E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 1 - Sherryl Woods Pack

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–añadió Laila.

      Connie asintió.

      –Creo que yo me la tomaré doble.

      Una de las pocas cosas que no habían cambiado desde que Jake se había casado con Bree era que Mack Franklin, Will Lincoln y él seguían almorzando cada día en Sally’s. Los almuerzos habían comenzado cuando Jake necesitaba apoyo después de que Bree y él hubieran roto unos años atrás. Ahora que estaban juntos otra vez y felizmente casados, la tradición del almuerzo se había convertido para los tres en una forma de mantener su amistad bien cimentada. Will se apoyaba en esos dos hombres más de lo que probablemente ellos sabían.

      Como psicólogo, pasaba los días escuchando los problemas de los demás, pero él no tenía a nadie más que a Jake y a Mack para escuchar los suyos. Aunque los tres lo sabían prácticamente todo sobre la vida de los otros, había una cosa que Will llevaba tiempo ocultándoles: su nuevo negocio, Almuerzo junto a la bahía.

      El servicio de citas había sido fruto de la frustración. Pasaba demasiado tiempo apoyando psicológicamente a solteros sobre las relaciones de su vida y demasiado poco cultivando cualquier relación suya. El nombre de la empresa, que se le había ocurrido en mitad de una solitaria noche, pretendía ser irónico, aunque solo fuera para él. Por mucho que le gustaba reunirse con sus colegas, pensaba que ya era hora de empezar a almorzar con alguien que llevara falda y se echara perfume. Sí, en ocasiones, Jake olía a rosas, pero eso era solo después de que hubiera pasado la mañana plantando rosales para uno de sus muchos clientes de paisajismo. Estaba claro que no era lo mismo.

      Además, pensaba que ya era hora de dejar de apoyar a Jess O’Brien. A lo largo de los años, Jess había tenido muchas oportunidades de mostrar el más mínimo interés por él, pero por lo general lo trataba como si fuera un hermano mayor especialmente molesto.

      O peor; desde que era psicólogo lo acusaba de analizarla, porque padecía trastorno por déficit de atención, y de querer convertirla en un caso de estudio y, por mucho que se lo había negado, no había logrado que dejara de pensar semejante ridiculez. Y ya que se veían mucho, las sospechas de Jess hacían que la mayoría de sus encuentros acabaran resultando incómodos y ambos se mostraran irritados.

      Lo cual significaba que había llegado el momento de seguir adelante de una vez por todas, aunque no era fácil en un pueblo con una población inferior a cinco mil habitantes exceptuando las épocas de primavera y verano cuando los turistas y los domingueros lo llenaban. Almuerzo junto a la bahía había sido creado no solo para llenar un hueco en la escena social de Chesapeake Shore, sino también para aliviar la soledad de Will.

      Se lo explicó todo a Jake y a Mack, que lo miraban como si de pronto le hubieran salido cuernos.

      –¿Vas a abrir una Web de citas? –repitió Mack.

      –Exacto –respondió Will–. Si no estuvieras tan ocupado «no saliendo» con Susie, te animarías a apuntarte. Eres uno de los solteros más codiciados del pueblo.

      –¿Pretendes hacer uso tú mismo de la web? –dijo Jake asombrado–. Creía que estabas viéndote con una psicóloga que se había comprado una casa de verano.

      –Y lo estaba –respondió Will–. Hace dos años, pero no funcionó y lo sabrías si alguna vez prestaras atención a lo que te digo.

      –Pero has estado saliendo con alguien, eso no me lo estoy imaginando.

      –¿Qué puedo decir? –dijo Will encogiéndose de hombros–. Ninguna de esas relaciones ha llegado a nada.

      –Supongo que tiene sentido –apuntó Mack–. Susie siempre está quejándose por la escasez de hombres disponibles en el pueblo.

      Jake esbozó una sonrisa.

      Mack lo miró muy serio.

      –¿Qué?

      –Creía que te tenía a ti –respondió Jake.

      –No estamos saliendo –repitió Mack.

      –Y aun así ninguno de los dos parece estar buscando a nadie –apuntó Will–. Si me equivoco y estáis abiertos a otras posibilidades, puedo registraros en la nueva Web. Eres un ex atleta y un columnista de deportes semi famoso. Para cuando acabe la semana ya te habré encontrado una pareja.

      Jack lo miró con incredulidad.

      –¿Ya tienes clientes?

      –Unos treinta, por ahora –confirmó Will.

      –¿Alguien que conozcamos? –preguntó Mack–. ¿Susie, por ejemplo? –añadió con un tono que indicaba que su relación con ella era más de lo que quería admitir.

      –No estoy en libertad de decir nada –le dijo Will.

      –¿Cuándo has abierto esta empresa? –preguntó Jake.

      –Oficialmente, hace tres semanas, aunque llevaba tiempo pensando en la idea de emparejar a gente. Finalmente me decidí, hice unos folletos y los he repartido por la ciudad.

      No tenía ni idea de qué esperar, pero cuando los clientes comenzaron a registrarse, supuse que debía decíroslo todo antes de que os enterarais por otra fuente. Alguien acabará descubriendo que yo soy el psicólogo que se encuentra detrás de todo esto. Después de todo, no somos muchos en la zona.

      –Entonces, ¿estás haciendo esto para ganar dinero? —preguntó Mack aún intentando entender qué motivaciones tenía. Antes de Susie, no había tenido ninguna dificultad para atraer a mujeres solteras, así que no comprendía la frustración de Will.

      —Podría ser una mina de oro, sí, pero esa no ha sido mi motivación realmente —insistió Will—. Lo veo más como un servicio a la comunidad.

      —Buen intento, pero ya has admitido que estás haciendo esto para poder conocer a mujeres. ¿No podrías haberte pasado por Brady’s más a menudo?

      Will sacudió la cabeza.

      —No me estaba funcionando.

      —¿Y la iglesia? He oído que muchos hombres conocen a mujeres en la iglesia —dijo Mack—. Ahora que lo pienso, si hubiera sabido que estabas tan desesperado, podría haberle pedido a Susie que te hubiera buscado algo. Tiene un montón de amigas.

      —No estoy desesperado –contestó Will, ofendido—. Solo estoy siendo activo.

      Jake y Mack se miraron y fue Jake el que se atrevió a preguntar:

      —¿Y qué pasa con Jess?

      Will se quedó paralizado.

      —¿Qué pasa con ella?

      —Bueno, no es que esté loca por mí —dijo Will, sin negar sus sentimientos, ya que nunca se le había dado bien ocultarlos—. Vamos a dejarla al margen de esto. No tiene nada que ver con el tema.

      Ninguno de sus amigos parecía demasiado convencido, pero lo dejaron.

      —Entonces, ¿vas a organizar fiestas de chicos y chicas como en la universidad y vas a hacer que todos se pongan etiquetas con sus nombres? ¿O vas a preparar citas de esas de sesenta segundos? Ya sabes, como el juego

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