Un cuento de magia. Chris Colfer

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Un cuento de magia - Chris Colfer страница 14

Автор:
Серия:
Издательство:
Un cuento de magia - Chris Colfer

Скачать книгу

estaba dispuesta a discutir, pero se tragó el orgullo y mantuvo los ojos fijos en su meta.

      –Para serle honesta, señor Woolsore –dijo–, un muchacho es exactamente la razón por la que quiero el puesto. Verá, hay un Juez Adjunto del que estoy completamente enamorada. Estoy desesperada porque un día me proponga matrimonio, pero no creo que me vea como su futura esposa. Mi familia tiene sirvientes, muchos, muchos sirvientes, por lo que no parece creer que soy capaz de encargarme de las tareas del hogar. Pero cuando descubra que he estado limpiando la biblioteca yo sola, a la perfección, me gustaría agregar, sabrá que seré mejor esposa que todas las muchachas del reino.

      Brystal incluso se enroscó su cabello en un dedo y pestañeó numerosas veces para vender mejor su actuación.

      –Me agradas, pero no eres una candidata práctica para el puesto –contestó el bibliotecario–. No puedo tenerte en la biblioteca mientras todos los estudiantes de derecho están estudiando. Una jovencita sería demasiada distracción para los jóvenes.

      –Entonces, tal vez pueda limpiar por la noche, una vez que la biblioteca cierre –sugirió Brystal–. Muchos lugares hacen que las sirvientas limpien una vez cerrado. Podría comenzar ni bien usted se va y no habrá ningún rastro de mí cuando regrese por la mañana.

      El señor Woolsore se cruzó de brazos y la miró con sospechas. Era demasiado convincente como para ser verdad.

      –Esto no es un engaño, ¿cierto? –inquirió él–. No estás postulándote para el trabajo para poder estar cerca de libros, ¿o sí?

      Brystal sintió que su corazón se desplomó hacia su estómago. El bibliotecario parecía descubrir su mentira con la misma facilidad que su madre. Pero, en lugar de dejar que el pánico se mostrara en su rostro, rio al escuchar eso y trató de usar su ignorancia en contra del señor.

      –Señor Woolsore, tengo catorce años. ¿Qué intereses podría tener yo en los libros?

      A juzgar por el lenguaje corporal del bibliotecario, la psicología inversa funcionó a la perfección. El señor Woolsore se rio para sí mismo, como si hubiera sido un tonto al pensar eso en primer lugar. Brystal sabía que estaba cerca de persuadirlo; solo necesitaba ofrecerle algo que lo beneficiara para terminar de endulzar la oferta.

      –¿Cuánto pagan por el puesto, señor? –le preguntó.

      –Seis monedas de oro a la semana –le contestó–. El trabajo es cinco días a la semana. Los empleados no trabajan los fines de semanas o los feriados reales del día de Acción de Gracias a la Realeza y la Nochebuena de Champion.

      –Le propongo algo, señor Woolsore. Como usted me estará haciendo un favor a , yo le haré un favor a usted también. Si me contrata para limpiar la biblioteca, lo haré por tres monedas de oro a la semana.

      Su oferta fue música para los oídos del señor Woolsore. Se rascó la barbilla y asintió mientras se convencía más y más.

      –¿Cuál es tu nombre, jovencita? –preguntó.

      –Es Brystal Eve…

      Por suerte, Brystal se detuvo antes de revelar su verdadero apellido. Si el bibliotecario se enteraba de que era una Evergreen, su padre podría descubrir que se había postulado para el trabajo, y era un riesgo que no podía tomar. Por lo que Brystal le dijo el primer nombre que se le vino a la mente y, así, nació su apodo.

      –Mi nombre es Bailey, Brystal Eve Bailey.

      –Muy bien, señorita Bailey –dijo el señor Woolsore–. Si puedes empezar mañana por la noche, quedas contratada.

      Brystal no pudo contener su entusiasmo. Todo su cuerpo comenzó a vibrar como si le estuvieran haciendo cosquillas. Estiró la mano sobre el mostrador y estrechó enérgicamente la mano frágil del bibliotecario.

      –Gracias, señor Woolsore, ¡muchas gracias! ¡Le prometo que no lo decepcionaré! ¡Ah, perdón! ¡Espero no haberlo lastimado! ¡Hasta mañana!

      Brystal prácticamente salió flotando de la biblioteca hacia el camino del este. Su plan había sido más exitoso de lo que jamás hubiera previsto. En solo un día, tendría acceso a miles y miles de libros. Y, con nadie en la biblioteca que la supervisara, Brystal podría llevarse algunos a su casa cada noche cuando terminara de limpiar.

      La idea era tan excitante que no podía recordar la última vez que había sentido tanta felicidad corriendo por sus venas. Sin embargo, su euforia se desplomó ni bien la casa de los Evergreen apareció en el horizonte. Por primera vez, comprendía lo impráctica que era la situación. No había manera viable de que su familia no notara su ausencia por las noches, necesitaría darles una explicación de por qué se marchaba por la noche y no regresaba hasta la madrugada.

      Si quería trabajar en la biblioteca, tendría que crear una mentira espectacular que no solo le permitiera ganarse la confianza de su familia, sino también evitar cualquier tipo de sospecha. Si la atrapaban, las consecuencias serían catastróficas.

      Brystal presionó la mandíbula mientras pensaba en el desafío desalentador que la esperaba adelante. Aparentemente, conseguir un trabajo en la biblioteca era solo su primera tarea imposible del día.

      Más tarde esa noche, la casa de los Evergreen estaba sumida en festejos. Un mensajero de la Universidad de Derecho había llegado con las noticias de que Barrie había aprobado su examen con la calificación más alta de toda la clase. Brystal y la señora Evergreen prepararon una cena para conmemorar la victoria de Barrie, incluyendo un pastel de chocolate que Brystal preparó desde cero. Para cuando todos los Evergreen se sentaron a comer, Barrie ya llevaba puesta su toga de Juez Adjunto.

      –¿Cómo me veo? –les preguntó a todos en la mesa.

      –Como un niño con ropa de adulto –se burló Brooks.

      –No, te ves perfecto –dijo Brystal–. Como si hubieras nacido para llevarla puesta.

      Brystal estaba muy orgullosa de su hermano, pero también, especialmente agradecida por tener una excusa para estar tan feliz. Siempre que pensaba en su nuevo trabajo en la biblioteca, nadie le cuestionaba la sonrisa que aparecía en su rostro. Todos en su familia compartían el mismo entusiasmo, incluso el rencor de Brooks se suavizó luego de algunos vasos de sidra espumante.

      –No puedo creer que mi hijo vaya a ser Juez Adjunto –dijo la señora Evergreen entre lágrimas de felicidad–. Pareciera que hubiera sido ayer que te ponías mis camisas largas y sentenciabas a tus juguetes a trabajo forzoso en el patio trasero. ¡Cielos, el tiempo sí que pasa volando!

      –Estoy muy orgulloso de ti, hijo –le dijo el Juez Evergreen–. Estás manteniendo el legado de la familia sano y salvo.

      –Gracias, papá –le contestó Barrie–. ¿Tienes algún consejo para mi primera semana en la corte?

      –Durante el primer mes solo observarás casos, pero presta atención a cada detalle de los procesos –le aconsejó el Juez–. Después de eso, se te asignará tu primer caso. No importa cuales sean los cargos, siempre debes sugerir la pena máxima, de otra forma el Juez de

Скачать книгу