Alamas muertas. Nikolai Gogol

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Alamas muertas - Nikolai Gogol страница 3

Alamas muertas - Nikolai Gogol Vía Láctea

Скачать книгу

nivel el título «almas muertas» equivale al primer nivel temático, «Chichikov compra almas muertas» (campesinos muertos aún no registrados como tales); en el segundo nivel, la ambigüedad de «almas muertas» (gentes sin alma, o carentes de espíritu) se corresponde también con el desarrollo interior de la obra, que muestra un paisaje rebosante de personas que carecen de alma como tal o, más propiamente, que han dejado morir sus almas. Ello se percibe, por ejemplo, cuando del terrateniente Sobakievich se diga que «parecía como si en este cuerpo no hubiera alma o como si ésta estuviera en él pero en absoluto allí donde corresponde [...]» (p. 188); o cuando tras la muerte del fiscal se diga que «fue entonces solamente, con el duelo, cuando supieron que el difunto había tenido, en efecto, un alma, aunque por su propia modestia nunca la hubiera mostrado» (p. 293); o al mostrar la ceja enarcada de su cadáver con una cierta expresión interrogativa: «Sólo Dios sabe qué es lo que preguntaba el difunto, si por qué había muerto o por qué había vivido» (p. 293). En todo caso, por si queda alguna duda, el autor lo enuncia también de forma explícita. «¡Aunque estáis aún vivos, os da lo mismo! Es igual que si estuvieseis muertos» (p. 223).

      Los primeros en confirmar lo acertado del título fueron los censores moscovitas, que lo consideraron de todo punto inaceptable, como muestra el autor en una carta desesperada a su amigo Plietniov (07-1-1842):

      Por tanto, ni el título de la obra era casual ni inocente ni los censores moscovitas andaban muy desencaminados al percibir en aquella sátira en su conjunto una crítica radical de la sociedad, de la mentalidad y de las instituciones de la Rusia zarista. Tan lejos llegaba Gogol en su obra, tanto fue exaltado por los sectores más inquietos de la resistencia intelectual al zarismo (Bielinskii, Herzen...) que, como por un acto reflejo, preferiría en adelante no sólo medir más sus críticas, hacerlas más discursivas y menos borrosas, sino someter a sus obras previas a una amplia reinterpretación que las redimiera para el futuro. El primer eslabón de esa cadena de transformación de Gogol como literato habrá de remontarse, no obstante, a su reforma de La historia del capitán Kopieikin para conseguir pasar la censura petersburguesa... antes, pues, de la propia publicación de Almas muertas.

      LA TRAICIÓN A KOPIEIKIN

      Intrigados por la identidad de Chichikov, las autoridades de la ciudad de NN., empiezan a ofrecer sus teorías al respecto. El jefe de correos ve detrás de la personalidad de nuestro Pavel Ivanovich la huella un tal «capitán Kopieikin», cuya historia pasa a relatar. En su versión original, tal como se presenta en nuestra edición (pp. 283-289), Kopieikin sería un personaje próximo al Akaki Akakievich de «El capote», una víctima de un sistema burocrático que oprime al individuo hasta destruirlo, pero que retorna al mundo en forma de fantasma para vengar el daño que se le ha infligido. Kopieikin, mutilado de la guerra contra Napoleón, con una sola pierna y un solo brazo, acude donde un general (¡un gran señor!), en funciones de ministro, a solicitar una ayuda económica que palie su situación. Cansado de volver una y otra vez a solicitar esa ayuda sin conseguir más que vagas promesas, Kopieikin decide no moverse del palacio ministerial hasta que se le dé una solución, a lo que el ministro responde lanzando contra él a sus guardias, que lo avasallarán y lo devolverán a la fuerza a su lugar de origen.

      La implicación de generales y ministros (y hasta la propia inclusión del emperador en la historia [p. 286]) debió de resultar inaceptable para los censores, que le aconsejaron a Gogol suprimir la historia entera; pero éste se resistirá a hacerlo y propondrá, por el contrario, llevar a cabo una nueva versión.

      Es uno de los mejores pasajes del poema y, sin él, habrá un vacío que soy incapaz de enmendar o de enmascarar. He decidido rehacerlo antes que perderlo por completo. He eliminado a todos los generales, he resaltado con más fuerza el carácter de Kopieikin, de forma que ahora está claro que él mismo es el responsable de todo y que con él se han portado bien. (Carta a Plietniov [10-04-1842], Cartas 1842-1845, p. 54.)

      Ya es parte de la leyenda de Almas muertas que en cinco días (primeros de abril de 1842) estuvo listo el nuevo Kopieikin; ahora bien, el resultado será sorprendente.

      Conozco pocos casos en la historia de la literatura donde un autor haya mostrado tan pocos escrúpulos en traicionar a uno de sus personajes. Más aún cuando el Kopieikin original, una víctima en todos los sentidos, resultaba verdaderamente «entrañable». El Kopieikin que aparezca en los 2.400 ejemplares de la primera edición de Almas muertas quedará condenado ya desde las retocadas primeras líneas: «Esta cabeza loca, antojadiza como el diablo, había pasado mucho tiempo en cárceles militares y bajo arresto, y había probado de todo» (p. 575).

      Da la sensación de que como el Kopieikin no le sirve ya para la crítica a las autoridades, decide reaprovecharlo para la crítica de los vicios humanos y así se convierte en un símbolo del hechizo pecaminoso de la ciudad en una mente limitada y en una personalidad torcida. En carta a uno de los censores, A. V. Nikitienko (10-04-1842), señala: «He dibujado el carácter de Kopieikin con trazos más afilados, de forma que ahora está claro que es él mismo la causa de sus acciones... y no la falta de compasión de los otros. El jefe de la comisión llega incluso a tratarlo muy bien» (Cartas 1842-1845, p. 55).

      ¿Por qué se obstinó Gogol en mantener el Kopieikin? En la carta que acabo de citar dirá también

      [...] he de confesar que la destrucción del Kopieikin me ha molestado mucho. Es una de las partes mejores. No hay forma de parchear el agujero que se percibe en mi poema. [...] esta pieza es esencial no para la conexión de acontecimientos sino para distraer al lector por un instante, para reemplazar una impresión por otra; [...]. He rehecho el Kopieikin; he desechado todo, hasta al ministro, hasta la palabra «Excelencia». En ausencia de todo el mundo, lo que queda en San Petersburgo es una comisión temporal. (Cartas 1842-1845, pp. 54-55.)

      Donald Fanger señala que lo absurdo de la asociación Chichikov-Kopieikin, apuntada por el jefe de policía sólo cuando el cuento ya había sido contado (¡Chichikov tenía todos sus miembros intactos!), delata que el fin

Скачать книгу