Boda en Eilean Donan. Lorraine Murray

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      —Sí. Tendrás que desplazarte desde allí para la boda.

      —¿Dónde?

      —A Eilean Donan. Supongo que lo conoces por haberlo visto en películas, series de televisión, guías turísticas y demás. Uno de los castillos escoceses de más renombre. Por cierto, ahora que lo pienso, nunca he visto una fotografía tuya de este.

      Karen cogió aire y apretó los labios. ¡Era cierto, el castillo de Eilean Donan era uno de los pocos lugares que no había fotografiado! Y se le presentaba la oportunidad de hacerlo.

      —Ah, eso es porque no he estado allí.

      —Pues esta es tu oportunidad de hacerlo. ¿Vas a dejar escapar la posibilidad de conocerlo y no fotografiarlo porque se trate de una boda? —Nora le hizo la pregunta con un tono de sorna y sorpresa que a Karen le provocó una carcajada.

      —Tratas de ponerme los dientes largos con tu puesta en escena. El cliente debe de ser muy rico para organizar una boda en un sitio así, ¿no?

      —Es dueño de una destilería en aquella región. Pero a nosotros no nos incumbe su patrimonio. Él te quiere en la boda de su hija.

      —¿Cuándo se supone que tengo que estar allí?

      —Dentro de tres días.

      —Pero es algo precipitado. Me refiero a organizar el viaje, llegar a Escocia, ir al castillo…

      —Ha enviado billetes de avión, para Denise y para ti. Supuse que no querrías ir sola.

      —Por supuesto. No acepto un trabajo sin ella. Ya lo sabes.

      —Os han reservado una habitación en un hotel céntrico en Inverness. Alguien os irá a recoger al aeropuerto y os llevará a este. Por cierto, tenéis que hacer escala en Londres. No hay vuelos directos a la capital de las Tierras Altas desde aquí. Lo verás todo en el dosier que ha enviado el cliente, y que ya debes de tener en la bandeja de entrada de tu cuenta de correo.

      —¿Nos espera alguien de la propia familia?

      —Solo sé que el contacto es un tal Andrew McFarland. Es posible que se trate de un hijo; por el apellido. El cliente se llama Roger McFarland. Tenéis todos los gastos cubiertos durante una semana. Quieren que estéis con tiempo suficiente para visitar el castillo y prepararlo todo.

      —De acuerdo. Todo parece estar bien claro. Llevaré mi propio equipo.

      —Como quieras, ellos me han comentado que podrían prestarte uno. Lo que no podrás llevarte es tu moto, como puedes suponer —le recordó entre risas—. Confío en que puedas pasar sin ella la semana que estés en Inverness.

      —Siempre puedo alquilar una para ir al castillo. Sabes que soy una mujer con suficientes recursos —la retó con ironía haciendo ver que así era.

      Ya lo había hecho en algunas de las ocasiones en las que había estado en otros países y continentes. Tenía decisión y recursos para lograr lo que se proponía.

      —Como quieras. ¿Alguna cuestión relacionada con este trabajo?

      —Ninguna por el momento. Echaré un vistazo al dosier que me has enviado. Si se me ocurren te las iré haciendo sobre la marcha.

      —Perfecto. Cerramos el tema de Escocia hasta nueva orden. Otra cosa, ¿qué tal la sesión de fotos de hoy?

      —Todo controlado. Veré las que merecen la pena y te las enviaré para que las vea el cliente.

      —Estupendo. Ya verás cómo al final me agradecerás este trabajo en Inverness.

      —Lo único atractivo que veo en este son los parajes de la región a la que vamos y el castillo de Eilean Donan, por supuesto —ironizó Karen segura de lo que decía.

      —Aprovechad Denise y tú para conocer la región, como bien dices. Por cierto, ¿irá Vincent?

      —Acabas de decirme que han enviado dos billetes de avión. Uno es para mí y el otro para Denise. —No dio opción a Nora a que dijera nada más.

      —Pero él podría reservar uno. Y una habitación en el hotel en el que os alojéis Denise y tú.

      —Ni me molesto en comentárselo.

       —¿Marchan bien las cosas? Sabes que puedes contar conmigo…

      Karen asintió con una mueca irónica.

      —Descuida, lo sé. Solo que no hay mucho que contar. Ambos queremos cosas distintas, ya te lo he contado en alguna que otra ocasión. Cada día nos distanciamos más.

      —Está bien. Estaremos en contacto antes de que os marchéis.

      —Te mando las fotos en cuanto llegue a casa.

      —De acuerdo.

      Karen salió de la oficina y caminó sin rumbo durante una hora. La verdad era que no sabía qué pensar de todo aquello. ¿A quién no le gustaría ir a las Tierras Altas escocesas y fotografiar sus parajes? Ni qué decir de visitar Eilean Donan, aunque fuera para asistir a una boda en este. Rechazaba fotografiar las celebraciones de todo tipo, pero en especial las bodas. No creía en estas después de presenciar el desastroso matrimonio de sus propios padres. Eso de para toda la vida… Lo sentía, pero no creía en ello. Tal vez por ese motivo siempre había tenido relaciones con hombres que pensaban como ella; nada de compromiso. Y si en algún momento atisbaba una sola señal de que a su pareja se le pasaba por la cabeza formalizar la situación, entonces… comenzaba la fase de enfriar la relación. Eso se le daba de maravilla. No quería ataduras, ni sentimentalismos, ni nada que se le pareciera. Siempre iba con la coraza puesta cuando conocía a un hombre que parecía mostrar interés en ella. Casi hasta agradecía que Vincent estuviera perdiendo el interés en ella. Resopló cuando sintió una ligera opresión en su pecho que le hacía respirar con dificultad.

      Tendría que llamar a Denise para contarle la noticia. A ver qué le parecía. Suponía que esta no pondría ningún reparo; al contrario, podría imaginar la cara que pondría. Se le iluminaría el rostro. Y en cuanto a Vincent… Se mordió el labio con gesto pensativo. ¿A qué venía la sugerencia de Nora de contárselo e incluso pedirle que las acompañara? Se preguntó gesticulando en mitad de la calle mientras algunos peatones se la quedaban mirando. No tenía sentido hacerlo. No cuando llevaban algunas semanas sin apenas comunicarse, porque era lo que hacían a través del móvil. Mejor así.

      Llegó a casa y se puso a seleccionar las fotografías de las modelos que eran aptas para el cliente. Luego se las enviaría a Nora, y llamaría a Denise. Pero no hizo falta porque esta se le anticipó.

      —Iba a llamarte ahora mismo. Estoy revisando las fotos de la sesión de esta mañana. —Había pulsado el altavoz de su móvil y lo había colocado en la mesa baja del salón. De ese modo ella podría ir trabajando en las imágenes.

      —Genial. ¿Qué te ha contado Nora del nuevo proyecto?

      —Se trata de hacer el reportaje de una boda.

      —Vaya…

      El tono de falta de emoción impregnó la respuesta de Denise. Lástima que ella no pudiera

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