El destape. Natalia Milanesio

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El destape - Natalia Milanesio Singular

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fundamental en la reconceptualización de la disciplina después del fin de la dictadura de Francisco Franco.[1]

      Erotizar la vida.

      Descentrar el coito del placer genital.

      Reconstruir el coito como cópula.

      Airear el sexo guardado en los genitales.

      Honrar, sin embargo, tus genitales como una parte aceptada de tu cuerpo aceptado.

      Desdramatizar los asuntos sexuales sin banalizarlos.

      Aprender a jugar y aprender la importancia del juego.

      Hacer el amor siempre que al menos dos personas quieran.

      No hacer el amor cuando es otra cosa lo que se quiere hacer.

      Hacerlo siempre con, nunca contra.

      Separar el sexo de la procreación, pero también de la machada y la resignación, de la agresividad, la competencia o la compensación de agravios.

      Saber “técnicas sexuales” pero haberlas olvidado como se olvidan los libros que se aprenden bien.

      No hacer de la masturbación un sucedáneo del intercambio.

      No hacer del intercambio un sucedáneo de la masturbación.

      Dinamitar la edad, el tiempo usurpado por el patriarca.

      Hacer en la cama un lugar al humor y a la ternura.

      Probar a hacer el amor para conocerse, pero también probar a conocerse para hacer el amor.

      Olvidar para siempre las inhibiciones y los récords.

      No ser indiferentes al acostarse o no, sin encontrar angustia en ello.

      Granero me contó que ella y sus colegas sexólogos utilizaban el poema para iniciar la discusión entre los asistentes a los talleres de sexualidad que se popularizaron a mediados de los años ochenta. Yo no pensé mucho más en él hasta tiempo después cuando, organizando mis ideas y releyéndolo en voz alta, entendí la razón por la cual había sido un efectivo disparador del debate en esos talleres. Marqués separa el placer de la procreación, cuestiona la relación entre sexo, moralidad y deber, y relaciona el sexo con el bienestar, la satisfacción, la identidad, los derechos y la libre elección. El poema reflejaba perfectamente los nuevos significados y representaciones sobre la sexualidad que se estaban creando y circulando en el contexto de la democracia y que fueron los componentes centrales del “destape”, como llamaron los argentinos a la incomparable sexualización de la cultura y la sociedad después de 1983. Según la especialista en estudios culturales y medios de comunicación Feona Atwood, una “cultura sexualizada” es aquella que evidencia

      Mientras en los años ochenta los argentinos usaban la palabra “destape” para referirse casi exclusivamente a la sexualización de los medios y la cultura, mi análisis propone una reconceptualización del término. Hubo, sin duda, un destape en las películas, los programas de televisión, las revistas y los periódicos, las obras de teatro, las publicidades gráficas y televisivas y la literatura, pero también hubo un destape de las mujeres, un destape feminista, un destape gay y un destape lésbico, así como un destape encabezado por sexólogos, educadores sexuales y expertos en salud sexual. Todos estos destapes surgieron en el mismo contexto político, social y cultural posdictadura pero tuvieron motivaciones y objetivos diferentes y participaron y se beneficiaron de la democracia de formas distintas. Juntas, estas diferentes manifestaciones del destape contribuyeron a revelar diversos aspectos de la cultura sexual argentina que estaban ocultos, reprimidos o velados. Y a pesar de semejanzas y coincidencias entre sí, cada destape lo hizo de una manera propia

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