E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl Woods
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—Tú y Dolly Levi —dijo Mack con una impenitente sonrisa.
—¿Quién? —preguntó Will.
—Hello, Dolly. Es un musical. Susie y yo vimos la reposición hace poco. Ella es una casamentera.
—Por favor, no le digas a mucha gente que tú, el que fuera una estrella del fútbol de la universidad, va a musicales de chicas. Destruirá tu buena reputación como uno de los mejores solteros del pueblo de todos los tiempos y dejarás de ser considerado un jugador en el terreno de las citas. Es más, es muy probable que no vuelvas a tener una cita en tu vida.
—No necesita otra cita —dijo Will—. Ya tiene a Susie.
—Que, sin duda, es una mala influencia —respondió Jake.
—¿Tengo que señalar que tu mujer produce obras de teatro en su bonito y nuevo teatro de Chesapeake Shores y en el que, de vez en cuando, hay musicales? ¿Piensas asistir?
Jake se estremeció.
—Eso es una obligación marital, no una elección. Hay una diferencia.
—Will, ¿te tragas esa excusa? ¿De verdad hay diferencia?
—No pienso mediar en esto, chicos. Ahí os quedáis.
Quería volver a su despacho para ver si podía encontrar a la mujer de sus sueños. Tal vez estaba justo ahí, a la vuelta de la esquina, aunque de ser así, ya tendría que haberse cruzado con ella.
Por primera vez desde el viernes anterior, Will abrió su email el lunes por la tarde para comprobar las nuevas solicitudes de ingreso al servicio de citas online. Durante el fin de semana habían llegado seis; ya había introducido los datos de todos cuando vio las solicitudes de Laila, Connie y Jess. Se le abrieron los ojos como platos. Lo de Laila y Connie podría hacerlo, ¿pero Jess? ¿Qué iba a hacer con ella?
Ya que había adjuntado un pago con su tarjeta de crédito al registrarse en la Web, la integridad profesional requería absolutamente que él incluyera sus datos en el sistema y viera si su perfil encajaba con el de algún hombre. Sin embargo, sentía un cosquilleo en el estómago que le decía que borrara su solicitud como si nunca la hubiera visto. No quería ser el hombre que ayudara a Jess a irse con otro. Sí, tarde o temprano, ella acabaría haciéndolo, pero no quería ser él el que se lo facilitara.
Estuvo batallando con su propia conciencia durante unos diez minutos antes de que, muy a su pesar, incluyera sus datos en el sistema. Deliberadamente, excluyó su propia información y cuando vio que la búsqueda no daba resultados, suspiró aliviado.
Se dijo que le devolvería el dinero y le diría que volviera a enviar la solicitud pasado un tiempo, pero cuando estaba a punto de enviarle ese correo, no pudo hacerlo. Por mucho que no le gustara, se lo debía a Jess.
En cuanto a Laila y Connie, lo tuvo más fácil con sus solicitudes. Tres parejas potenciales aparecieron casi de inmediato en el caso de Connie y envió a los tres implicados la información de contacto mutua. Para Laila salieron cuatro posibilidades y, sorprendentemente, una de las mejores parejas, el hombre que parecía tener más en común con ella, era él mismo.
–No, ni hablar –murmuró para sí. Jamás había pensado en salir con la hermana pequeña de Trace… aunque, ¿por qué no? Tal vez sería la mejor forma de comprobar si los criterios que estaba empleando en su programa eran efectivos.
Ya casi se había convencido para llamarla cuando pensó que no era casualidad que las solicitudes de las tres hubieran llegado el sábado por la noche una detrás de otra. ¿Las habían enviado juntas? ¿Y cómo reaccionaría Jess si saliera con Laila? ¿La ofendería que sus amigas hubieran encontrado citas y ella no? ¿Le molestaría que la primera cita de Laila fuera él? ¿Y por qué iba eso a preocuparlo a él, si estaba intentando vivir su vida tal y como se había jurado que haría?
Antes de poder cambiar de opinión, levantó el teléfono y llamó a Laila al banco.
–Ey, Will, ¿qué tal? –dijo con su amistoso tono.
–Seguro que no te lo crees, pero un servicio de citas online nos ha emparejado –le dijo sin explicarle que se trataba de su propio negocio. Ya se enteraría enseguida…
–¿Almuerzo junto a la bahía? ¡Estás de broma! No me esperaba que surgiera algo tan rápido.
–Estoy tan sorprendido como tú, pero he pensado que tal vez deberíamos intentarlo. ¿Te gustaría almorzar mañana?
–¿Por qué no? –dijo antes de vacilar y preguntar–: ¿Estás seguro de que es una buena idea?
–¿Por qué no iba a serlo? Está claro que los dos estamos buscando nuevas formas de conocer gente, y si un ordenador dice que somos compatibles, creo que al menos deberíamos probar.
–Bueno, al menos nos echaremos unas buenas risas, ¿no?
–Exacto. ¿Qué dices?
–¿A qué hora y dónde?
–¿Panini Bistro al mediodía? ¿O preferirías ir a algún otro sitio?
–Creía que siempre comías con Mack y Jake al mediodía –dijo ella demostrando que su rutina era bien conocida por todos.
–He decidido que ya es hora de modificar mi rutina.
–Entonces, cuenta conmigo. Y el Panini Bistro me parece bien. Nos vemos allí. ¿Tengo que llevar un clavel rojo detrás de la oreja para que puedas identificarme? –le preguntó entre carcajadas.
–A menos que hayas pegado un gran cambio desde la comida en casa de los O’Brien hace dos domingos, creo que te reconoceré –respondió antes de añadir–: Tal vez por ahora deberíamos mantener esto en secreto. ¿Qué te parece?
–¿Te da vergüenza que te vean en público conmigo, Will Lincoln?
–Si así fuera, no iríamos a almorzar a Shore Road. Es solo que pienso que puede que lo mejor sea ser discretos hasta que veamos cómo funciona esto. Puede que nuestros amigos tengan mucho que decir si se enteran.
–¿No estarás pensando en un amigo en particular, verdad? ¿Es Jess quien prefieres que no se entere?
–¡Claro que no! ¿Por qué iba a importarle a ella?
–Me alegra que pienses eso, porque no se me da nada bien guardar secretos, y menos a mis amigas.
–Vale, de acuerdo –dijo resignado ante la posibilidad de que su almuerzo pudiera crear una conmoción–. Nos vemos mañana.
–Lo estoy deseando.
Will deseó poder decir lo mismo, pero por el contrario, una sensación de pavor se instaló en su estómago porque sabía que estaba jugando con fuego.
Capítulo 2
Unos días después de registrarse en Almuerzo junto a la bahía, Jess comprobó su bandeja de entrada.
–No