9 razones para (des)confiar de las luchas por los derechos humanos. Sayak Valencia

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9 razones para (des)confiar de las luchas por los derechos humanos - Sayak Valencia

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de Harvey (2004), la cual radicaliza la acumulación “originaria” de Marx refiriéndose a “la depredación, el fraude y la violencia” que conlleva esta actividad que extrae los recursos de la naturaleza y la tierra para privatizarlos y lucrar con ellos.

      Asimismo, recurrimos al trabajo de Raúl Ornelas1 en torno al capitalismo como producción estratégica y el papel de las corporaciones transnacionales. Respecto de la producción estratégica, Ornelas dice que la producción capitalista es inconmensurable, al igual que las relaciones capitalistas, y algunas ni siquiera parecen relaciones capitalistas. A fin de poder abordar este tema se planteó la posibilidad de jerarquizar la producción esencial para la reproducción del sistema, ya que es la ganancia lo que lo mueve.

      Muchas actividades producen ganancias, pero hay algunas que se vuelven estratégicas porque lograrán controlar la propia producción y, por ende, la generación de ganancia. No tienen que ver necesariamente con la escala, sino con la posibilidad de que sean palancas de la reproducción. Hay dos criterios para jerarquizar estas actividades: a) la producción masiva: alimentos, y b) la vanguardia tecnológica que, sin ser masiva, desempeña un papel fundamental en el desarrollo tecnológico: nanotecnología, la espacial, los minerales estratégicos (por ejemplo, el coltán para celulares). En esta perspectiva hay seis campos de producción que van a explicar quiénes son líderes de la producción mundial: energía, petróleo, luz, química, alimentos y fuerza de trabajo (el trabajo migrante es fundamental, porque es más barato por la falta de derechos). Quien controle estos seis campos de la esfera capitalista impondrá la forma de producción al resto del mundo.

      Sobre el papel de las corporaciones transnacionales, no es lo mismo ser líder que ser hegemón; la hegemonía es una realidad multidimensional e incluye varios criterios que implican ser líder en otros tres ramos de la producción capitalista: dimensión militar, dimensión económica y dimensión cultural (envuelve y da cohesión, lubrica las relaciones sociales; visión del mundo aceptada en todos lados, por ejemplo, el american way of life). La hegemonía implica la idea de un sujeto hegemónico, un sujeto desdoblado que se constituye de Estado y empresas, lo que lleva a jerarquizar entre Estados y empresas. Los Estados de grandes potencias abren camino a sus empresas, tienen la posibilidad de disputarse la hegemonía mundial. La dimensión central es el ejercicio del poder. Aquí las corporaciones transnacionales desempeñan un papel fundamental porque acumulan poder político y económico, y son ejes de la hegemonía mundial; son las que ordenan los territorios. Así, se pasa del capitalismo estatal a uno transnacional.

      Para los aspectos culturales, sociales y criminales e ilegales del capitalismo neoliberal, partiremos de una definición mexicanizada, la de Sayak Valencia de su trabajo sobre el capitalismo gore.2 Valencia retoma el término gore de un género de cine centrado en la violencia extrema para describir la etapa actual del capitalismo en el tercer mundo, en el cual la sangre, los cadáveres, los cuerpos mutilados y las vidas cautivas son herramientas en la reproducción del capital. El capitalismo gore se basa en el análisis transfeminista y la experiencia de la autora de vivir en una ciudad fronteriza (Tijuana, Baja California), y se ubica como el “Lado B” de la globalización, es decir, el lado oscuro de la economía global, lo contradictorio y fuera de control del neoliberalismo que se encuentra generalmente en ciudades fronterizas. Según Valencia, la economía del capitalismo gore simultáneamente destruye los órganos y produce capital por medio de la especulación de los cuerpos como mercancía, y de la violencia como una inversión, una herramienta que empodera y reproduce capital de forma instantánea. La producción de cuerpos muertos o mutilados como mercancía se sustenta y justifica en el proceso de la oferta y la demanda. En el capitalismo gore, el asesinato se convierte en una transacción, la violencia en una herramienta y la tortura en empoderamiento.

      El capitalismo gore, argumenta, es un marco teórico-conceptual cuyo objetivo es proporcionar los conceptos para la interpretación de la realidad actual, en la cual la violencia cumple un papel fundamental como herramienta de mercado altamente eficaz, medio de supervivencia alternativo y mecanismo de autoafirmación masculina. Valencia sugiere que el término “violencia” funge a modo de categoría interpretativa transversal a las diferentes dimensiones de conocimiento y acción, con consecuencias simbólicas y materiales, pues se transmuta en una herramienta de autoafirmación, y en un medio de supervivencia. La violencia se ha convertido en una forma de vida, en un trabajo, medio de socialización y en toda una cultura. En la opinión de esta autora, es una nueva epistemología y un conjunto de relaciones que atan nuestro tiempo con prácticas discursivas y de otro tipo, originadas en la etapa actual del capitalismo: el neoliberalismo. Valencia elabora todo un entramado conceptual a la vez que caracteriza las dinámicas políticas, culturales, económicas y de poder del capitalismo gore. Ella explica esas dinámicas en términos de narcoestado, hiperconsumo, tráfico de drogas y necropolítica.

      Así, en los diversos capítulos que integran el libro, el capitalismo neoliberal va tomando formas específicas.

      La capacidad anti o pro capitalista de los derechos humanos

      De la misma forma que no hay un solo concepto unívoco de capitalismo neoliberal, tampoco lo hay respecto de qué son o cómo miramos los DH. Cada autor expone su propia visión de DH: si son adjudicaciones jurídico-morales, construcciones sociales a través de normas o de las luchas de los movimientos sociales, o tecnologías de poder.

      Más allá de qué son los DH, la principal pregunta es si estos son una plataforma antisistémica o parte de la tecnología de la dominación. Como se dijo anteriormente, en el seminario proponemos como hipótesis que como hay más de un discurso de DH, los derechos son funcionales lo mismo para la sociedad civil que para los poderes de dominación capitalista. Esta es una disyuntiva política que no tiene solución en el plano teórico y que en lo político se refleja en tensiones constantes entre la emancipación y la funcionalidad; entre el uso defensivo del discurso por medio de herramientas técnicas y la despolitización; entre el uso de herramientas profesionales y la tecnificación del discurso, y entre la repolitización de este y su nulo impacto en las condiciones de vida. Depende de cada caso.

      Por ello lo que sí se puede hacer para ir perfilando un discurso de DH más efectivo frente a los efectos perniciosos del capitalismo neoliberal es configurar distinciones analíticas que nos permitan identificar cuándo y por qué el discurso de DH promueve la emancipación o la dominación, reparando en niveles de acción, grados de éxito y sectores del capitalismo en los que el uso de la plataforma de DH resulta más efectiva; así como en variables como la epistemología o marco teórico, los mecanismos de DH desplegados, si el discurso está desempeñando una función jurídica o política, y en los actores o agentes sociales que lo instrumentalizan.

      Los niveles se refieren al nivel jurisdiccional en el que un grupo o individuos se movilizan para impugnar una u otra dinámica capitalista, y pueden ser locales (comisiones estatales de DH, procuraduría estatal), nacionales (Suprema Corte, Sistema Nacional de Víctimas, Comisión Nacional de Derechos Humanos), internacionales (sistema universal de derechos humanos, sistema interamericano) o transfronterizos o transnacionales (mecanismos vinculados con los acuerdos comerciales, justicia transnacional).

      Los distintos grados de éxito se refieren a que las luchas emancipadoras no pueden ser totalmente negativas sino que su incidencia llega a tener grados de emancipación o resistencia a partir de lo que entendamos por cada una de ellas. Los distintos sectores del capitalismo que se impugnan: la acumulación originaria y por despojo (megaproyectos), y procesos de producción; capital financiero y gobierno en red transnacional (comercio y finanzas mediante multilaterales, gobiernos y transnacionales); organización del trabajo gracias a las migraciones internacionales; delincuencia organizada, y producción cultural e ideológica. Los casos de DH pueden incluir uno o varios sectores de producción capitalista, y cada uno de estos tiene sus propios actores, lógicas y dinámicas; además, es importante ubicar qué sector se analiza, cuáles son

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