma o método de cambio económico que no es ni jamás podrá ser estacionario. La apertura de nuevos mercados, nacionales o extranjeros, y el desarrollo organizacional desde el taller hasta las preocupaciones tales como las del US Steel [Acero de los Estados Unidos] ilustran el mismo proceso de mutación industrial –si puedo usar ese término biológico– que sin cesar revoluciona la estructura económica desde adentro: destruyendo lo viejo y creando lo nuevo, incesantemente. Este proceso de Destrucción Creativa [en mayúsculas en el original] es el hecho esencial del capitalismo. En esto consiste el capitalismo y es donde reside toda preocupación capitalista (Schumpeter, 1942: 82-3).

      En el modelo schumpeteriano, la introducción y la agregación de las innovaciones perturban las disposiciones económicas y sociales existentes. Con el tiempo, este es el proceso fundamental que impulsa los ciclos de prosperidad (que se caracterizan por una inversión intensa en nuevas oportunidades productivas) y de depresión (que se caracterizan por una absorción más amplia de prácticas innovadoras y una eliminación de actividades más vetustas).

      En vez de reflejar una capacidad objetiva para satisfacer ciertos requerimientos técnicos (o cualquier cosa relacionada con las tareas realizadas en la producción), la variedad de las poblaciones relevantes en las categorías de calificados y no calificados en todo el mundo está vinculada a los procesos de destrucción creativa. En su mayor parte, los “calificados” en cualquier conjunto de distribución particular están constituidos por aquellos que están involucrados en el extremo más “creativo” de los procesos de destrucción creativa descriptos por Schumpeter. La desacreditación y creación de los no calificados es el resultado de la constante “destrucción”, y los procesos de construcción de la desigualdad categorial están vinculados a los criterios que se utilizan en cualquier momento histórico dado para agrupar a las poblaciones en las categorías “calificadas” y “no calificadas” (hoy “no calificadas” se refiere a la mayor parte de esas actividades, que alguna vez se consideraron “calificadas”, y que ahora son

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