El último beso. Jessica Lemmon

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El último beso - Jessica Lemmon Miniserie Deseo

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      Pero aquel encuentro sexual en el coche no había podido salvar su matrimonio. Cada vez que discutían, algo que había sido muy frecuente hacia el final, ella había alegado que no podía estar con alguien que la controlaba. Jayson, cuyo verdadero padre había impuesto el miedo en su casa con su violencia, nunca había reaccionado bien ante aquella acusación.

      –¿Cuéntame por qué quieres ir con una modelo a la boda? –preguntó Mason.

      –Gia va a llevar un acompañante a la boda de su hermano Royce y no quiero ir solo.

      –Parecéis chiquillos.

      –Hace poco, Gia y yo estuvimos a punto de acostarnos. Habría sido como dar marcha atrás en el tiempo –dijo Jayson sacudiendo la cabeza–. Resulta que, además, es un tipo famoso. No me quedó otra que inventarme algo.

      –¿De quién se trata?

      –De Denver Pippen –contestó Jayson.

      Al parecer Gia lo había conocido en un cóctel y las cosas entre ellos iban bien. A Jayson no le gustaban los cotilleos de oficina, pero tenía que reconocer que había estado atento para ver de qué se enteraba. Había oído a Gia contarle a Taylor con gran entusiasmo que su pareja iba a ser nada más y nada menos que la estrella del monopatín Denver «Pip» Pippen.

      –Está muy bueno –dijo Mason–. El anuncio de esa bebida para deportistas en el que salta por encima de unos coches…

      –Así no me ayudas –dijo Jayson poniéndose de pie–. ¿Qué tiene Gia en común con un tipo que se ha roto casi todos los huesos del cuerpo? Ella es un cerebrito mientras que él apenas tiene dos dedos de frente.

      –Y crees que se pondrá igual de celosa que tú cuando te vea con Natasha.

      –No estoy celoso de ese idiota con sonrisa bobalicona. Pero si lo veo besar a Gia, voy a dejarle una nueva cicatriz.

      Mason rio.

      –Ya es hora de que ambos paséis página, Coop. Lleváis mucho tiempo fuera de juego.

      –Gracias por recordármelo –dijo pasándose la mano por el pelo–. No es fácil tener una cita cuando tu exesposa forma parte del mismo círculo social.

      Mason miró a su hermano de reojo.

      –Seguís comportándoos como si estuvierais casados. La gente que se divorcia avanza en la vida, vosotros no.

      Jayson sacudió la cabeza, aunque tenía que reconocer que Mason tenía razón. Era difícil pasar página cuando la herida seguía abierta.

      –Ahora estoy pasando página –apuntó Jay en un intento de convencerse a sí mismo.

      –Bueno, le he hablado de ti a Natasha. Le he contado que eras muy atractivo y que estabas soltero. Luego le he dicho que ibas a ir el fin de semana a la finca de los Knox en los viñedos y deberías haber visto su cara –dijo y sacó su cámara–. De hecho, mírala. Hice varias fotos de su reacción.

      –¿Le contaste que estaba buscando acompañante para una boda, verdad?

      –¿Y hacerte todo el trabajo sucio? De eso nada. ¡Natasha! –dijo girando la cabeza.

      La puerta de la caravana se abrió.

      –¿Más fotos?

      –No, es solo que Cooper quiere preguntarte algo –dijo y le dio una palmada en el hombro a su hermano mientras Natasha avanzaba por la arena hacia ellos–. No hay mejor momento que ahora –añadió bajando la voz.

      Mason se metió en la caravana y cerró la puerta.

      Natasha, todavía vestida con aquella bata semitransparente, se quedó mirando a Jayson.

      –¿Qué pasa, Cooper?

      Jayson se pasó la mano por el cuello y sonrió a la modelo.

      –¿Estás libre el sábado?

      Capítulo Cuatro

      Quedaron en verse directamente en la boda, lo que tuvo a Gia en ascuas. Temía que Denver fuera vestido con camiseta, vaqueros y zapatillas a un acto formal en casa de los Knox.

      Ella llevaba un vestido rosa de dama de honor, corto y vaporoso. Era más corto por delante que por detrás, y los tirantes dejaban al descubierto sus hombros. El corpiño era ajustado y tenía mucho escote, pero no le importaba.

      Al final no tuvo de qué preocuparse. Denver apareció vestido de Armani de arriba abajo, así que no le importó que fuera con el pelo revuelto y las gafas de sol en la cabeza. Al llegar, muchas cabezas se volvieron para mirarlo, la mayoría hombres aficionados a los deportes.

      Todavía no había visto a Jayson, pero daba igual. Había conseguido su objetivo. Había ido a la boda de Royce y Taylor acompañada, con lo que no acabaría echándose sobre Jayson ni intentaría quitarle los pantalones.

      Denver se abrió paso hasta las sillas dispuestas en lo más alto de la colina, desde donde había una hermosa vista de los viñedos. Gia se unió a la otra dama de honor, su cuñada Addison, que estaba embarazada.

      Addi suspiró y miró a Gia.

      –Estoy bien.

      –Es tu oportunidad de vengarte de Taylor por ponerse de parto en tu boda –bromeó Gia.

      –Veré lo que puedo hacer –dijo Addi entre risas.

      El violinista empezó a tocar y Gia inició la marcha por la alfombra blanca junto a la otra dama de honor, sin dejar de sonreír al fotógrafo. Al pasar junto a su hermano Royce le guiñó el ojo, antes de desviar la mirada a Brannon, que la saludó con una inclinación de cabeza.

      El corazón se le aceleró al ver a Jayson. Sabía que sería otro de los testigos de la boda y que estaría junto a sus hermanos, pero no estaba preparada para verlo al otro extremo del pasillo. Ellos también se habían casado al aire libre, aunque lo habían hecho frente al mar en vez de mirando hacia los viñedos.

      Su sonrisa se tensó y apretó con fuerza el ramo de lilas. Podía hacer aquello, tenía que hacerlo por su hermano.

      Se colocó en su sitio y buscó entre los asistentes a su acompañante. Lo vio sentado en la segunda fila, repantingado. Antes de que pudiera pensar qué le parecía, Addison se colocó a su lado y Taylor comenzó a avanzar por el pasillo hasta el altar.

      Taylor estaba muy guapa con su vestido blanco de novia. Gia se emocionó al ver a su mejor amiga tomar la mano de Royce, y unas lágrimas rodaron por sus mejillas al pensar que estaban a punto de convertirse en hermanas.

      En cuanto Royce besó a su novia, y después de que Addison y Gia dieran cuenta de varios pañuelos de papel, los asistentes vitorearon a los nuevos señor y señora Knox. La música comenzó a sonar, señal de que la ceremonia había acabado.

      Brannon pasó a su lado y se acercó a Addi.

      –Lo siento, hermanita, pero mi esposa me necesita.

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