Barcelona inconclusa. Laureano Debat

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Barcelona inconclusa - Laureano Debat Candaya Abierta

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todos se acercan a la órbita del sensei para compartir su observación silenciosa. Si no lo toma, la familia espera las explicaciones pertinentes en un pequeño debate, pequeñísimo, que dura los pocos metros que me separan de la Casa Batlló.

      Alzo la vista: tantas oficinas desconocidas, tantos edificios ocupados por los descendientes de los burgueses ricos que se quedaron, aquellos que no huyeron hasta la montaña cuando el Eixample se masificó de clase media. Me gustaría saber dónde está Mónica. La imagino riendo con sus comisuras de Nosferatu parafinado, mirándome a mí desde arriba, diminuto, tratando de localizar en vano su refugio. Puteo a Cerdà por haber diseñado el Passeig de Gràcia tan amplio, tan abrumador.

      Cerca de las 20 h, cuando ya queda poca gente en la esquina, me aburro más que de costumbre y camino un poco, sólo un poco, lo suficiente para no salir del radio visual de Mónica. Llego hasta la Casa Ametller con pasos lentos y me detengo en el diseño de Puig i Cadafalch. La fachada irregular, dos mitades diferentes, la huella de los palacetes medievales belgas en esta rémora de la casa de Hansel y Gretel en honor al empresario chocolatero. Y las esculturas: Sant Jordi rodeado de animales mitológicos de toda índole, hasta un mono que me saca una foto con su cámara de principios del siglo XX. Miro las baldosas de corales. Siguen impecables. Sólo algunas colillas de cigarrillos. Y nada más. ¿Dónde van los flyers cuando mueren? A las papeleras, siempre. Es de mal gusto verlos muertos, hechos unas bolitas amorfas sobre el piso del Passeig de Gràcia. Por eso la esquina tiene buena provisión de cementerios de flyers, tarros de hierro que guardan un acervo de huellas digitales.

      TU NOMBRE ME SABE A HERBALIFE

      La electrónica mezclada con reggaetón funciona siempre, la contundencia de los graves sampleados con dosis de calorcito caribeño. El optimismo y la energía unidos al triunfo en el paraíso terrenal. El tum-tum-tum de los que miran para adelante. Como Mark Hughes, que corre sobre el escenario como un pastor evangelista, mientras sus ovejas disfrazadas de verde le van chocando la mano.

      Las imágenes pasan a toda velocidad. Jugadores del Barça. Congresos multitudinarios. Atletas. Jugadores del Inter. Gargantas que beben de un grueso tarro de plástico. Fisicoculturistas. Camiones de transporte. Todo con el mismo sello: tres hojas verdes encerradas en un círculo negro, sobre el rótulo de un sueño llamado Herbalife.

      Un sueño que comenzó Mark Hughes y que lo convirtió en un gurú mundial de la vida sana. Al parecer, la utopía nació después de que su madre muriera por su adicción a las pastillas para adelgazar. Mark no quiso que a nadie más en el mundo le pasara lo mismo. Por eso, contrató al gerente de marketing de Disney. Y se hizo millonario creando una red descentralizada y global de vendedores de polvos nutritivos y energéticos que se diluyen en agua. Una verde telaraña que se expande de manera viral por todo el planeta, profetizando el Evangelio Nutricional del Siglo XXI.

      Antes de sentarme a ver el vídeo, yo estaba parado en la puerta de una oficina insólita del barrio de Sants. Una puerta de vidrio pintada íntegramente de verde oscuro y un cartel escrito en Word que decía “Centro de bienestar”.

      A escasos metros, una unidad móvil de los Mossos d’Esquadra vigilaba de cerca a un grupo de cubanos y portorriqueños que posaban como Latin Kings, sacando el culo para afuera, con gorras violetas, zapatillas brillantes y miradas Daddy Yankee. El olor rancio de la comida de los bares invadía la calle angosta y mis compañeros de entrevista laboral hacían cola para entrar: un cuarentón con chinelas blancas y un aro enorme dorado en su oreja izquierda, un árabe sexagenario, una chica guapa. La melange que seguía creciendo y yo que fumaba apoyado en una columna de luz, con un saco que compré por 5€ en la tienda de ropa usada Humana.

      Antes del vídeo, entonces, nos hicieron pasar a una sala de espera pequeña, nos preguntaron nuestros nombres y nos sonrieron. Todos. Sin excepción. Serían unos veinte legionarios de traje con sus logos estampados en las solapas. Una vez repuestos del frenesí audiovisual, escuchamos a los ponentes.

      La primera en hablar es Ornella, que se metió en Herbalife porque era una chica anoréxica y bulímica con mucho acné en la cara. Y de consumidora se pasó a vendedora. Ahora gana un promedio de (silencio de suspense) ¡1500 euros al mes! Y no conforme con el relato de su pasado, nos obliga a ver en el proyector algunas fotos de su trágica adolescencia, con todas las características antes mencionadas ahora expuestas ante la obviedad de las imágenes. Una gordita ojerosa con bigote de Cantinflas y un enorme oso de peluche rosa que serviría de mudo confidente a sus traumas de nena deprimida. Una gordita que se convirtió en esta bella morena de traje a la que le brilla su negra melena y que disfrutamos en vivo y en directo.

      Y ahora: ¡Jordi, por favor! La platea femenina está que arde. Jordi es muy guapo y muy fuerte, tan varonil. Un solo pago de 120€ y ya consiguió su licencia para trabajar de manera libre en 73 países. Nos pregunta qué desayunamos y todas las respuestas lo dejan sin aliento. Comemos mal, Jordi. Comemos basura. Pero por suerte, Jordi tiene el desayuno ideal: un mejunje espeso que puede combinarse en seis sabores diferentes.

      Tenemos una tarea, dice Jordi. Educar. Y debemos empezar por nosotros para predicar con el ejemplo. Además, ahora, con el contrato que se ha firmado con el Barça, esto tiende a expandirse cada vez más en territorio catalán. ¡Así que las posibilidades de éxito están más que garantizadas! Un solo pago de 120€ y ya tienes tu bolso, productos para un mes de nutrición, manuales y merchandising. El final es previsible: pantalla dividida en dos. A la izquierda, el joven yonqui y sedentario, con barba de tres días y panza al tono. A la derecha, el Jordi emprendedor, afeitado y reluciente. Y más aplausos para el Jordi en tres dimensiones.

      Sigue Gerard. Y otra vez lo mismo. Joven gordo looser sin esperanzas con problemas de salud. Para entrar al Planeta Herbalife es fundamental el golpe bajo: de un pasado tortuoso hacia un futuro soñado. Así comenzó el gurú, con el cadáver materno. Así comenzó Gerard que ahora tiene ¡más de 30 vendedores a su cargo! ¡Y en tan solo 2 años! Aplausos generales.

      Gerard nos pide calma y serenidad, porque en la última charla había gente que se paraba y gritaba enloquecida. Así que tenemos que controlar nuestra efusión. No hay fotos de Gerard, lo que me entristece porque ya me estaba gustando esta performance escatológica de stand-up con vídeo.

      Ahora le toca a José, un boliviano veterano cuya disertación va desde Macroeconomía hasta Nutrición, pasando por Geopolítica, Historia del Siglo XX y Filosofía. Dice que desde que Herbalife promociona al Inter, el equipo italiano ha ganado tres escudettos y que si la revolución en los 80 fueron los ordenadores y en los 90 internet y la telefonía móvil, en el nuevo milenio la palabra clave es el “bienestar”. José gana promedio de 1400 euros al mes en sólo ¡tres meses de estar en la empresa! Aplausos totales. Más fuertes que los anteriores.

      Unos veinte legionarios de traje hacen fila detrás de las sillas de plástico que ocupamos los futuros entrevistados. De ahí van saliendo de a uno. Ellos son los que inician los aplausos, siempre. ¡Pero aún hay más sobre José! Vuelven las fotos y la evidencia del cambio: de un gordo barbudo con cara de culo a un atlético aimara con sonrisa de Herbalife. Dice que tiene motivos suficientes para sonreír, porque este trabajo le permitió vivir en Barcelona a pesar de la crisis, tramitar los papeles y evitar la pobreza y la inseguridad de su país sudamericano. José está contento, adaptado y feliz. ¡Y todo gracias a Herbalife!

      Porque en Herbalife, con su Manual del Marketing Multi-Propósitos, el legionario no sólo se considera vendedor sino también dueño de un negocio propio. Un negocio que no tiene rutas prefijadas. Un negocio que abarca todo el mundo. Con Herbalife, el mundo es tuyo. Desde Barcelona puedes vender a Taiwán o a Groenlandia. Da igual, mientras vendas. Entonces, ante un tablón de madera, los legionarios exponen lo más selecto de su catálogo: el batido clásico para los deportistas con la foto de Messi tragándoselo todo, la nueva sopa de tomate gourmet, el cóctel de

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