La cuestión del sujeto político decolonial en el Ecuador de la Revolución Ciudadana. Giacomo Finzi

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La cuestión del sujeto político decolonial en el Ecuador de la Revolución Ciudadana - Giacomo Finzi

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que ha considerado el término hegemonía en sus teorizaciones. Según el análisis de Perry Anderson, en su texto Las antinomias de Antonio Gramsci (1981, pp. 32-34), el término hegemonía se venía utilizando desde los tiempos de la Primera Internacional Comunista de 1864. El propio Lenin había reflexionado sobre este concepto. Sin embargo, entre Gramsci y Lenin hay algunas diferencias fundamentales en la concepción del término: según el estudioso gramsciano Hugues Portelli, en su texto Gramsci y el bloque histórico, Gramsci da preeminencia a la dirección cultural e ideológica, mientras que Lenin privilegia la conducción política y militar.

      En este sentido, y también para los objetivos que se propone el presente estudio, en el análisis del concepto de hegemonía se considerará mayormente su aspecto superestructural, en el que prima el mundo de las ideas, lo ideológico, lo cultural, lo jurídico, lo ético y lo político; en pocas palabras, lo que Atilio Borón (2008) ha definido frecuentemente como la batalla de ideas.

      Naturalmente, el estudio de la hegemonía, en relación con el proceso ecuatoriano de la Revolución Ciudadana, no se limitará al componente de la superestructura, sino que tratará de caracterizar su base material, es decir, el modo de producción y la organización social de la economía (mundo del trabajo, relación capital-trabajo, capital-naturaleza). Por esta razón, en el capítulo 2 del presente trabajo se dará mayor espacio a los efectos sobre la base estructural y, en particular, a las transformaciones en el sistema de acumulación. Por su parte, estudiaremos la hegemonía de Alianza PAIS y los sujetos políticos decoloniales, aun para analizar cómo estos se (des)articulan.

      Muy frecuentemente se asocia el neoliberalismo con algunas doctrinas y policies económicas. Por ejemplo, en el caso del Consenso de Washington, se implementa una serie de políticas de liberalización de la economía: las llamadas políticas de ajustes estructurales de primera, segunda y tercera generación. Normalmente, se asocian a esta fórmula unas policies específicas y miradas que los gobiernos de esta tendencia política y económica implementan: en lo específico, se trata de una serie de medidas económicas, como un plan de reducción del déficit y de la deuda, la privatización de las empresas públicas, la desregulación de las industrias clave, y la liberalización del sector comercial y financiero. En particular,

      las reformas de primera generación introducen la liberalización de los mercados internos, la apertura externa de la economía, las privatizaciones y la flexibilización de los mercados laborales. Las de segunda generación imponen políticas sociales focalizadas (subsidios a los sectores más frágiles) y las de tercera, concesiones de los servicios públicos, autonomía del poder judicial y descentralización. (Acosta, 2006, p. 231)

      Si bien es cierto que estas medidas económicas constituyen elementos cruciales para introducir y fomentar el orden neoliberal y, contemporáneamente, son parte de él, no representan su esencia. Por ello, en este estudio se considerará al neoliberalismo como un concepto más complejo y más amplio, que no puede ser reducido a un simple modo de producción económico o a un mero programa económico –si bien estos son algunos de sus elementos orgánicos–. Como dijo el mismo Friedrich von Hayek, uno de los mayores referentes teóricos e ideólogos del neoliberalismo, en el discurso de apertura de la Sociedad Mont Pèlerin en 1947, “a political philosophy can never be based exclusively on economics, or expressed mainly in economic terms” (Hayek, 1967, p. 150).

      Sin embargo, el neoliberalismo representa algo más profundo y podría ser visto como un Weltanschauung, una cosmovisión completa que conceptualiza y teoriza eficazmente todas las esferas de la vida social (en el terreno individual, colectivo y comunitario). Las ideas políticas y económicas enriquecen el discurso neoliberal dentro de un horizonte filosófico, económico, político, histórico, sociológico, cultural, jurídico y ético. Representa, en efecto, una filosofía política sucinta y bien definida. Perry Anderson lo define en el año 2000 como una ideología universal; pero la definición del neoliberalismo como ideología crea algunos problemas en el análisis científico, cuyo riesgo es identificar solamente algunas características del concepto estudiado y llegar a algunas conclusiones influenciadas por juicios de valor. Por eso, aquí se sostiene que el término neoliberalismo surge sin una precisa connotación ideológica, pero que con el tiempo la adquiere en el momento en que construye un discurso político y modela una particular forma de organización política y social.

      En efecto, para poder alcanzar esta dimensión hegemónica, el neoliberalismo tuvo que organizarse y adquirir una estructura orgánica más definida, al grado de sistematizar sus contenidos. El mismo intelectual austriaco Friedrich von Hayek, fundador de la Sociedad Mont Pèlerin4, declaró: “We must make the building of a free society once more an intellectual adventure, a deed of courage” (Harris, 1997). Se trató inicialmente de una batalla intelectual, parecida a la que Borón describe para el mundo contemporáneo (frente a la difusión de los gobiernos progresistas y a las ofensivas imperiales), antes que sus valores y sus códigos se impusieran y se difundieran a nivel global. El neoliberalismo, con el tiempo, supo evolucionar tanto en términos teóricos como en la elaboración de estrategias, gracias a la presencia de sus instituciones, la Sociedad Mont Pèlerín y los think tanks5, que fueron creados en varios países. En esta batalla de las ideas, los teóricos y empresarios de la política y los economistas sirvieron como intelectuales orgánicos para ofrecer una mayor legitimidad al nuevo orden neoliberal ascendente (Birch y Tickell, 2010, p. 52). Los intelectuales desempeñaron un papel fundamental en el proceso de transformación que llevó consigo el neoliberalismo.

      En fin, se podría afirmar que el neoliberalismo es una doctrina filosófica que aspira a una transformación total de la sociedad, empezando por el ámbito económico y político y alcanzando finalmente los más diferentes sectores sociales y científicos. Con el tiempo, este ha sabido construir nuevos intereses, nuevas normas, nuevas prácticas y nuevos valores, que se han institucionalizado dentro de la sociedad mundial.

      Después de definir el concepto de hegemonía y neoliberalismo, es necesario aclarar cómo ha surgido la hegemonía neoliberal, en qué tipo de contexto lo ha hecho y cómo se desarrolló y difundió por todo el continente latinoamericano.

      Se iniciará esta aclaración recordando el planteamiento de Borón sobre la batalla de ideas. El triunfo del neoliberalismo en América Latina está fuertemente vinculado al fin de las experiencias alternativas y progresistas. En primer lugar, el gobierno de la Unidad Popular en Chile fue derrotado militarmente con el golpe del 11 de septiembre de 1973 y con la trágica muerte de Salvador Allende6. En paralelo, la victoria del conservadurismo y el triunfo del neoliberalismo en América Latina no consistieron solamente en la imposición de su agenda política, económica, y su modelo de organización de la sociedad y cultural, sino en haberse traducido e impuesto –hasta finales del siglo XX– como único paradigma válido para el desarrollo.

      Una de las evidentes señales de la derrota ideológica de las experiencias alternativas en América Latina, pero también en otras latitudes, es que buena parte de las fuerzas políticas de centroizquierda, o inclusive de izquierda, incorporaron algunos elementos puramente neoliberales dentro de su horizonte ideológico y manifiesto programático. Los casos emblemáticos son, por ejemplo, en Europa, el New Labour de Tony Blair, en el Reino Unido7, y la socialdemocracia del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) de Gerhard Schröder, en Alemania8. En América Latina, el caso más emblemático lo constituirían los gobiernos de la Concertación en Chile, que han mantenido, con pocas diferencias, las recetas económicas y el mismo modelo neoliberal en su conjunto, como herencia de peso en el eje del continuismo de la época de la dictadura de Pinochet.

      Lo paradójico sería justamente eso: que, inclusive en formaciones que se declaran socialdemócratas o socialistas –como en el caso del Partido Socialista

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