El aikido. José Santos Nalda
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En Aikido no existe la competición, cada uno trabaja para mejorarse y vencerse a sí mismo, respetando al profesor, a sus compañeros, al entorno, etc., siendo amable, poniendo en práctica los principios de concesión y colaboración mutua, para después trasladar esos hábitos a su casa, su colegio, su trabajo, sus amigos, su familia, etc.
“El Aikido no es la oposición de dos fuerzas materiales, en la que la mayor se impone a la menor, sino la perfecta asociación de dos estados de espíritu diametralmente opuestos, en el que uno de ellos de naturaleza benéfica vencerá iluminando al adversario...”
M. UESHIBA
(del libro: MAESTRO UESHIBA, PRESENCIA Y MENSAJE de André Nocquet)
EL AIKIDO COMO CONOCIMIENTO Y PERFECCIONAMIENTO DE SÍ MISMO
El Aikido es un arte y una práctica excelente para poner en evidencia la verdadera dimensión de cada persona y contribuir al desarrollo de su personalidad.
El maestro Saotome, que fue alumno directo del fundador, recomienda que la práctica y el espíritu del Aikido alcance todos los momentos y circunstancias de la vida, y añade que limitarse a perfeccionar y dominar únicamente el aspecto técnico no tiene ningún valor.
Figura 3
“El Aikido es la Vía que reúne todos los caminos del Universo desde el principio. Es el Espíritu Universal que contiene y une a todos los seres...”
M. UESHIBA
Figura 4
El Aikido en sus prácticas permite a nuestra personalidad definirse tal cual es su conjunto y se convierte en un arte de autodisciplina en el que las técnicas no son más que el medio para conocer nuestras limitaciones, mejorar nuestras facultades físicas y mentales, y pulir nuestro “yo”. Los responsables de la enseñanza y difusión del AIKIDO deben velar para que este espíritu se transmita de una generación a otra según el deseo de su fundador, el maestro Ueshiba, no permitiendo que se convierta en un mero o exótico sistema de lucha física apto sólo para personas temerosas o acomplejadas, cuyo único objetivo sea aprender a defenderse de un hipotético agresor o evadirse mística y estérilmente del mundo que les rodea.
Como final de capítulo transcribo para el lector algunas definiciones de famosos expertos y alumnos directos del Maestro Ueshiba.
“En el Aikido la razón es la fuerza. Sólo le pide a Ud. que cumpla su misión en la vida. No es necesario que piense en sobrepasar ni imponerse a nadie...”
KOICHI TOHEI
“El Aikido es el símbolo del movimiento universal. Busca inculcar a sus adeptos el amor y la belleza que existen en toda la vida humana y desea la paz permanente en el mundo...”
MUTSURO NAKAZONO
“El Aikido es el camino de la reconciliación.”
KISSHOMARU UESHIBA
El Aikido se practica con un KEIKOGI o chaqueta y pantalón de tela de color blanco, y un cinturón que sirve para sujetar la chaqueta e indicar el grado o categoría del aikidoka.
Las solapas de la chaqueta se cruzan montando la izquierda sobre la derecha en los hombres, y a la inversa en las mujeres, y se sujetan pasando el cinturón –OBI– dos vueltas por la cintura, o un fajín blanco de unos tres metros de largo por siete centímetros de ancho.
Figura 5
Los grados o categorías en Aikido siguen una progresión similar a los de judo o karate, es decir, existen 6 niveles de Kyus (blanco, amarillo, naranja, verde, azul y marrón) y 10 categorías Dan.
Los cinturones de las mujeres llevan una línea o tira blanca en el centro que abarca toda la longitud de los mismos.
Existen varias formas de anudarse o atarse el cinturón. El alumno con el tiempo y la experiencia decide cuál es la que le va mejor, procurando siempre evitar que los nudos queden en la espalda en contacto con las vértebras para no lesionarse en las caídas.
Figura 6
LA HAKAMA
Es una falda pantalón de varios colores (negro, azul, blanco, etc.), de formas muy amplias para permitir todo tipo de movimientos, con unas cintas en los extremos de la parte superior delantera y trasera notablemente largas, para atarla firmemente a la cintura.
Figura 7
En la parte delantera lleva cinco líneas o pliegues de arriba abajo –tres hacia el costado izquierdo y dos hacia el derecho– que al parecer simbolizan los cinco elementos de la Naturaleza. En la parte trasera y en el centro lleva dos pliegues convergentes de abajo arriba.
En la época feudal japonesa sólo podían vestir la hakama los nobles de la corte y los samuráis de alto rango. Posteriormente, en el ámbito de las artes marciales, vestir la hakama significaba recibir la transmisión del espíritu del Maestro o del Arte y el compromiso serio de seguir el estudio de la Vía.
La hakama ha llegado hasta nosotros como una parte de la vestimenta que utilizan los aikidokas y los kendokas, aunque no con carácter exclusivo, pues también los maestros de otras disciplinas marciales la usan en la realización de algún kata y en las exhibiciones o demostraciones célebres o solemnes.
Cuando el aikidoka alcanza el cinto azul (aproximadamente dos años de práctica) puede decidir equiparse con esta prenda tan característica. Y aunque en la actualidad cada alumno suele ponérsela el primer día que empieza la práctica del Aikido si le apetece, es un signo de cortesía solicitar la opinión del profesor al respecto.
La hakama bien atada a la cintura ayuda al aikidoka a fijar una ligera tensión en el abdomen y a mantenerse centrado en el seika tandem, con todas las ventajas que ello comporta, además de sujetar de manera mucho más segura todo el conjunto de la vestimenta. Si se sueltan las cintas de la hakama durante el entrenamiento indicará que el practicante tiene poca experiencia y no es merecedor aún de vestirla.
Llevar la hakama comporta la obligación de saber plegarla correctamente después de cada clase. Veamos cómo:
1. | Se coge con la mano izquierda la parte delantera superior y con la derecha la parte trasera superior. |
2. | Se alinean ambas partes y se dobla hacia el interior la parte rígida trapecial de la espalda (que ayuda a mantener la columna bien derecha). |
3. | Se deja en el suelo con la parte trasera hacia arriba y se centran y superponen los dos pliegues. |
4. | Se
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