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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 1999 Trisha David
© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Boda por amor, n.º 1503 - febrero 2021
Título original: Marriage for Maggie
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.
Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.
Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.:978-84-1375-147-4
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
ERNESTINE le hizo sospechar que algo estaba mal. La cabra era siempre la primera en meter la nariz donde no debía, y de repente había dejado de intentar robarle las algas a Maggie y miraba hacia arriba.
El avión estaba cayendo, iba a precipitarse en el mar. El piloto trataba de elevarlo, pero sin conseguirlo. Se iba a ver forzado a aterrizar, pero por allí no había ninguna pista. Listall Island tenía unos cuatro kilómetros de largo por uno y medio de ancho, y poseía una de las vistas más espectaculares de Australia, pero no había ningún terreno llano en toda la isla.
–Se van a matar –exclamó.
El avión viró en el aire, corrigió el rumbo y desapareció de la vista por el otro lado de la isla.
El motor averiado dejó de oírse. Ernestine siguió mirando hacia arriba un momento y luego le dedicó de nuevo toda su atención a las algas, como si el drama nunca hubiera existido.
Maggie la dejó hacer y, con el perro a su lado, empezó a correr, sintiéndose más aislada que en toda su vida.
El problema con el avión era el último de una serie de desastres y Dev Macafferty no se podía creer que le estuviera sucediendo todo aquello.
Primero había sido el problema con sus tías. Entre las dos, tenían la fuerza de un tornado en toda regla y su decisión de cuidar del pobre Devlin había sido un desastre desde el principio.
Dev estaba tratando de solucionar eso cuando lo llamó su ex esposa para decirle que se marchaba al día siguiente a los Estados Unidos y que, como a su hijo Dominic lo habían echado del colegio, él conseguiría por fin lo que siempre había querido, la custodia.
Su hijo, Dominic, al que apenas había visto desde que había nacido y al que tanto había querido.
Así que solucionó como pudo lo de sus tías y tomó el primer avión a Sydney, para encontrarse con que a Dominic no lo habían echado. El director del colegio sólo quería que se lo llevaran de allí.
–No creemos que este internado sea el apropiado para su hijo –le dijo–. Accedemos a quedarnos con niños pequeños si están bien adaptados y existen poderosas razones para que estén internos, pero Dominic no es un niño de ocho años bien adaptado. Parece que su único amigo es el ordenador. En nuestra opinión, ha sido muy dejado de lado, así que es trabajo suyo solucionar eso, no nuestro.
Dev no pudo decir nada para defenderse. Había logrado permanecer tranquilo, recoger las pertenencias de Dom y llevarse al niño al aeropuerto.
¿Por dónde empezar? No lo sabía, pero su primera prioridad debía ser volver con Dom a Tasmania. Tal vez sus tías pudieran enfocar sus energías en ayudarlo. O tal