La violencia y su sombra. María del Rosario Acosta López

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La violencia y su sombra - María del Rosario Acosta López Ciencias Humanas

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como la violentología colombiana y cualquier intento por cercar conceptualmente ese terreno o dotarlo de fronteras precisas parece destinado al fracaso. En México, la investigación sobre las violencias está marcada por una pluralidad disciplinaria, institucional y teórica. Las preguntas sociológicas e históricas se plantearon junto con las estéticas o psicoanalíticas. Quien no esté avisado puede sentir cierta desorientación porque los foros sociológicos suceden al mismo tiempo que los seminarios psicoanalíticos o los coloquios sobre imágenes. Creemos, en este sentido, que en México no existe algo así como un campo de investigación sobre las violencias, sino un territorio vasto y laberíntico. Es decir, cualquier aproximación supone una falta o una imposibilidad estructural para dar cuenta de una totalidad. Tal vez la violentología supuso una delimitación más o menos precisa y la expectativa de una totalidad abordable. Antes argumentamos que ese intento estaba en entredicho en los textos escritos sobre Colombia, pero en el caso mexicano nunca cuajó.

      La pluralidad estructural, por así llamarla, y esa simultaneidad del/la testigo y el/la intérprete, entre otros rasgos, producen textos singulares en los que formas de acompañamiento (a familiares de personas desaparecidas, por ejemplo) conviven con múltiples referencias conceptuales, elaboradas de modo contextual. Ningún artículo busca una teoría general de la violencia, incluso diríamos que la evitan de manera consciente y sistemática. Pero todos asumen el desafío crucial de generar una investigación situada, aunque no idiosincrática. Sí, son los desaparecidos de los últimos doce años los que interesan a algunos textos, pero eso no implica una clausura y otros contextos sociohistóricos emergen y acompañan estas investigaciones: la guerra sucia de fines de los años sesenta y los setenta en México y las dictaduras suramericanas, por ejemplo. En ese sentido, los artículos dan cuenta de ciertas continuidades, pero también discontinuidades, entre momentos históricos y contextos sociales. Eso implica que los textos son arqueologías no intencionadas de un proceso social o de un relato histórico. Los/as testigos/intérpretes, si nuestra lectura fuera correcta, producen un conocimiento situado específico, que no solo traza particularidades epistemológicas, sino inscripciones sociohistóricas que no pueden conocerse cabalmente porque están emergiendo en estos momentos. Estamos ante una investigación sincrónica de las violencias que al ser leídas retrospectivamente develan un rasgo de contemporaneidad que los/as autores/as asumen plenamente. Casi todos los textos abordan, de manera directa o lateral, el tema de los fantasmas o espectros. Algunos de los títulos ya enuncian esa preocupación. Hay imágenes de excavaciones o arqueologías, como si las miradas se dirigieran, por ahora, hacia la tierra antes que al aire o las atmósferas. Un síntoma, escribe Georges Didi-Huberman, es “el signo inadvertido, no familiar, a menudo intenso y siempre disruptivo, que anuncia visualmente algo que no es todavía visible, algo que todavía no conocemos” (2013, p. 307). Un anuncio de lo visible, una disrupción anticipada de lo desconocido. ¿Por qué en los textos dedicados a México merodean espectros?, ¿cómo interpretar esa atención a la tierra, que es estrictamente una coincidencia, pero que podemos leer como un síntoma? El cuarto del que habla Le Guin, que sostiene el bienestar colectivo mediante el encierro y abandono de un niño, ¿podría ser una fosa o un agujero? Los artículos captan, como en los montajes de Warburg, una topología de la violencia, aunque no la desarrollen explícitamente. Las imágenes colectivas que son tan importantes en todos los textos remiten a superficies diversas, pero también a esas coordenadas geológicas (Povinelli, 2016) que parecen inquietarlos. Como si la(s) tierra(s) tuviera(n) una respuesta que no podemos descifrar, pero nos apremia. Estar situado/a comparte su etimología con ser sitiado/a. La posición y el asedio coinciden o se entrecruzan. Pero ambas palabras remiten, de alguna manera, a un lugar. En esa medida, hablar de violencia es siempre mostrar un emplazamiento.

      La espectralidad de estos textos también habla de sus paradojas: si bien algo se encuentra, no necesariamente se puede nombrar. Esto es relevante, porque, como lo muestran algunos artículos sobre Colombia, violencia y significación no coinciden, obligadamente. Puede también abrirse un hiato problemático entre ambos. En esa fisura aparecen los espectros, esas “incorporaciones paradójicas”, como las denomina Derrida, “ni alma ni cuerpo, y una y otro” (1995, p. 20). Si los espectros merodean la historia de México, sostiene Mariana Botey, entonces se pueden “percibir” sus voces, lo que ella llama “el discurso del fantasma” (2014, p. 70). ¿Es lo que perciben los textos compilados? En este caso, el discurso del fantasma, si lo hubiera, es una colección de citas, retazos, fragmentos, huesos, marchas y proclamas. Pero, como lo plantea Ileana Diéguez, no se trata solo de rastrear los espectros en la historia, también de distinguirlos en el presente y en la producción del futuro. El cuerpo espectral, dirá Diéguez, permite pensar “las prácticas que son configuradas a partir de vestigios y que están impregnadas de memorias específicas” (2016, p. 351).

      Si, como dice Alejandro Castillejo, la verdad misma tendría un carácter espectral, que surge “en el momento en que la violencia es nombrada, investigada, localizada de una forma específica” (2009, p. 5), los artículos compilados atestiguarían ese momento y también lo desmentirían, porque nombran e investigan la violencia, pero también interrogan sus localizaciones y sus nombres. Lo que se nombra como testigo no es equivalente a lo que se designa como intérprete. La contemporaneidad de ambas prácticas no garantiza la coincidencia de sus resultados. El discurso del fantasma es afásico.

      Esto, diremos regresando a Didi-Huberman, anuncia “un futuro que no sabemos aún leer, ni incluso, describir” (2013, p. 307). No solo hay una verdad que se expone, también una situación que aflige e incomoda. Un texto situado es, en alguna forma, otro sitiado. Por eso, como dijimos antes, la violencia no es un objeto, sino un contexto (lejano o cercano), y las escrituras que hemos compilado emergen entre la localización y el asedio. El futuro que no sabemos leer ni describir nos compromete a todos/as y develarlo es una tarea común.

      Referencias

      Botey, M. (2014). Zonas de disturbio. Espectros del México indígena en la modernidad. México: Siglo XXI.

      Buck-Morss, S. (2011). Origen de la dialéctica negativa. Theodor W. Adorno, Walter Benjamin y el Instituto de Frankfurt. Buenos Aires: Eterna Cadencia.

      Castillejo, A. (2009). Los archivos del dolor. Ensayos sobre la violencia y el recuerdo en la Sudáfrica contemporánea. Bogotá: Universidad de los Andes.

      Comisión Nacional de Búsqueda. (2020). Informe sobre fosas clandestinas y registro nacional de personas desaparecidas o no localizadas. México: CNB. Recuperado de https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/535387/CNB_6_enero_2020_conferencia_prensa.pdf.pdf

      Das, V., Jackson, M., Kleinman, A., & Singh, B. (Eds.). (2014). The ground between. Anthropologists engage philosophy. Duke University Press.

      Derrida, J. (1995). Espectros de Marx: el estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional. Madrid: Trotta.

      Didi-Huberman, G. (2013). La imagen superviviente. Historia del arte y tiempo de los fantasmas según Aby Warburg. Madrid: Abada.

      Diéguez, I. (2016). Cuerpos sin duelo. Iconografías y teatralidades del dolor. Monterrey: Universidad Autónoma de Nuevo León.

      Harney, S., & Moten, F. (2017). Los abajocomunes. Planear fugitivo y estudio negro. México: Campechana Mental-El Cráter Invertido.

      Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). (2019). Defunciones por homicidios 1990-2018. Recuperado de https://www.inegi.org.mx/sistemas/olap/proyectos/bd/continuas/mortalidad/defuncioneshom.asp?s=est

      Jackson, M. (2014). Ajàlá’s heads: reflections on anthropology and philosophy in a West African setting. En V. Das, M. Jackson, A Kleinman & B. Singh (Eds.), The ground between. Anthropologists

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