Boda en Eilean Donan. Lorraine Murray
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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2021 Enrique García Díaz
© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Boda en Eilean Donan, n.º 287 - enero 2021
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, HQÑ y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.
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Imágenes de cubierta utilizadas con permiso de Shutterstock.
I.S.B.N.: 978-84-1375-013-2
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
Karen cogió la cámara que le tendía su ayudante, Denise, y enfocó a las dos modelos, que permanecían estáticas bajo las luces de los focos. Los disparos comenzaron a sonar mientras ella se movía de un lado a otro. Apoyaba una rodilla en el suelo o bien se acercaba más y más a las chicas haciéndole indicaciones con la mano para que se juntaran o se separaran. Por un instante permaneció de pie sin mover uno solo de sus músculos. Solo sus ojos de color claro escrutaban los rostros de las chicas. Asintió y se volvió hacia su ayudante para devolverle la cámara.
—Vale, ya está bien por hoy —le dijo a esta con una sonrisa antes de dirigirse a las modelos—: Chicas, hemos terminado. Creo que con la cantidad de fotos vuestras que tengo le bastará al cliente. Buen trabajo, y gracias por aguantarme.
—¿Por aguantarte? —Denise elevó una ceja.
—Sabes que soy muy pesada en mi trabajo. Llevamos toda la mañana.
—Muy exigente, que no es lo mismo. Pesada serías si hicieras que las modelos se movieran aquí y allá para nada. Que no encontraras el enfoque adecuado, que tuvieran que retocarles el maquillaje, el peinado… No sé, cosas de ese estilo —le resumió encogiéndose de hombros—. Pero tú siempre tienes claro lo que quieres desde que pones un pie en el estudio. De todas formas, ellas están acostumbradas a todo eso. Es su trabajo también.
—Me pongo el listón muy alto. Eso es todo.
—Por eso mismo te has ganado a la crítica. Tienes un prestigio que mantener y hay pocos profesionales como tú. En serio. ¿Quién ha llegado a tener tantas portadas en revistas de todo tipo? ¿A quién llaman los diseñadores más prestigiosos de la actualidad?
—Gracias por agrandar mi ego. Pero me limito a disfrutar con lo que hago. —Karen se apoyó contra la mesa, se apartó algunos mechones morenos del rostro y sonrió cruzando los brazos a la altura del pecho.
—Por eso mismo has llegado a la cima. El mundo de la moda te respeta. Te quieren en sus campañas. Insisto en que has publicado imágenes en las revistas de viajes y de naturaleza más conocidas. Has expuesto tus propias fotografías en espacios reservados a los grandes. —Miró a su amiga y jefa con las cejas elevadas esperando que la contradijera. Pero Denise sabía que no podría hacerlo porque no le estaba contando nada que no fuera cierto, ni que ella misma no supiera.
—¿Has acabado de adularme? Porque, si es así, te invito a comer. Ah, y que sepas que parte de mi éxito se debe a que cuento con la mejor ayudante del mundo. Siempre tienes el equipo a punto para captar la mejor imagen. Y un consejo para mejorarla. Y eso, lo creas o no, es muy importante para mí. Y ahora, deja que te eche una mano para recogerlo todo. De ese modo nos podremos ir antes.
Denise se limitó a sonreír.
Minutos después, las dos