¿Fin del giro a la izquierda en América Latina? . Gisela Zaremberg
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Las dudas señaladas respecto al cambio brusco en las preferencias ideológicas del electorado ecuatoriano se reafirman con los datos obtenidos de las encuestas realizadas por la Universidad de Vanderbilt a través del Latin American Public Opinion Proyect (LAPOP). En efecto, la gráfica 4 representa la media de las respuestas otorgadas por la ciudadanía frente a la pregunta que solicita ubicarse ideológicamente en un espectro que va de “1”, que corresponde a extrema izquierda y que termina en “10”, que corresponde a extrema derecha. Como consta en la gráfica 4, el votante común ecuatoriano se ha mantenido, al menos desde 2004 hasta la fecha, prácticamente en la misma posición, que corresponde al centro del espacio ideológico. Esta tendencia tiene una ligera variación recién en el año 2014, esto es, luego de las elecciones presidenciales de 2013, las últimas en las que intervino Rafael Correa como candidato. Acorde a los datos presentados, a partir de 2014 hay un ligero giro hacia la izquierda en el autoposicionamiento del electorado ecuatoriano.
Gráfica 4. Ubicación ideológica promedio en Ecuador (2004-2014)
El hallazgo empírico que discutimos es coherente con la argumentación desarrollada en los párrafos anteriores y da cuenta de que ante la ausencia de un electorado ideológicamente orientado hacia la izquierda la votación masiva otorgada a Rafael Correa en sus distintas campañas electorales se explica por otro tipo de variables. Por tanto, en esta parte argumentamos a favor de nuestra conjetura positiva en la que planteamos que la bonanza económica que vivió el país durante la última década explica, al menos parcialmente, el apoyo electoral mantenido por el presidente Correa.
Puesto que Ecuador es un país que fue y sigue siendo altamente dependiente del petróleo para organizar sus finanzas públicas (Fontaine, 2002), consideramos el precio promedio anual de dicho hidrocarburo como aproximación empírica del estado de la economía nacional. Al respecto, la gráfica 5 presenta el trayecto asumido por este indicador entre 1979 y 2016. Como se observa, 1998 (14.39 dólares) y 1986 (15.04 dólares) son los años en los que el petróleo se situó en los precios más bajos y corresponden a los gobiernos de los presidentes Jamil Mahuad y León Febres Cordero. Por otro lado, los mayores precios se fijaron en 2008 (99.06 dólares) y 2013 (97.98 dólares) que corresponden al segundo y tercer periodo de gobierno de Rafael Correa, respectivamente.
Gráfica 5. Precio promedio anual del petróleo (1979-2016)
Dado que la información proporcionada da cuenta de que los mayores ingresos del Ecuador se concentraron precisamente durante los gobiernos del presidente Correa, allí puede existir un indicio de causalidad respecto al apoyo electoral que ha permitido su permanencia en el poder por alrededor de diez años. En otras palabras, el argumento que planteamos es que la prosperidad económica del país, más que el posicionamiento ideológico, explicaría el éxito electoral y la consiguiente permanencia del proyecto político liderado por Rafael Correa. Una implicación que resulta de este razonamiento es que, a medida que los recursos económicos de la caja fiscal empezaron a decrecer, tal cual sucede a partir de 2014, la hegemonía del presidente Correa también entró en una fase de debilitamiento.
Dos hechos giran en torno a la validez del argumento expuesto. El primero se refiere al vínculo existente entre la decisión presidencial de no postularse a la reelección en las elecciones de febrero de 2017 y la exteriorización de los problemas estructurales de su modelo económico a raíz del vertiginoso descenso del precio internacional del petróleo durante 2015 y 2016 (48.66 y 33.18 dólares, respectivamente). El segundo hecho tiene que ver con el vertiginoso descenso de los espacios alcanzados por el movimiento oficialista Alianza País en las elecciones seccionales —alcaldes municipales y prefectos provinciales— celebradas en febrero de 2014 en comparación con los resultados reportados para similares comicios en 2009. Para explicar la primera situación recurrimos al análisis contrafáctico (“qué habría pasado si”), mientras que para la segunda planteamos una descripción comparativa del número de alcaldías y prefecturas alcanzadas por el movimiento oficialista en las dos elecciones mencionadas.
El argumento contrafáctico que sostenemos es que si los precios internacionales del petróleo no hubieran descendido, el modelo económico del presidente Correa se mantendría en buenas condiciones y su candidatura a la reelección en 2017 habría sido un acontecimiento dado. De hecho, si ese hubiera sido el escenario político, las probabilidades de que el presidente Correa alcanzara la reelección hubieran sido altas. Al respecto, la evidencia empírica existente para América Latina y también la que se reporta para el caso de Estados Unidos da cuenta de que los presidentes en funciones que optan por la reelección son prácticamente invencibles (Penfold et al., 2014). Este habría sido el razonamiento que llevó al presidente Correa a presentar en diciembre de 2014 un paquete de enmiendas constitucionales que, en el fondo, buscaba viabilizar la reelección indefinida de todas las autoridades de elección popular, incluida la suya. En la época el país vivía aún la bonanza económica producida por los altos precios internacionales del barril de petróleo (93.25 dólares).
Desafortunadamente para los intereses del presidente Correa, el año 2015 llegó con la caída estrepitosa de los precios del petróleo (48.66 dólares), el consiguiente incremento de la conflictividad social, en especial por temas redistributivos, aunque también por otras demandas y reclamos de diversos sectores, y el descenso en la aceptación ciudadana de su gestión. En medio de dicho escenario, inédito para el presidente Correa desde su llegada al gobierno, para diciembre de 2015 la Asamblea Nacional decidió aprobar las enmiendas constitucionales ya mencionadas, aunque agregando una disposición transitoria que impide a los funcionarios con dos periodos seguidos en el cargo optar por la reelección en 2017.5 Siendo una legislatura controlada en sus dos terceras partes por el presidente Correa y su agrupación política es poco creíble que tal restricción constitucional se haya incluido por otras razones que no sean el descenso en el apoyo popular al jefe de Estado.
A partir de la información proporcionada por la firma Cedatos, la gráfica 6 representa la aprobación promedio anual del presidente Correa a partir de 2007. Como se observa, los altos niveles de aprobación presidencial tienden a decrecer en 2015 y son aún menores en mayo de 2016, que es el último dato incluido en este análisis. Si comparamos el comportamiento tanto del precio internacional del petróleo como de la aprobación presidencial, ambas mediciones siguen la misma trayectoria, lo que daría sustento a la hipótesis que planteamos. Esta intuición se confirma al realizar un análisis de correlación. En efecto, existe una correlación positiva y significativa entre las dos variables, tal cual consta en el reporte que incluimos en el anexo 1. Aunque el análisis de estadística descriptiva mencionado no plantea abiertamente la idea de causalidad, al menos es un indicio en torno a la viabilidad del vínculo entre las dos variables mencionadas.
Gráfica 6. Aceptación del presidente (2007-2016)