Los herederos. Alba González
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Los herederos - Alba González страница 12
Fijate que el otro día va al correo un vecino y le dijeron que no tenía carta ¡y tenían una factura a nombre de la esposa! Tuvo que volver otra vez. Antes eso no pasaba. 33
La “Sección Pueblo” se ocupaba de los servicios y el mantenimiento de las viviendas y las calles.34 “Carpir, barrer, levantar las hojas, levantar la basura, limpiar las calles… las zanjas… todo debía estar limpito”, recuerda quien dirigió la sección.35 Otro antiguo empleado agrega que Pueblo Liebig “estaba mejor atendido que ahora, más limpio, había gente que limpiaba todos los días cuando estaba Liebig’s, antes que esto se venda. Todos los años blanqueaban, le daban a todo una mano de cal, las ventanas verdecitas, los zaguanes”.36
El orden y la limpieza es otro de los ítems que muchos vecinos de Pueblo Liebig añoran. Desde que Liebig’s cedió el pueblo a la provincia, fue la Junta de Gobierno la que prestaba el servicio de recolección de residuos, se ocupaba de acondicionar las veredas y cortar el pasto. A pesar de que si uno observa “con mirada de extranjero” todo parece en orden, aseado y prolijo, muchos de los vecinos no piensan lo mismo. Son frecuentes los comentarios como “el pueblo está sucio”, “se rompió una de las bombitas de luz en la calle y todavía no la cambiaron”, “el agua de la canilla sale marrón”, “está todo lleno de basura”, “no se puede caminar con esta oscuridad”.
“Para administrar este pueblo”, opina un exempleado y vecino, “hay que haber nacido acá. ¡Qué quiere si no saben nada de la historia, ni de qué pasó, ni nada! A los que no saben lo que fue esto no les importa nada, no cuidan nada”.37
Las distintas Juntas de Gobierno que se sucedieron, por su parte, aducían que no contaban con los recursos necesarios para atender todos los reclamos y muchas veces los vecinos no pagan los servicios puntualmente.38 Uno de los integrantes del organismo comentaba:
Lo que veo desde el lugar en el que estoy es que hay gente acostumbrada, y ya no va a perder esa costumbre, a que todo se le dé. A veces te llaman para que le cortes el pasto del frente de la casa, o te llaman para que vos le hagas algo dentro de la casa, o tenés que venir a destaparme la cañería […] Ellos estaban acostumbrados a tener gratis y es un tema cobrar el agua. Dicen: “Si no está linda el agua, yo no te pago”. Pero si no nos pagás el agua, no te podemos dar un mejor servicio. Ellos todavía no se acostumbran. Igual hay gente medianamente joven que tampoco pagan. Ellos ya vienen con esa herencia y eso van trasmitiendo, transmitiendo y transmitiendo. Y hasta los chicos te van a decir: “Yo no voy a pagar si el agua es sucia”. Eso viene mucho de las herencias de antes.39
Otro miembro de la Junta, de una gestión anterior, sintetizó el conflicto: “Los viejos están acostumbrados a tener todo gratis. No se conforman, no se resignan…”. Y no, “los viejos” no se resignan.
1. Por ley 8443 del 29 de setiembre de 1911 se autoriza al Poder Ejecutivo a realizar un estudio para la construcción de un puente sobre el arroyo Perucho Verna en el camino que pasa por Colón en dirección a Concordia, en el paso llamado La Picada, con el objetivo de comunicar el entonces pueblo Colón con el saladero Liebig. Véase Boletín Oficial de la República Argentina, Buenos Aires, 30 de octubre de 1911, p. 1610.
2. Los párrafos que aparecen dentro de recuadros corresponden a fragmentos de mi diario de campo. Este en particular se escribió durante mi primera visita a Pueblo Liebig, el 30 de enero de 2006.
3. En el Centro de Interpretación Audiovisual se expone, a través de paneles explicativos y gigantografías, el proceso productivo de la fábrica y el pueblo fabril. El proyecto fue presentado por el Centro Saboyano de San José a la asociación Impulsar, que trabaja en esa ciudad, junto a la ONG Pays de Savoie Solidaires. Las gigantografías se realizaron sobre la base de fotografías proporcionadas por los vecinos y están reproducidas en el catálogo de la muestra, realizado gracias a la colaboración de las instituciones antes mencionadas, el Consejo Federal de Inversiones y el Programa Identidad Entrerriana del gobierno de la provincia.
4. Como expresión, los tiempos “de antes” remite no solo a un tiempo, sino también a un espacio y a una particular sensibilidad y refiere, como señaló Girardet (1999: 36), ante todo al ámbito, “la barrera de las colinas que cierran el horizonte, la seguridad robusta de las paredes y los techos, la autoridad patriarcal del Padre extendida sobre todo un pedazo de tierra. Es también la perennidad de un ritmo de vida confundido con la sucesión de los trabajos y las estaciones […] la intimidad protectora de un grupo social cerrado, solidario, estrictamente jerarquizado […] la imagen misma de un orden, una sociedad, un tipo de civilización”. Cada uno de estos aspectos que, como subraya el historiador francés, deben retenerse en toda la densidad de su carga simbólica, están presentes en las memorias de muchos de los antiguos pobladores de Liebig.
5. Nota de campo correspondiente al 30 de enero de 2006.
6. Olga Paterlini de Koch (1992) estudió, desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico, los poblados industriales argentinos vinculados con la agroindustria azucarera del norte, la del tanino en el área noreste, la de la carne en el litoral entrerriano y los pueblos del salitre del norte de Chile, destacando sus recurrencias en las tipologías de asentamientos que los diferenciaban de la trama en damero propia de la tradición hispanoamericana. A esta caracterización responde el trazado de Pueblo Liebig, al que se han referido algunos estudios sobre arquitectura (Canavessi, De Carli y Acuña, 1988; De Carli, s/f; Edelcopp, 1998).
7. “La idea de singularidad con la que suele rodearse un acontecimiento seleccionado de la memoria, o una serie de eventos y elementos que califican a un espacio, se constituye en un argumento habitual para sacralizar las relaciones sociales y por ende el lugar. No obstante ello –y como bien sucede con los vecinos de estos lugares–, la unicidad necesita de la comparación de parámetros que permitan fundarla como tal […] de la afirmación de que un fenómeno es único, aunque solo lo sea en el imaginario y el discurso social. La ecuación único-típico va de la mano ante la búsqueda de un retorno a la modalidad de pueblo idealmente forjado. Lo típico reúne en sí mismo las idiosincrasias locales, sirviendo de modelo de valores y acciones. Se configura a partir de la experiencia local, pues es a partir de la misma y del recurso de la memoria –en ocasiones inducida o forjada– que colabora en el rescate –seguramente nostálgico e idealizado– de determinados elementos” (Lacarrieu, 1998: 51).
8. Entrevista a exobrera y vecina. Pueblo Liebig, 16 de febrero de 2012.
9. Testimonio de un exempleado y vecino (Barreto, 2006: 16, segunda parte).