Cartas (I). Josemaria Escriva de Balaguer
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FACSÍMILES Y FOTOGRAFÍAS
Primera página del texto mecanografiado original de la Carta n.º 2, con correcciones manuscritas de san Josemaría de varios momentos distintos.
Primera página de la Carta n.º 2, que contiene las cuatro primeras Cartas; fue editado para uso interno en el Opus Dei en octubre de 1967.
La primera página de la Carta n.º 2 en la impresión realizada en folletos, para presentar los escritos de San Josemaría en su causa de beatificación, en 1985.
I.
INTRODUCCIÓN GENERAL A LAS “CARTAS”
por
José Luis Illanes
El presente volumen de la “Colección de Obras Completas de Josemaría Escrivá de Balaguer” está dedicado a cuatro de las treinta y ocho Cartas que san Josemaría escribió a los miembros del Opus Dei para exponer de forma detallada aspectos fundamentales del espíritu, del apostolado y de la historia de la institución a la que, siguiendo la luz fundacional del 2 de octubre de 1928, había dado vida.
I. El género de las “Cartas” en san Josemaría Escrivá
San Josemaría utilizó con frecuencia el vocablo “cartas”, de claras resonancias familiares, para referirse no sólo a su correspondencia ordinaria, sino también a escritos dirigidos a los miembros del Opus Dei[1]. Así, por ejemplo, designó con ese término a las tres breves Cartas circulares que les escribió en 1938 y 1939 cuando, estando cercano el fin de la Guerra Civil española, podía pensarse en redoblar el impulso apostólico[2]. Y lo mismo hizo en otros momentos en los que deseó comunicar algo a todos los miembros de la Obra. Consta, además, que desde comienzos de la década de 1930, pensaba escribir Cartas[3], inspiradas no por situaciones circunstanciales sino por realidades permanentes del espíritu y la vida del Opus Dei, como es el caso de las que ahora consideramos.
Al proceder así san Josemaría daba a la palabra “carta” un significado análogo al que tiene en bastantes autores de la época clásica y, después, en la tradición eclesiástica. Es decir, una exposición detenida y detallada de un tema, o de una serie de temas relacionados entre sí, dirigida no a una persona determinada, sino a un conjunto amplio, e incluso universal, de personas. Y esto con las características propias del estilo epistolar, es decir, familiar y directo, con hondura espiritual e intelectual, pero evitando formalismos y todo tono doctoral o académico. «Mis Cartas —escribe en una de ellas— [...] son una conversación de familia, para daros luz de Dios y […] para que conozcáis algunos detalles de nuestra historia interna»[4]. Y en otro lugar: «Mis Cartas no son un tratado [...]. Os diría también ahora que son voluntariamente desordenadas. Algunos conceptos, que quiero que se mantengan muy precisos y con mucha claridad en vuestra inteligencia y en vuestra vida, los repetiré de palabra y por escrito mil veces. […]. No penséis que pretendo agotar los temas que toco. No es ésta mi finalidad»[5]. La lectura de los documentos que ahora se comienzan a publicar pone de manifiesto que san Josemaría se mantuvo fiel a esa intención: no habla como un pensador que reflexiona especulativa y doctoralmente sobre una realidad, sino como el padre y fundador de una obra a la que trasmite un mensaje que está destinado a convertirse en vida.
¿De qué tratan estas Cartas?[6] Aunque no siempre abordan un tema de modo monográfico, puede esbozarse una clasificación según su contenido predominante, teniendo en cuenta que en muchos casos se intercalan amplias digresiones, reflexiones o recuerdos, sobre cuestiones diferentes, lo que quita a la exposición, como se ha dicho, toda impresión de tratado o de exposición sistemática.
Diez Cartas abordan aspectos o facetas del espíritu del Opus Dei, como la santificación de la vida ordinaria; la busca de la santidad y la vida de oración, siendo contemplativos en medio del mundo; la humildad, condición indispensable para crecer en la vida espiritual; el carácter secular de la vida y del apostolado de los miembros del Opus Dei; la libertad y responsabilidad en las cuestiones temporales; la santificación del trabajo; la misión específica del Opus Dei, en el contexto de la unidad y diversidad en los modos de participar los cristianos en la misión de la Iglesia; la vocación a la Obra, como llamada a santificarse en el propio estado; la santificación de la vida matrimonial y familiar; la labor de administración doméstica, condición para el desarrollo del espíritu de familia del conjunto del Opus Dei.
Otras siete se dedican a distintos aspectos del apostolado: el apostolado de amistad y confidencia, parte esencial de la labor evangelizadora de los miembros del Opus Dei; el apostolado con la juventud; el que se realiza a través de las labores de educación y enseñanza y de los medios de comunicación social; las características de las obras apostólicas promovidas por los fieles del Opus Dei; el compromiso de celibato y la disponibilidad para el servicio al apostolado; el inicio de la labor apostólica en nuevos países.
Cuatro más hablan del sacerdocio en el Opus Dei: de la necesidad de los sacerdotes para el desarrollo de la Obra; de la cooperación orgánica entre presbíteros y seglares y del espíritu de servicio, rasgo básico del comportamiento sacerdotal.
Otras siete desarrollan temas relacionados con la formación de los miembros del Opus Dei: la necesidad de la preparación espiritual y doctrinal religiosa para el cumplimiento de la misión cristiana en el mundo; la importancia del estudio de la teología; la unión con el Magisterio en todo tiempo y singularmente en los momentos de cambio y de crisis doctrinal; la seriedad, profundidad y conciencia de servicio en la investigación filosófica y teológica; las condiciones fundamentales para un verdadero diálogo, tanto en la vida ordinaria como en el terreno doctrinal: amor a la verdad, respeto a los demás, comprensión, estudio; la fortaleza en la fe y en la fidelidad al depósito de la Revelación.
En otras diez Cartas encontramos una preponderancia de cuestiones históricas —entremezcladas con temas ascéticos y explicaciones sobre los rasgos fundamentales del espíritu del Opus Dei—, especialmente acerca del itinerario jurídico de la institución y de las dificultades que han jalonado la historia de la Obra: la erección como instituto secular, con los rasgos, limitaciones y ambigüedad de esa figura jurídico-canónica y los riesgos derivados del modo en que fue aplicada; el hecho de que el Opus Dei no necesita votos, sino que pide virtudes: importancia tanto de las virtudes teologales como de las humanas, en la formación y en la vida de los fieles del Opus Dei; actitud ante las dificultades y calumnias: saber