Cómo prosperar en la economía sostenible. John Thackara
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Un nuevo metabolismo
Distribución colaborativa
Agricultura social
Alimentos como bien común
6. Ropa: del barro a la camisa y del suelo a la piel
Causar menos daño
Mantén tus cosas vivas
Del suelo a la piel
Almacenes de piel, también
La tierra antes que la “economía”
Redes de fibra textil
7. Movilidad: De hacer portes en dos ruedas, a la conmutación en la nube
¿Es la movilidad una necesidad básica?
Historia de dos trenes
El verdadero coste de la infraestructura
La compresión espacio-tiempo
No solo es espacio vacío
¿Me hará sudar?
Ciudades que cuentan calorías
Tránsito masivo
Pueden ser baratas, pero ¿son limpias?
Innovación distribuida
De la locura a la gobernanza
Desplazamientos en la nube
El turismo, también
El viaje para “dejar las cosas mejor” de lo que están
8. Salud: del tratamiento médico al cuidado, del yo al nosotros
El pico de la obesidad
El complejo industrial médico
Salud del 5%
Dando la vuelta a la pirámide
Salud peer to peer
Médicos y demencia
Abuelas abandonadas en la montaña
9. Bien común: de la moneda social al arte de recibir
Desvío del dinero
Buen Vivir
En común
El derecho de la naturaleza
Un nuevo concepto del mundo
10. Conocimiento: de cómo ver a cómo comportarse
Desierto de lo real
Comunicación medioambiental
Nuevas formas de conocimiento
En conexión
La mente salvaje
Estar allí
Cómo se produce el cambio
Nuestro animado mundo
11. Referencias e índices
Bibliografía
Agradecimientos
A propósito de un nuevo libro de John Thackara
¿Qué será de la tierra fértil si seguimos consumiéndola al ritmo actual (en el que perdemos tres o cuatro toneladas por persona y año)? ¿Cómo podemos alimentar a una población de siete mil millones de personas (y que necesariamente se incrementará en dos o tres mil millones en los próximos decenios)? ¿Quién se hará cargo de los ancianos enfermos, cuando las estadísticas, que no dejan lugar a dudas, señalan que en los próximos años serán decenas de millones, cuando, de aquí a 2030 se duplique en Europa el número de mayores de 75 años, la mitad de los cuales vivirán solos y un alto porcentaje sufrirá algún tipo de demencia? Preguntas como estas son, a un tiempo, prácticas y filosóficas. Y son tan fundamentales e inquietantes que la mayoría de nosotros prefiere no pensar en lo que conllevan.
John Thackara sin embargo, no solo discute con datos y pruebas científicas las causas que provocan estos interrogantes, sino que apunta lo que podrían ser las respuestas. Y esas respuestas no son sorprendentes soluciones basadas en las tecnologías del futuro, ni iniciativas que requieran genios sociales sin precedentes para su ejecución. Son propuestas que se basan en formas viables de hacer y de ser. Tanto es así que muchas ya se han puesto en práctica. Este es el mensaje del libro: un mensaje urgente (por la propia naturaleza de los problemas), oportuno (porque lo que propone como solución, es hoy factible) y, en última instancia, esperanzador (porque, aunque quede casi siempre fuera de la atención de los medios de comunicación, son cada vez más quienes se mueven en esa dirección resiliente y sostenible).
Lo que ofrece el libro es, por tanto, un conjunto de orientaciones para hacer frente a problemas complejos: soluciones que mezclan las habilidades propias el sentido común y las formas de hacer tradicional, con las nuevas tecnologías, algo que puede parecer sencillo. Así, por ejemplo, la respuesta al consumo de suelo fértil y a cómo alimentar a una población creciente es, en última instancia, la misma: apoyar las actividades de los pequeños agricultores que aplican los principios de la agricultura ecológica, la integración del conocimiento antiguo y nuevo (que puede regenerar la fertilidad del suelo y producir en abundancia, así como proporcionar trabajo y dignidad a cientos de millones de personas). Del mismo modo, con una población que envejece, la demencia terminará siendo una enfermedad habitual, y ante la demanda de atención que provoca, la respuesta radica en el apoyo a los cuidadores que, con empatía y dedicación, tratan a diario con ancianos y enfermos. Parece sencillo y en cierto modo lo es porque todo lo que se necesita para ello ya existe; basta con desearlo y hacerlo. En la práctica, sin embargo, sabemos que la aplicación de soluciones basadas en estas ideas no será fácil.
El principal obstáculo práctico es que esos pequeños agricultores y cuidadores no contribuyen al negocio de las grandes empresas (y por ello son objeto de un intenso boicot). No solo eso. Con el actual modelo económico estas soluciones no parecen sostenibles. Y en efecto, su existencia no se adapta a lo que, en general, se espera de algo que sea “moderno”, no se corresponde a la idea de progreso que, a pesar de la evidencia de su crisis, sigue siendo dominante.
¿Y entonces qué hacer? Deben dejarse de lado, no solo los antiguos modelos económicos sino las viejas ideas de desarrollo y progreso. Y ponerse a imaginar, a pesar de los desastres a los que asistimos, formas de ser y de hacer que permitan que nuestra inteligencia y nuestra creatividad se muevan en la dirección correcta.