La paz sin engaños. Mario Ramírez-Orozco

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La paz sin engaños - Mario Ramírez-Orozco

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esperar, distintas nociones de este concepto, muchas de ellas contradictorias. La más general es la noción de paz colectiva, que prevaleció largos siglos, la de una simple ausencia de guerra o de confrontación notoria.{17} Una paz forzada por el reconocimiento explícito o tácito de la imposibilidad de dominar o exterminar al otro. Hecho común en las relaciones entre tribus, pueblos, ciudades-Estados y, mucho más tarde, entre Estados nacionales, quienes por compartir un propio territorio o unos mismos recursos decidían en un momento conciliar y convivir sin enfrentamientos, casi con seguridad, como una única forma de sobrevivencia. La muerte o las intrigas de un cacique, un rey o señor feudal, eran suficiente motivo para romper el equilibrio y reiniciar la guerra.

      Sin embargo, la historia se encarga de recordar las vicisitudes para lograr un estadio transitorio de convivencia pacífica entre los pueblos. Lo común era la aniquilación o sumisión del otro. Lo más extraño era, y sigue siendo, el camino de la reconciliación.

      Primero eran las luchas por recursos vitales como el agua, los animales silvestres o el acceso a las tierras cultivables. Ya con la producción de riqueza elaborada, las guerras se desatan por la conquista de estas creaciones y de sus depósitos. Llegaran luego las guerras de saqueos y otras, en apariencia con un simple afán destructor, que se cumplen dentro de un plan estratégico de dominación y conquista de los recursos del otro y de su autonomía.

      Después de varios siglos, y dentro de un marco de agresiones continuas, al evolucionar las costumbres se pasa de la venganza privada a la venganza pública. Aparece el derecho, lo que permite la creación de diversos mecanismos de respeto concertado para la convivencia. Con él se crean pactos y acuerdos firmados, en sus comienzos bajo una palabra de honor, que sostienen tenues equilibrios de poder a conveniencia de las partes. Pero es solo hasta la llegada de la modernidad cuando se establecen diversas reglas escritas para la solución de conflictos individuales o colectivos, muchas de ellas codificadas y con garante de una autoridad suprema.

      Es entonces cuando se establece que la solución de discrepancias no puede ser apenas retórica o simbólica, se requiere acciones por una solución activa y concreta que permita la transformación de la violencia o agresividad causante del conflicto. Un método muy efectivo para lograr acciones eficaces de resolución del mismo es el diálogo entre las partes. Para alcanzarlo se requiere de un proceso que tenga como objetivo central la disminución de los roces y desconfianzas entre sus actores.

      En consecuencia, toda construcción de paz requiere espacios de diálogo, dentro de un clima o fase de distensión en el que las partes del conflicto reduzcan su operatividad ofensiva de forma que se pueda plantear una posibilidad de diálogo, primero; para después al negociar instauraren de forma positiva los resultados de lo acordado.{18}

      En la actualidad la obtención de una sociedad en paz requiere, según Fisas, de la implementación de varios factores, siendo los más importantes: la democracia, el desarrollo para todos, los Derechos Humanos y el desarme; complementados por factores de seguridad, identidad y dignidad. La falta de alguno de ellos llevaría a las sociedades a una tensión insostenible y al desequilibrio en sus relaciones pacíficas. Para él, es hasta casi el final de la Segunda Guerra Mundial, en el siglo XX, cuando al hablar de paz entre países o naciones se alcanza esta con el equilibrio dinámico entre las fuerzas políticas, sociales, culturales y tecnológicas en el sistema internacional. {19}

      En ámbitos más específicos, en los años noventa, los movimientos ecologistas, a través de los partidos verdes, introdujeron la noción de paz ecológica, donde se considera vital para la especie humana y el planeta las relaciones no agresivas de los humanos con el sistema bioambiental. La paz para los ambientalistas no es otra cosa que la sumatoria de factores que permiten la realización personal o de una sociedad en un ambiente de tranquilidad física, económica y cultural.{20} En otros planos están las múltiples interpretaciones de paz desde la perspectiva de las distintas religiones o grupos de carácter espiritual en todo el mundo.

      El auge del feminismo desde los años setenta impulsó un amplio debate mundial sobre la necesidad de diferenciar la paz en dos niveles: uno macro y otro micro. Así como es crucial la ausencia global de la violencia generada por las guerras; se debería dar igual importancia a la violencia que se desarrolla en los espacios pequeños como la casa o la comunidad.{21} Estos movimientos también hicieron hincapié en el carácter casi masculino de todos los actores directos de la violencia y en que la guerra ha sido una forma cultural masculina de afrontar los conflictos.

      Ideario que sigue vigente con la creación, en el 2005, del proyecto Mujeres de Paz en el Mundo en el que critican la definición, que ellas llaman convencional, de paz:

      […] que se basa en el opuesto de las fuerzas militares, en los ceses al fuego y los tratados de paz —acuerdos por los jefes de estado— no era suficiente. Sabemos [...] que cuando la firma de un tratado de paz resulta en el retiro de las fuerzas militares y el cese de las disputas, todo lo que queda es la devastación. Niños traumatizados, destrucción de la infraestructura, inestabilidad del gobierno, muerte y enfermedad. Muy a menudo no se tratan las razones originales de los conflictos y por tanto la violencia resurge una y otra vez.{22}

      Por ello son contundentes al declarar que “el final de la guerra no significa, automáticamente, la paz” y por lo tanto lo que se debe implementar es una paz con “seguridad humana”; realidad que va más allá que la tradicional seguridad del Estado.{23}

      Dicha seguridad humana, impulsada por las féminas, se compone de una serie de seguridades alternas que fomentarían un clima de paz verdadero. Entre ellas citan: “seguridad económica, contar con un ingreso básico seguro; seguridad alimentaria, acceso físico y económico a la alimentación; seguridad médica, acceso a los servicios médicos de base; seguridad ambiental, acceso al agua y aire puro, integridad ecológica; seguridad física, sentirse libre de violencia física y de amenazas, derecho a la dignidad humana y libertad de la persona; seguridad comunitaria, integridad cultural; y seguridad política, protección de los derechos civiles, las libertades y las responsabilidades”.{24} Como se ve un todo alcanzado en muy pocos lugares, pero que las mujeres están dispuestas a promover en todo el planeta.

      En el caso concreto de Colombia, como evidencia en varios artículos Eduardo Posada Carbó, de la Universidad de Oxford e investigador de la Fundación Ideas de Paz, pareciera obligatorio pronunciarse sobre el significado de paz, por parte de los más variados protagonistas de la vida pública colombiana, lo que indica una urgencia por saber qué es lo que se necesita para finiquitar la tragedia crónica que es la guerra entre colombianos. Pues como bien señala Posada Carbó: “[de] La definición que se acoja determinará en buena medida la forma como se enfrente el problema”.{25} Por ello, debido a su gran importancia, y con la licencia de citar en extenso, es útil presentar una serie de definiciones de paz que Posada Carbó recogió en los últimos años y que muestran las distintas visiones sobre lo que se entiende por paz en Colombia. En orden cronológico:

       “La paz no es solo el silencio el cese de los fusiles entre ejército-guerrilla. Paz es justicia social y no atentar contra la vida aún desde la misma concepción”: (Monseñor Pedro Rubiano en entrevista a El Tiempo, febrero 12 de 1995).

       “La iglesia siempre ha estado presente en todo lo que tiene que ver con ese concepto que tenemos de paz: bienestar, justicia, respeto a los derechos humanos. Tenemos una concepción de paz integral”. (Monseñor Nel Beltrán en entrevista a El Tiempo, febrero 12 de 1995).

       “El Conservatismo considera que la búsqueda de una paz permanente en Colombia debe ser más ambiciosa que el deseo limitado, aunque legítimo, de superar el conflicto armado o de eliminar el narcotráfico; debe ser, ante todo, un gran proyecto de construcción de la identidad nacional y de la cohesión social”. (Documento del Partido Conservador, Paz de verdad. Propuesta marco para un proyecto de paz permanente, Bogotá, abril de 1997).

       “El

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