Escritoras ilustradas. Herminia Luque
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![Escritoras ilustradas - Herminia Luque Escritoras ilustradas - Herminia Luque](/cover_pre870571.jpg)
Una criatura endeble, siempre inferior al varón, infinitamente menos hermosa, ingeniosa y sensata, de constitución repulsiva, diametralmente opuesta a todo lo que puede agradar y deleitar…un ser enfermizo las tres cuartas partes de su vida, incapaz de satisfacer a su esposo en todo el tiempo que la naturaleza lo somete al parto…64
En una escritora de este tiempo resulta impensable una poesía erótica. A pesar de la leyenda (repetida hasta la saciedad) de los sonetos «libertinos» escritos por María Rosa de Gálvez, no se ha encontrado ni rastro de estos. Incluso la escritora y política Margarita Nelken recoge la leyenda del soneto «liviano» en su libro sobre las escritoras españolas:
[...] sería preciso un Debucourt o un Fragonard, para representar convenientemente la escena que es la base principal de la fama de nuestra escritora: Godoy saboreando a un tiempo su jícara de chocolate y el soneto libertino que le leía su culta y nada gazmoña amiga. Según los contemporáneos, la escena repetíase a diario, en cada desayuno del Príncipe de la Paz, con lo cual los sonetos llegaron a ser muchos. 65
Alcalá Galiano escribirá que María Rosa de Gálvez «degradó su genio y se rebajó a sí misma escribiendo versos de una obscenidad indescriptible».66 Sería estupendo que algún investigador encontrara, al fin, esos famosos poemas que han lastrado la fama de la escritora malagueña. Lo cierto es que la poesía de María Rosa de Gálvez es de una circunspección extrema, no hallándose entre sus temas predilectos el amor siquiera. Antes bien, entre sus temas están la censura de un hedonismo de trazo grueso (La vanidad de los placeres), el elogio de la compasión y la filantropía (La beneficencia), la admiración ante la Naturaleza (Viaje al Teyde) o la alabanza de la tranquila amistad (En los días de un amigo de la autora).67
En la segunda mitad del xviii, con respecto a la mujer, va ganando terreno el discurso de domesticidad, una apelación a los goces honestos del hogar y la familia. Un modelo que no contraviene las necesidades de la naturaleza ni los imperativos sociales. A la vez, indirectamente, se está criticando los modelos de sociabilidad de las mujeres de las clases altas. Mujeres, tachadas de frívolas y lascivas, que tienen cortejos, dedican poco tiempo a sus hijos (no los amamantan) y, en vez de recluirse en la paz de sus hogares, pasan su tiempo en tertulias, paseos, teatros y bailes.
Un autor criticaba así la desnaturalización de ese tipo de mujer, es decir, su modo de vida que es contrario a la naturaleza, contrario, en última instancia, a su deber de madre:
El monstruo más horrendo es una mujer con un perrillo en los brazos criándolo a sus pechos, y su hijo en una Aldea, atenido a que una muger estraña le de su pecho.68
El propio Choderlos de Laclos defiende que las madres amamanten a sus hijos, como ya había propugnado con ardor Rousseau. Y así afirma: «La leche es el lugar natural que une a madre e hijo; si a uno le es necesario recibirla cuando menos es peligroso para la otra negársela».69 La admonición advierte también de las consecuencias indeseables para la madre.
En sentido inverso, la propia Naturaleza se puede desnaturalizar con la influencia de una mujer corrompida. Así lo ve Juan Pablo Forner en un poema, titulado Epitafio, en el que un perrúnculo (Jazmín) sufre una aculturación, completamente antinatural, por influencia de su ama y se vuelve igual de caprichoso y estúpido que su ama, siendo idénticos sus vicios. Así dice Forner, cáustico: «[…] educóle el capricho de delicia soez con estupendo/ horror de la razón; naturaleza/ no le enseñó tan bárbara impureza».70 Las mujeres son naturaleza, pero corrompida e irracional.
29 Con frecuencia se olvida este hecho: Giacomo Casanova fue escritor. Si no lo hubiese sido, desconoceríamos sus peripecias vitales y amorosas, el recuento de las cuales le ha otorgado esa dimensión mítica. Hay edición completa de sus memorias en español. Cf. CA, Giacomo. Historia de mi vida. Girona, Atalanta, 2009. 2 vols. Traducción y notas de Mauro Armiño. Casanova escribió también obras teatrales como Zoroastro y La Molucheide, y otras obras en prosa como El espía chino —en colaboración con Ange Goudar—, la Confutazione della storia del governo véneto de Amelot de Houssaie, la Historia de las turbulencias de Polonia, el Escrutinio del libro Elogios de M. de Voltaire por diferentes autores, o el Soliloque d´un penseur —donde, curiosamente, critica a aventureros de la época como Cagliostro o el conde de Saint-Germain—. Aparte del opúsculo Lana caprina al que nos referimos en este capítulo. «Lana caprina» es una expresión que se utiliza para aludir a cosas de poco valor; la fisiología de las mujeres, en esta época, sin duda lo era.
30 Una terminología tan aceptada que, en pleno Siglo de Oro, Cervantes hace decir a uno de los personajes de El curioso impertinente: «Mira, amigo, que la mujer es animal imperfecto...», capítulo XXXIII, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
31 Forner, 1796, Acto II, escena II.
32 Ibid., Acto III, escena IV.
33 Canterla, 2009, 44.
34 Bolufer, 1997, 25.
35 Gómez Rodríguez, 2004, 56.
36 Acto II, escena VI. También doña Irene, personaje de El sí las niñas, de Leandro Fernández de Moratín, sufre achaques indeterminados a los que pone remedio con «parches de alcanfor» y «píldoras de coloquíntida y asafétida».
37 Escena 9.
38 Alsinet, sin paginación.
39 Rousseau, 1990, 488-489.
40 Bonells, 1784, 324.
41 Ibid., 318.
42 Casanova, 2014, 54.
43 Ibid., 55.
44 Las labores de aguja (costura y bordado), así como el hilado (cuyos símbolos son el huso y la rueca) y la confección de encajes (realizada sobre una almohadilla) son las tareas femeninas por excelencia, y como tales se utilizan en los siglos xvii y xviii para representar las ocupaciones de las mujeres frente a las propias de los hombres. Estas en realidad cubren todas las de su época, pero suelen simbolizarse en la pluma, para las tareas literarias, y la espada, que no solo indica actividad militar, sino que también representa la capacidad del varón para defenderse por sí mismo, cosa vedada