Suya por una noche. Sandra Field

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Suya por una noche - Sandra Field Julia

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en derechos de minas, requiere que pase grandes temporadas fuera del país. Usted podrá estar disponible para todos los cumpleaños. Yo no.

      Jared se acercó y le puso un mechón de pelo detrás de la oreja. Al sentir su contacto, Devon tuvo que hacer un gran esfuerzo para no demostrar su reacción.

      —Y hablando de fotos de boda, espero que piense hacer algo con su pelo en los próximos cuarenta minutos. Pero no nos haga esperar, ¿quiere, señorita Fraser? Ese es un privilegio de la novia.

      Jared atravesó la alfombra de la habitación, y cerró la puerta suavemente. Devon dejó las fundas de plástico en la cama y respiró profundamente. La habitación parecía más grande sin él. Más grande y más vacía. Entonces se oyó un golpe en la puerta y ella saltó como si le hubieran apretado un gatillo en la sien.

      —¿Sí? —preguntó.

      —Querida, ¿eres tú?

      —Entra, madre —dijo Devon.

      —Jared me ha dicho que habías llegado. Estaba tan preocupada, pensé que no podrías llegar a tiempo, y realmente necesito tu apoyo… Jared me mira con desprecio, realmente me aterroriza. No sé cómo puede ser hijo de Benson… ¡Querida, ni siquiera te has vestido!

      —Porque acabo de llegar —dijo Devon, y le dio un beso en la mejilla. La miró de arriba abajo y agregó sinceramente—: Estás estupenda.

      —No quería vestirme de blanco, no me parecía adecuado. ¿De verdad estoy bien? —preguntó Alicia ansiosamente. Se alisó la falda de su vestido de seda color marfil.

      Por una vez Alicia había evitado los lazos y adornos de costumbre. El vestido era elegante y el peinado igualmente discreto. Hacía cinco meses que Devon no la veía, y por aquel entonces Benson solo era un nombre que Alicia pronunciaba en las conversaciones más de lo necesario.

      Devon se preguntó si Benson habría producido más cambios en su madre y exclamó:

      —¡Qué bonito vestido! Muéstrame el anillo.

      Con una timidez que a Devon le pareció fuera de lugar teniendo en cuenta que era el quinto matrimonio de su madre, Alicia extendió la mano. El diamante brilló en su engarce. A Devon nunca le habían gustado los diamantes; no le parecían más que piedras mercenarias con un frío brillo.

      —Espero que seas muy feliz —dijo Devon.

      Alicia miró su reloj preocupada.

      —La ceremonia empieza dentro de treinta minutos.

      —Entonces será mejor que te marches y que me prepare —dijo Devon sonriendo—. Siento llegar tarde. Sabes que originalmente pensaba estar aquí para la cena del ensayo de la ceremonia, pero hubo una demora tras otra desde que salí de Yemen.

      —Tuve que sentarme entre Benson y Jared —Alicia se estremeció de nervios—. ¿Sabes lo que hizo hace tres días? Me refiero a Jared. Intentó darme dinero para que me fuera.

      —¿Qué?

      —Me ofreció un montón de dinero para anular la boda. Y ni siquiera puedo decírselo a Benson. Jared es su único hijo, después de todo.

      —¿Cómo se ha atrevido a hacer eso?

      —Él se atreve a cualquier cosa. Es el director general de Holt Incorporated. Millones de dólares, querida. Millones. No los ha hecho andando con tiento.

      Devon se quedó con la boca abierta.

      —¿Jared Holt es quien lleva Holt Incorporated?

      —No solo la dirige. Es el dueño de la empresa. Ha hecho una fortuna. Es cincuenta veces más rico que Benson.

      Holt Incorporated tenía un grupo de empresas por todo el mundo, en algunas de las cuales Devon había estado, una flota de cruceros, varios centros comerciales y una empresa de ordenadores de gran éxito.

      —¿Por qué no me lo has dicho? —preguntó Devon.

      —¿A tan larga distancia? ¿Cuando estabas en Borneo y Papua Nueva Guinea y todos esos lugares a los que estás yendo siempre? Tengo mejores cosas de qué hablar que de Jared Holt.

      Devon se sentó en la cama y dijo con una risa:

      —¿Adivina una cosa? Le he preguntado si trabajaba en los establos de su padre?

      —¡No puedo creerlo, cariño!

      —Y también le he preguntado si había sido modelo alguna vez.

      Alicia gruñó.

      —¡Oh, no! ¿Cómo pudiste…?

      —Muy fácil. Él es el hombre más rudo y arrogante que conozco. Y he conocido a unos cuantos.

      Alicia se estremeció brevemente.

      —No lo enfurezcas. Puede ser un enemigo terrible, Devon —su madre solo la llamaba Devon cuando quería hablar de algo muy serio.

      —No temo a Jared Holt —dijo Devon, no muy convencida interiormente—. Pero me da miedo llegar media hora tarde a esa encantadora pérgola que he visto puesta en el jardín. Vete, madre. Tengo que arreglarme.

      Alicia le dio un rápido y fervoroso abrazo.

      —¡Me siento tan feliz de que estés aquí! —dijo. Y se marchó.

      Devon abrió la maleta deseando poder decir lo mismo. Sacó uno de los vestidos y se dirigió a la ducha.

      Capítulo 2

      CUANDO faltaba un minuto para las seis, Alicia golpeó la puerta.

      —¿Estás lista, cariño?

      Devon se estaba mirando en el espejo.

      —Entra, madre. Dos segundos más —gritó. Y se puso los pendientes de ópalos australianos.

      —Estoy muy nerviosa —balbuceó Alicia—. Sé que esta es mi quinta boda, pero amo a Benson de verdad, y realmente quiero que esto dure para siempre. Para que seamos una familia feliz. ¿Crees que debería casarme o que estoy cometiendo otro terrible error?

      Como Devon todavía no había conocido a Benson, apenas podía contestar a la pregunta. Aunque si Benson era parecido en algo a Jared, su madre estaba cometiendo el mayor error de su carrera marital. Y lo de «una familia feliz» era un sueño.

      —Por supuesto que vas a ser feliz —dijo Devon para tranquilizarla, al darse cuenta de que los labios de su madre estaban temblando.

      Tomó brevemente el brazo de Alicia y dijo:

      —Venga, mamá. Deslumbrémoslos.

      —Las flores están en la mesa del vestíbulo… Estamos guapas, ¿no es cierto? —dijo Alicia ingenuamente.

      —Guapas —dijo Devon, aunque no era el efecto que había

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