La cuestión del sujeto político decolonial en el Ecuador de la Revolución Ciudadana. Giacomo Finzi

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La cuestión del sujeto político decolonial en el Ecuador de la Revolución Ciudadana - Giacomo Finzi

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se conoce como dicotomía entre Estado y mercado.

      La obra de Antonio Gramsci ha contribuido mucho al estudio de los movimientos sociales y, por lo general, al rol que atribuía a la sociedad civil en la acción política y en la relación que se establece entre sociedad política y sociedad civil. Al mismo tiempo, su definición de Estado ampliado conduce a pensar en una visión más compleja sobre la res publica, es decir, plantea que no solamente está constituida por los políticos de profesión (o, como los definiría el politólogo Giovanni Sartori, los empresarios de la política), sino que se caracteriza al mismo tiempo por el rol activo y la participación de los ciudadanos. Eso implica, además, una modificación radical de la relación entre gobernantes y gobernados. Dicha teoría gramsciana enriquece el debate sobre la relación emblemática entre los movimientos sociales y los gobiernos, para establecer que no deben instaurarse mecanismos de imposición, cooptación o invisibilización de los sujetos políticos y sociales, y que los Estados pueden instituir, paralelamente, instrumentos y mecanismos represivos.

      En suma, para que los movimientos sociales puedan tener un papel activo y eficaz en la transformación social, deben mantener un nivel de autonomía y reciprocidad dentro del sistema político. En caso contrario, estos terminan siendo un mero instrumento del gobierno o de un partido político para generar consenso a través de la cooptación y para justificar su acción.

      En la definición gramsciana de Estado ampliado, no se considera solo el concepto exclusivamente jurídico-institucional del aparato estatal –una idea restringida del Estado que se reduce a la idea de sociedad política, entendida aquí como la clase de burócratas y funcionarios del Estado–. Además, esta definición incorpora lo que Marx llamaba los medios de producción ideológica, como las iglesias, los partidos políticos y los sindicatos, que expanden una visión del mundo y organizan las masas (Campione, 2007, pp. 60-61). En el mundo contemporáneo se podrían incluir nuevos elementos como el universo de los medios de comunicación, la prensa y la televisión, internet, las redes sociales (como Twitter o Facebook), entre otros. En el caso de la Revolución Ciudadana, tendrá un papel muy importante la red de medios de propaganda oficialista, como las Sabatinas y los enlaces ciudadanos, destinados a producir un mecanismo de consenso y, paralelamente, articular la polarizante dialéctica amigo-enemigo dentro de la sociedad civil.

      En su definición del Estado ampliado, Gramsci sostiene que:

      hay que observar que en la noción general de Estado entran elementos que deben reconducirse a la noción de la sociedad civil (en el sentido, podría decirse, de que Estado= sociedad política + sociedad civil, o sea, hegemonía acorazada con coerción). El elemento Estado-coerción se puede imaginar extinguible a medida que se afirman elementos cada vez más conspicuos de sociedad regulada, Estado ético o sociedad civil. (Gramsci, 1984, p. 76)

      En el caso del Ecuador, se puede afirmar que el Estado ha sido un producto histórico débil y fragmentado, inclusive por la presencia de grupos económicos y políticos locales y localistas con tendencias regionalistas –por la influencia y el peso de las élites regionales como, por ejemplo, las élites guayaquileñas, quiteñas y cuencanas–1, mientras que la sociedad civil –por lo menos desde el auge del neoliberalismo– ha ejercido un papel muy importante de control y sanción sobre la sociedad política, cuyas expresiones mayores han sido los levantamientos y los derrocamientos de tres presidentes.

      Un estudio preliminar de la plataforma programática de Alianza PAIS podría demostrar la intención de ampliar la noción de Estado y transformarlo radicalmente como organización, sin reducirlo a la maquina estatal –extremamente debilitada y casi aniquilada como consecuencia de años de reformas estructurales y neoliberalismo salvaje– y extendiéndolo a sectores de la sociedad civil. Lo anterior, al favorecer mecanismos de participación ciudadana y a través del partido-Estado, pretende formar un nuevo bloque histórico, capaz de proponerse como alternativa válida a la partidocracia tradicional y al bloque de poder dominante preexistente.

      Según Antonio Gramsci, estructura y superestructura componen el bloque histórico como base material e ideología, como contenido económico-social y forma ético-política. Las clases subalternas llegan a las fases superiores de su desarrollo por cuanto consiguen autonomía frente a las clases dominantes y obtienen la adhesión de otros grupos políticos aliados. Esa adhesión se alcanza en la medida en que desarrollan una contrahegemonía que cuestiona la visión del mundo, los modos de vivir y de pensar que las clases dominantes han logrado expandir entre vastos sectores sociales. Así, la nota distintiva es el quiebre de las jerarquías sociales, de las relaciones cristalizadas de mando y obediencia, de la división entre ciudad y campo, entre intelectuales y simples y entre Estado y sociedad civil.

      Se apunta a la subsunción en la futura sociedad regulada, superación definitiva del Estado-clase en el plano político, reforma económica y reforma intelectual y moral. Así, el cambio de poder político y la construcción hegemónica parecen convertirse en pares en vinculación compleja, pero que no pueden realizarse uno sin el otro. En el pensamiento gramsciano, la creación de un nuevo bloque histórico no puede subsumirse en una política de alianzas, sino que entraña la construcción de una nueva totalidad social, en la que se revolucionen las fuerzas materiales y las superestructuras, con los intelectuales en un papel de soldadura de ese nuevo bloque, cuya configuración marca el inicio de un nuevo periodo histórico (Campione, 2007, pp. 43-45).

      Observando el manifiesto programático con el cual Rafael Correa se presentó a las elecciones generales de octubre de 2006, se pueden notar los principales ejes que podrían presuponer la construcción del Estado ampliado. Las llamadas cinco revoluciones se proponían así: una revolución constitucional y democrática; una revolución ética; una revolución económica y productiva; una revolución educativa y de salud; y una revolución por la dignidad, la soberanía y la integración latinoamericana2. Cada uno de estos componentes tenía como eje central la redefinición del papel del Estado, junto con su reconfiguración en relación con el modelo económico y los sujetos políticos, a través de su refundación. Sin embargo, como considera el profesor Francisco Muñoz Jaramillo3,

      es necesario establecer la diferencia entre la retórica discursiva que tiene Alianza PAIS y que [me] parece fundamentada en sus propuestas originales, las famosas cinco tesis que tiene, que le da lugar a la presidencia a Correa [elecciones de 2006] y a todos los demás, de lo que es la realidad de las cosas, sobre todo, en relación con la forma de Estado. [Creo que] esta diferencia es fundamental y que debe llevar a caracterizar y desmenuzar el uso del discurso de Correa que está lleno de retórica y lo que son las acciones prácticas que fueron desarrollando durante los diez años y cambiando algunas cosas del Estado, la forma del Estado. (Francisco Muñoz, entrevista con el autor, 14 de julio de 2017)

      En efecto, en este capítulo se analizará el tipo de Estado que los gobiernos de Alianza PAIS efectivamente construyeron, con cuáles objetivos y, finalmente, qué consecuencias implicó para la acción de los movimientos sociales y la sociedad ecuatoriana en su conjunto.

      Muy relacionado con lo anterior, cabe mencionar la pertinencia en el pensamiento gramsciano del concepto de hegemonía:

      La hegemonía se expresa, por tanto, como predominio en el campo intelectual y moral, diferente del dominio en el que se encarna el momento de la coerción. Pero esa dirección tiene raíces en la base, componentes materiales junto a los espirituales: no hay hegemonía sin base estructural, la clase hegemónica debe ser una clase principal de la estructura de la sociedad, que pueda aparecer como la clase progresiva que realiza los intereses de toda la sociedad. (Campione, 2007,

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