E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 1 - Sherryl Woods Pack

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error –respondió Laila, aunque a Jess le pareció que se sintió algo culpable al decirlo.

      –¿Es que sabes algo que yo no sé? –preguntó Jess observando a su amiga.

      –Claro que no –respondió Laila demasiado apresuradamente–. Tal vez los intereses que pusiste eran demasiado pocos. La empresa promete alguien con intereses similares, y puede que tarde un poco en encontrar la pareja adecuada. Seguro que no todo el mundo recibe una respuesta inmediata. Lo importante es que la persona con la que acaben emparejándote sea la correcta.

      –La verdad es que me da igual. De todos modos no confiaba mucho en esto. ¿Qué te parece si vamos a Sally’s y comemos algo?

      Laila se estremeció.

      –Lo siento, no puedo. Tengo mi primera cita.

      Jess se quedó mirándola, intentando juzgar la extraña expresión del rostro de su amiga. Laila parecía más preocupada que emocionada y no era la reacción que Jess se habría esperado.

      –¿Por qué no me has dicho nada al llegar? ¿Quién es? ¿Sabes su nombre? ¿Dónde vais a reuniros?

      –En Panini Bistro.

      De nuevo, Jess la miró fijamente.

      –Me sigue dando la sensación de que ocultas algo. ¿Quién es ese hombre? ¿Lo conozco?

      Laila asintió.

      –La verdad es que sí. Por eso he venido, para poder contártelo por si tenías alguna objeción.

      –¿Y por qué demonios iba a tener alguna objeción? No hay nadie en este pueblo con quien haya salido en serio, a menos que contemos a Stuart Charles de tercer curso. Fui a un montón de partidos de la Liga Menor para ver jugar a ese niño.

      –Creía que ibas a esos partidos para ver a Connor.

      –¿Crees que quería que alguien se enterara de que me gustaba un hombre mayor? –respondió Jess con una sonrisa–. Creo que Stuart tenía doce años, estábamos condenados desde el principio –su sonrisa se desvaneció–. Pero nos hemos salido de la conversación. Estábamos hablando de tu cita e intentaba dejarte claro que no tienes que preocuparte por nada en lo que a mí concierne.

      –No estoy tan segura de eso –dijo Laila sin mirarla a los ojos–. Es Will.

      Jess se quedó absolutamente quieta e incluso le pareció como si el corazón le hubiera dado un vuelco.

      –¿Vas a almorzar con Will? –le preguntó lentamente–. ¿Estás diciéndome que el ordenador os ha emparejado?

      Laila asintió y después le preguntó preocupada:

      –No estarás molesta, ¿verdad? Quería que te enteraras por mí por si alguien nos ve juntos. Si te molesta, puedo llamar para cancelarlo.

      –No seas ridícula. ¿Por qué iba a molestarme? –preguntó intentando sonar despreocupada y aparentar que no estaba afectada, a pesar de que en realidad la noticia la había dejado desconcertada–. Nunca he salido con Will –vaciló–. ¿No crees…?

      –¿Qué?

      –El folleto decía que la empresa la dirigía un psicólogo. ¿Crees que podría ser Will?

      Laila se encogió de hombros.

      –Podría ser, pero no sé por qué tendría que importar eso.

      –¿No crees que será raro salir con un loquero? –a Jess le había costado estar en la misma habitación que él, nunca había sido capaz de quitarse de encima la sensación de que Will estaba analizándola. Tal vez bajo otras circunstancias esa atención que él le dirigía habría sido halagadora, pero por el contrario la hacía sentirse expuesta y ya había experimentado esa sensación demasiado cuando los médicos habían estado intentando determinar su síndrome de déficit de atención años atrás. Todas esas pruebas psicológicas la habían hecho sentirse como un espécimen de laboratorio.

      –¿Por qué iba a ser raro? –preguntó Laila encogiéndose de hombros–. Con suerte, será más perspicaz que la mayoría de los hombres con los que me he topado. Es curioso, pero nunca antes había pensado en salir con Will. Tenemos la misma edad, pero nunca salimos con la misma gente cuando estudiábamos.

      –Porque tú ibas con la gente popular y él iba con los friquis.

      –Will no era un friqui –dijo Laila saltando en su defensa de un modo que sorprendió a Jess–. Jake y Mack son sus dos mejores amigos y los dos eran atletas. Siempre estaba en tu casa con Kevin y con Connor, además. Si no recuerdo mal, incluso jugaba al baloncesto en la universidad –se le iluminó la cara–. ¡Esa es otra cosa buena! Es más alto que yo; estoy cansada de tener que llevar zapatos planos cuando salgo por ahí para no intimidar a algún tipo que no pase del metro setenta.

      Jess no podía explicar por qué la idea de que Laila fuera a salir con Will la molestaba tanto. ¿Era porque estaba más interesada en él de lo que había admitido nunca? ¿O era porque ese estúpido ordenador había confirmado lo que ella siempre había dicho, que harían una pareja terrible? Y ya que no quería que su amiga se preocupara por nada de eso, esbozó una forzada sonrisa.

      –Espero que lo paséis genial. Estaría muy bien que todo esto de los emparejamientos funcionara.

      Laila sonrió, claramente aliviada por tener la bendición de Jess, por muy poco entusiasta que se hubiera mostrado su amiga.

      –Cruzaré los dedos. Luego te llamo para contarte cómo ha ido.

      En cuanto se marchó, Jess agarró las llaves y se dirigió a Sally’s, donde sabía que encontraría a Jake y a Mack. Tal vez ellos podrían decirle si Will estaba detrás del servicio de citas. Si lo estaba, una vez se recuperara del impacto, no querría volver a saber nada de él.

      Will se encontraba en la acera delante del Panini Bistro esperando a Laila Riley. Se había sentido un poco extraño al emparejarse con una persona a la que conocía prácticamente desde siempre, pero habían intercambiado un par de e-mails desde que habían hablado el día antes y había descubierto unas cuantas cosas más que tenían en común, además de todas las personas que conocían los dos y de los intereses que ambos habían mencionado en sus solicitudes. Por lo menos podrían pasar la siguiente hora charlando y poniéndose al día de cómo les iba en la vida sin ningún tipo de presión. Todo ello hizo que ella fuera ideal como su primera cita de Almuerzo junto a la bahía.

      La vio salir del coche al final de la calle y caminar hacia él decididamente. Laila sonrió al verlo, extendió la mano para estrechársela, pero entonces se encogió de hombros y lo abrazó directamente.

      –Es extraño, ¿verdad? –preguntó ella.

      –Pues yo estaba pensando en lo fácil que sería. Nos conocemos prácticamente de toda la vida.

      –Pero no así. No como un esposo o esposa potencial.

      Will la miró con tanto asombro que la hizo reír.

      –Lo siento –dijo ella inmediatamente–. Solo quería decir que esto no es como encontrarnos por casualidad en una fiesta o en Brady’s. Es una cita real, incluso aunque sea solo para almorzar.

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