Platón en Anfield. Serafín Sánchez Cembellín

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Platón en Anfield - Serafín Sánchez Cembellín Logoi

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definitiva, un acordeón en el que había que tapar el movimiento del compañero al precio que fuera, y en el que cuando había que salir, no se dejaba a un hombre solo; las filas subían con fluidez, haciendo que ese acordeón funcionara.

      Puede que sea la manera más grande de comunión. Más allá de lo que esté en juego, lo único que importa es el pegamento. Todo lo que tú eres lo representa el hombre que tienes al lado.

      Estoy seguro de que los griegos se fueron sintiendo así conforme avanzó el campeonato, y entraron en una dinámica que por tradición llevan dentro y de la que nadie fue capaz de sacarlos.

      Tanto la experiencia de los hombres de Leónidas como la de los de Rehhagel, es una experiencia filosófica en toda regla. Steven Pressfield nos cuenta en su libro como Dienekes y sus hombres, dialogando a la manera socrática, trataban de buscar ese concepto en el que se fundamentaba la verdadera razón de su poderío militar; un concepto que, como vimos, era lo opuesto al miedo.

      Pero en el fondo, ese ejercicio era también un proceso dialéctico en sentido platónico. La Dialéctica de Platón debe mucho, como su nombre indica, al método de Sócrates: el diálogo. La dialéctica así entendida es un proceso ascendente en el que las hipótesis se utilizan a modo de peldaños en los que apoyarse para alcanzar la última idea que es la idea de Bien o de Belleza. Eso es exactamente lo que hace Dienekes con su gente, ensayan varias definiciones de coraje para superarlas, y desde ellas, sustentarse para alcanzar el concepto que con tanto interés estaban persiguiendo; lo opuesto al miedo: el amor.

      A su manera los futbolistas griegos también desarrollaron ese proceso ascendente. A buen seguro que fueron necesarias muchas horas de entrenamiento y de intercambio de opiniones para adquirir un grado de compenetración tan alto. Es lógico pensar que Rehhagel y sus hombres no realizaron ese proceso de manera consciente, y sin embargo, es evidente que tuvieron que jugar muchos partidos y superar innumerables errores, para comprender que era necesario llegar al pegamento espartano, a esa fuerza invisible e imparable a la vez por la que cada hombre siente que su única misión es proteger al que tiene al lado.

      La unión de la que estamos hablando no es, en modo alguno, una metáfora. En la falange cada hombre protegía con su escudo al compañero que tenía a su izquierda, de manera que si alguien fallaba en su trabajo, todo el sistema se venía abajo. Así mismo, los futbolistas griegos tenían que hacer el relevo al compañero y tapar el hueco que este dejaba, sino el sistema también se venía abajo.

      La dimensión filosófica de esta forma de luchar y entender el fútbol no se concreta solo en el proceso dialéctico del que hemos hablado, sino también y principalmente en cuanto que supone una aplicación meridiana y contundente de la teoría de las ideas de Platón.

      Ya dijimos antes que la filosofía en Grecia implica básicamente orden, es el paso del mito al logos. Las ideas, las esencias platónicas significan, entre otras cosas, justamente eso: la proporción, la estructura que reside en la materia dándole sentido y provocando que el universo sea un Cosmos y no un Caos. Nos referimos, por ejemplo, al orden matemático que existe en la naturaleza a través de la geometría y las proporciones numéricas. Un orden que podemos apreciar cada día en las espirales logarítmicas, esferas, simetrías pentagonales, hexagonales y quién sabe cuántas formas más de las estructuras minerales, vegetales y animales que tenemos a nuestro alrededor.

      El mismo orden infranqueable que estaba presente en el rectángulo de la falange y en el sistema con el que la Helade se proclamó campeona de Europa en 2004.

      11

      Herederos de Grecia

      Futbolísticamente hablando Italia no es Grecia. Los italianos han levantado la Copa del Mundo nada menos que cuatro veces, y son una de las potencias futbolísticas más importantes. Sin embargo, si se me permite decirlo así, culturalmente Italia, es decir, Roma, sí es Grecia.

      Es evidente que Roma nació con sus peculiaridades culturales, pero la influencia de las colonias de la Magna Grecia primero, y su propia expansión hacia el oriente helenístico después, provocaron que Roma acabara convirtiéndose en el indiscutible heredero cultural de los griegos.

      Lo cierto es que si todo esto es así y si Roma es heredera cultural de Grecia, esto también debería manifestarse en la forma de entender el fútbol de los italianos.

      ¡ROMA INVICTA EST! Ese era el grito de guerra que lanzaba la primera línea de la legión romana cuando iba a entrar en combate contra los bárbaros. Estos se acercaban corriendo y gritando desesperadamente, pero al llegar ante los romanos, se encontraban un conjunto de hombres formados en

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