Fausto. J.W. Goethe

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Fausto - J.W. Goethe Clásicos

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ánimo resuelto la espalda al bello sol de la tierra. Decídete con osadía a forzar las puertas ante las cuales todos querrían pasar de largo. Llegó ya el momento de probar con hechos que la dignidad del hombre no cede ante la grandeza de los dioses; hora es ya de no temblar frente a ese antro tenebroso en donde la fantasía se condena a sus propios tormentos; de lanzarse hacia aquel pasaje, alrededor de cuya estrecha boca vomita llamas todo el infierno; de resolverse a dar este paso con faz serena, aun a riesgo de hundirse en la nada.

      Desciende ahora, y sal de tu viejo estuche, copa de límpido cristal, en la que no pensaba desde hacía muchos años. Lucías en las regocijadas fiestas de mis antepasados, y alegrabas a los graves comensales según ibas pasando de uno a otro. La rica magnificencia de tus numerosas figuras con tanto arte labradas, la obligación que tenía el bebedor de explicarlas en rimas y de vaciarte de un solo trago, evocan en mí el recuerdo de más de una noche de la juventud. No te pasaré ahora a ningún vecino, ni haré gala de mi ingenio ensalzando tus primores. He aquí un licor que produce súbita embriaguez. Su parda onda llena tu cavidad. Yo mismo lo preparé y lo elijo para mí. Sea ésta mi libación postrera, que consagro, con toda el alma y como solemne y supremo saludo, al mañana.

      Se lleva la copa a la boca. Tañido de campanas y canto en coro.

      CORO DE ÁNGELES

      ¡Cristo ha resucitado! ¡Júbilo al mortal, que estaba encadenado por los funestos e insidiosos vicios hereditarios!

      FAUSTO

      ¿Qué profundo rumor, qué armónico son arranca de un modo violento la copa de mis labios? ¿Anunciáis ya, broncas campanas, la primera hora solemne de la fiesta de Pascua? Y vosotros, celestes coros, ¿entonáis ya el himno consolador que largo tiempo ha, en la noche del sepulcro, salía de los labios de los ángeles, como prenda de nueva alianza?

      CORO DE MUJERES

      Con aromas lo ungimos nosotras, sus fieles; lo depositamos en el sepulcro, lo envolvimos con limpias vendas y blancos cendales, y ¡ay!, ¡no encontramos a Cristo aquí!

      CORO DE ÁNGELES

      ¡Cristo ha resucitado! ¡Feliz aquel que ama, aquel que ha resistido la dolorosa, saludable y aleccionadora prueba!

      FAUSTO

      ¿Por qué venís a buscarme en el polvo, dulces y poderosos acentos celestiales? Resonad doquiera que haya hombres débiles. Oigo bien el mensaje, pero fáltame la fe, y el hijo predilecto de la fe es el milagro. No me atrevo a aspirar a esas esferas desde donde se deja oír la feliz nueva; y a pesar de ello, estos acentos a que estoy habituado desde mi niñez, me llaman ahora de nuevo a la vida. Otras veces, en medio del austero recogimiento del domingo, descendía sobre mí el ósculo de amor celeste; entonces resonaba, llena de presagios, la multitud del sonido de las campanas, y la plegaria constituía para mí un férvido deleite; un dulce e inexplicable anhelo me impelía a divagar por bosques y praderas, y bañado en ardientes lágrimas, sentía nacer un mundo para mí. Este canto anunciaba los alegres juegos de la juventud, la franca felicidad de las fiestas primaverales. Tal recuerdo, impregnado de sentimiento infantil, me impide ahora dar el último, el más grave paso. ¡Ah! Seguid sonando, dulces cantos celestes. Una lágrima corre, la tierra me recupera.

      CORO DE DISCÍPULOS

      Excelso y lleno de vida, el Sepultado ha ascendido ya glorioso a las alturas. En el goce de la nueva existencia, está cercano a la felicidad creadora, en tanto que nosotros, ¡ay!, permanecemos en el seno de la tierra para sufrir. Nos deja a nosotros, los suyos, languideciendo aquí abajo. ¡Ah, Maestro!, lloramos tu felicidad.

      CORO DE ÁNGELES

      Cristo ha resucitado del seno de la corrupción. Romped gozosos vuestras ligaduras. Para vosotros, que le glorificáis con vuestras obras, que dais pruebas de amor, que os partís el pan como hermanos, que recorréis la tierra predicando a los hombres y prometiéndoles la bienaventuranza, para vosotros el Maestro está cerca, para vosotros está ahí.

       Ante la puerta de la ciudad

      Salen paseantes de todas clases.

      UNOS APRENDICES

      ¿Por qué vais por ese lado?

      OTROS

      Vamos a subir hasta la posada del Cazador.

      LOS PRIMEROS

      Pues nosotros nos encaminamos hacia el Molino.

      UN APRENDIZ

      Os aconsejo ir a la Venta del Agua

      APRENDIZ 2.°

      El camino hacia allá no es bonito.

      LOS SEGUNDOS

      Y tú, ¿qué piensas hacer?

      APRENDIZ 3.°

      Yo voy con los demás.

      APRENDIZ 4.°

      Venid cuesta arriba hacia Burgdorf. Con seguridad encontraréis allí las más lindas muchachas, la mejor cerveza y jaleos de primer orden.

      APRENDIZ 5.°

      Estás de muy buen humor, camarada. ¿Tienes comezón en el pellejo por tercera vez? Lo que es yo, no voy allá; le tengo horror al lugar.

      UNA MOZA DE SERVICIO

      No, no; yo me vuelvo a la ciudad.

      OTRA

      Segura estoy de que le vamos a encontrar junto a los álamos.

      LA PRIMERA

      Para mí no es muy divertido eso. Irá él a tu lado, y una vez en el corro, con nadie bailará sino contigo. ¿Qué me importan a mí tus diversiones?

      OTRA

      Es que a buen seguro hoy no estará solo. Ha dicho que con él iría el Cabeza-crespa.

      UN ESTUDIANTE

      ¡Rayos! ¡Cómo andan aquellas garridas mozas! Ven, hermano; hemos de acompañarlas. Buena cerveza, tabaco fuerte y una criada acicalada: esto es lo que me gusta a mí.

      UNA SEÑORITA

      Mira, mira aquellos guapos muchachos. Vaya un gusto: pudiendo gozar de la mejor compañía, corren tras esas mozas de servicio.

      ESTUDIANTE 2.°

      (Al primero.) No tan aprisa. Ahí detrás vienen dos muy lindamente vestidas; una de ellas es vecina mía, y es una chica de la cual estoy muy prendado. Andan con su paso tranquilo, y acabarán por juntarse con nosotros.

      ESTUDIANTE 1.°

      No, señor camarada; no me gusta a mí tanta seriedad. ¡Aprisa!, no sea que se nos escape la pieza. La mano que empuña la escoba el sábado es la que mejor te acariciará el domingo.

      UN BURGUÉS

      No, no me gusta el nuevo burgomaestre. Ahora que lo es, se vuelve cada

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