La paz sin engaños. Mario Ramírez-Orozco

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La paz sin engaños - Mario Ramírez-Orozco

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Gómez y en su pasado Navarro Wolf, a quienes se les puede tipificar como “autores materiales” del conflicto, son de origen rural o marginados de las estructuras del poder central. Los demás son expresidentes del país, jerarcas de la Iglesia católica o políticos profesionales, todos de origen urbano y de una clase alta que los distancia de los lugares más conflictivos en Colombia. Para estos últimos, el conflicto armado es distante, marginal y no afecta de forma sensible su vida diaria.{27} Su influencia en el conflicto semanifiesta en diverso grado en la organización estratégica, como una especie de “autores intelectuales” de este.

      Dos perspectivas de la percepción del conflicto: por un lado, los involucrados de manera directa saben que está en juego su propia vida y el margen de espera es mínimo, sus condiciones de vida actuales son precarias y la paz que exigen es inmediata. Por el otro, para los otros, la paz pueda esperar. Además de que su vida no está en peligro latente, sus condiciones de vida no solo son aceptables sino confortables y, por sobre todo, las vidas que están en juego son ajenas.{28}

      En general existe una dicotomía entre la opinión que considera que hay que terminar con la confrontación armada y luego hacer las transformaciones que necesita el país y la que considera que antes de superar el conflicto armado se deben implementar cambios de fondo en las estructuras arcaicas de dominación económica y política. Sin llegar a antagonismo extremos, el único camino posible es la combinación de una reducción gradual y paralela de la confrontación armada, con la implementación de medidas que lleguen al fondo de las causas generadoras del conflicto. Es decir, una sumatoria entre el fin de la lucha armada, reduciendo al mínimo su secuela de violencia, y el comienzo de las profundas transformaciones, casi todas de carácter estructural, que demanda Colombia.

      Relación de la paz estructural con la violencia estructural

      Al ampliar el marco de referencia de la lucha armada, a varios de sus principales síntomas, no solo al combate militar, se reconoce que esta responde a diversas causas. Por eso al problematizar el concepto de violencia, como lo corrobora el estudio: “El estado de la paz y la evolución de las violencias”, encontramos que la hostilidad armada abierta es solo uno de los tantos matices de la violencia.{29} En consecuencia, es importante que en su análisis se introduzcan otros fenómenos como “la pobreza, las carencias democráticas, el desarrollo de las capacidades humanas, las desigualdades estructurales, el deterioro del medio ambiente, las tensiones y los conflictos étnicos, el respeto a los derechos humanos”.{30}

      En el mismo estudio se recoge el aporte del investigador de paz noruego Johan Galtung, ya citado, quien además de subrayar la importancia de definir la paz como la ausencia de violencia, sugiere que para su construcción es imprescindible distinguir entre realización y potencialidad. Galtung señala que “la violencia está presente cuando los seres humanos se ven influidos de tal manera que sus realizaciones efectivas, somáticas y mentales, están por debajo de sus realizaciones potenciales”.{31}

      Esta definición de violencia coloca al individuo en interacción con la sociedad en la que habita. De manera que los obstáculos que impongan para su realización personal impiden su integración plena en la sociedad. Este tipo de exclusión erosiona el principio de pertenencia y hace que los individuos busquen formas de protesta no siempre pacíficas. La coincidencia con otros excluidos hace que de manera espontánea u organizada se generen mecanismos colectivos de malestar hasta lograr la conformación de disidentes organizados. Es entonces cuando el uso de la violencia oficial se enfrenta a otro tipo de violencia, la no oficial. La sociedad se encuentra entonces polarizada entre incluidos y excluidos.

      El problema pasa por una fase radical de choque, cuyo único objetivo es la desaparición del contrario. Otra etapa es el reconocimiento de la imposibilidad real de exterminar al otro, hasta aceptar la posibilidad de compartir el poder (el espacio) con el opositor. La siguiente fase sería la de facilitar el acercamiento para la convivencia de las partes, no tanto para fusionarse sino para aceptar las posibilidades de una sociedad diversa. La última sería, como lo sugiere Galtung, la construcción de una sociedad con oportunidades para todos.{32}

      Lo interesante es que el anterior esquema no tiene nada de ideal. Para llegar a la fase última es preciso un diagnóstico acertado de las causas que limitan el desarrollo de las potencialidades de los integrantes de una sociedad. Además, para la construcción de una nueva sociedad es importante comprender que la dinámica vital de toda comunidad es la diversidad. Inclusive, hay que superar la noción de alcanzar un ideal de paz como una meta condicionada al tiempo. De modo que no hay que procurar una “sociedad pacífica” per se; lo importante es “la identificación de los espacios de la violencia construidos históricamente por las sociedades”,{33} con la finalidad de superarlos.

      Así, de manera tentativa, y teniendo en cuenta las realizaciones y potencialidades del individuo, el estudio del CIIIP de Uruguay entiende por paz a “la identificación y resolución favorable de fenómenos caracterizados por algún tipo de violencia”.{34} Esta definición aporta el llamado a la creación de estrategias que resuelvan de manera efectiva los obstáculos para la realización plena, tanto de un ser humano en particular como de una sociedad en su conjunto.

      Johan Galtung también consideró importante separar la paz en dos nociones: una negativa, que consiste en la no guerra, y una positiva, donde lo fundamental será la ausencia de violencia estructural, en la que habrá que considerar todas las muertes evitables causadas por estructuras sociales y económicas perversas.

      Así, el objetivo central para la consecución de la paz es el descenso de las expresiones violentas de cualquier índole no solo las producidas por la lucha armada.

      Desde entonces los estudios de paz exigen reconocer la evolución del concepto en relación con las diversas tipologías de violencia. Ya vimos que no basta considerar a la violencia directa la única que necesita ser superada. El descubrimiento de otras violencias siempre existentes, pero encubiertas, ha de promover la consecución de caminos de paz de índole más duradera. Ya no es factible aceptar que la paz es el armisticio y que la solución de las causas de un conflicto debe esperar escondida ante la exaltación de una paz efímera. La paz es un proceso complejo, una construcción.

      La detección de los diferentes tipos de violencia es una tarea que requiere agudeza en los análisis de paz. Los investigadores del CIIIP proponen por ello el concepto de visibilidad de la violencia. Una práctica que permite a toda sociedad el reconocimiento de las violencias que padece y la búsqueda de soluciones. Un diagnóstico acertado de los tipos de violencias permitirá una evaluación objetiva que lleve a soluciones posibles, pues esa parece una de las limitantes comunes a los procesos de paz en África y Centroamérica, donde si bien era cierta la influencia de la Guerra Fría entre las grandes potencias, la causa principal de sus conflictos era, y es, la gran desigualdad social, las carencias democráticas y el uso indiscriminado de la violencia.

      Ver la violencia posibilita la comprensión del fenómeno por superar. La visibilidad es una ventaja relativa de toda violencia directa, como los combates o la agresión del delincuente. Esta característica permite un consenso inmediato sobre la necesidad de intervenir para frenarla. No ocurre lo mismo con los tipos de violencia cuya percepción requiere un esfuerzo. Su acción es tan soterrada que incluso llega al extremo de ser consentida por las propias víctimas.

      Estas formas de violencia, a las que llamaré de violencia sutil, no siempre son actos o hechos conscientes, e implican la gravedad de que no siempre los actores violentos adquieren conciencia de su agresión. En esta categoría incluiría, entre otras muchas, la violencia por imposición del Estado de modelos económicos que producen mayor desigualdad y la privatización de los derechos públicos básicos.

      Otra ventaja de visualizar la violencia es la posibilidad de establecer la historia violenta de cada sociedad. Conocer las transformaciones en la ejecución de la violencia nos dirá las causas

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