El destape. Natalia Milanesio
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El capítulo 4 examina las restricciones impuestas a las políticas de salud reproductiva en las décadas del sesenta y del setenta. En esos años la educación sexual en las escuelas fue suprimida y las actividades directa o indirectamente relacionadas con la planificación familiar fueron prohibidas por ley. El capítulo continúa con un análisis de los cambios en la sexualidad juvenil durante la dictadura y con el regreso de la democracia. Un aspecto central es el surgimiento de organizaciones no gubernamentales dedicadas a la salud reproductiva que impugnaron la idea, defendida por la dictadura y la Iglesia, de que la educación sexual y la anticoncepción eran amenazas al crecimiento demográfico, la moral y los derechos y la autoridad parental. El argumento principal es que, después de 1983, estos expertos y activistas definieron la planificación familiar y la educación sexual en la escuela como derechos humanos e instrumentos legítimos y efectivos para alcanzar el bienestar social e individual. Más aún, estos sectores propusieron la planificación familiar y la educación sexual en la escuela como herramientas esenciales en la construcción y consolidación del nuevo orden democrático. Mientras el destape en los medios estaba principalmente centrado en el placer, los especialistas en salud reproductiva abrieron un debate alternativo, enfocado en la salud pública, el progreso económico, la prosperidad personal y el desarrollo nacional.
El capítulo 5 investiga la intervención de las feministas y los militantes de la comunidad gay y lésbica en la discusión pública sobre sexualidad. Junto con otras organizaciones por los derechos humanos, los partidos políticos y diversas asociaciones ciudadanas, dichos grupos fueron actores históricos esenciales en la “resurrección de la sociedad civil” después de años de despolitización y atomización social.[25] Este capítulo demuestra que esos militantes no solo criticaron el destape comercial, sino que produjeron un destape propio. Feministas y activistas por los derechos de las minorías sexuales denunciaron la discriminación sexual y de género y el poder patriarcal; y al organizarse y ganar presencia y voz en la esfera pública –al destaparse, literalmente–, adquirieron niveles de visibilidad social sin precedentes. Con un lenguaje de derechos sexuales, estos grupos defendieron las identidades y prácticas no normativas, lucharon por la autodeterminación sexual y reproductiva y por la libertad sexual, denunciaron la violencia de género y cuestionaron el mandato social de la maternidad. En sus campañas por los derechos sexuales, los activistas redefinieron el concepto de ciudadanía y criticaron con firmeza la limitada inclusión de las mujeres y las minorías sexuales en la nueva democracia.
Para concluir, el epílogo examina brevemente los aspectos más relevantes de la cultura sexual en la Argentina actual y problematiza los legados históricos del destape.
Agradecimientos
Gracias sinceras a Luis María Aller Atucha, Alcira Bas, Mabel Bellucci, Oscar Blando, Gloria Bonder, Isabel Boschi, Dionisia Fontán, Luis Frontera, León Roberto Gindin, Adrián Sapetti, Graciela Sikos y Julia Pomies por contestar mis preguntas sobre sexología, educación sexual, arte, periodismo, feminismo, leyes y muchos otros temas. A Marcelo Raimon le estoy profundamente agradecida por darme acceso a su maravillosa colección de revistas del destape y por compartir conmigo su conocimiento y pasión sobre el tema. Sara Torres, Mirta Granero, María Luisa Lerer, Walter Barbato y Laura Caldiz se sentaron conmigo por horas para contestar mis preguntas sobre sexología, feminismo y educación sexual en repetidas oportunidades y me permitieron generosamente trabajar con sus archivos personales. ¡Muchas gracias!
A Jorge Fontevecchia le agradezco su predisposición para contarme la historia de Perfil y reflexionar sobre los medios de comunicación en los años ochenta y por brindarme acceso a los archivos de la editorial; a Adriana Lobazo por la coordinación de la entrevista y a Omar Arredondo por guiarme en mi búsqueda de materiales. Gracias a Maitena Burundarena por enseñarme sobre humor en la Argentina, y a Alicia Sanguinetti por compartir sus recuerdos de la fotógrafa Alicia D’Amico; también a María Laura Rosa por conversar acerca de sus imágenes. Con Julia Debernardi estoy en deuda por facilitarme su extensa colección de la revista Contribuciones y con Mabel Bianco por compartir generosamente el trabajo de su madre, la psicóloga y experta en educación sexual Liliana Pauluzzi. Gracias al Instituto de Estudios Jurídicos Sociales de la Mujer (Indeso Mujer) en Rosario y especialmente a Betiana Spadillero.
Quiero extender también mi agradecimiento a Jennifer Adair, Daniel Fridman, Susan Kellogg, Sarah Fishman, William Walker, Benjamin Cowan, Elizabeth Hutchison, María Elena de las Carreras y Antonius Robben por sus comentarios y sugerencias en distintos estadios del proyecto. Mil gracias a Daniel Fridman por ayudarme con materiales en la Universidad de Texas en Austin. A Catalina Trebisacce, Karin Grammático, Paula Torricella, Paula Bertúa, Lucía De Leone, Moira Soto, Elsa Meinardi, Daniel Jones, Mónica Gogna, Daniel Merle, Karina Felitti, Gloria Loresi, Mary Helen Spooner, Paulo Menotti y Bernardo Subercaseaux les agradezco por sus respuestas y recomendaciones cuando estaba en búsqueda de materiales bibliográficos y de archivo. Muchas gracias a Mario Pecheny y Santiago Joaquín Insausti por compartir sus trabajos y documentos.
En la Universidad de Houston, agradezco a Philip Howard, Anadeli Bencomo, Sarah Fishman y Catherine Patterson por guiarme y asistirme con la preparación de aplicaciones para becas para este proyecto. Agradezco especialmente al Departamento de Historia, al Programa de Estudios de Género, Mujer y Sexualidad, la Facultad de Artes y Ciencias Sociales y la Oficina del Rector de la universidad por la ayuda financiera que me posibilitó investigar y escribir este libro. Muchas gracias al personal de préstamos interbibliotecas de la Biblioteca M. D. Anderson de la universidad por ayudarme con materiales difíciles de conseguir.
Gracias a Carlos Díaz, Ana Galdeano y a todo el equipo editorial de Siglo XXI por su apoyo.
Desde un principio, mi esposo César Seveso fue un ferviente defensor de este proyecto y luego, el lector más crítico de los numerosos borradores. César me alentó cuando estaba insegura de cambiar el territorio conocido del peronismo clásico por la transición democrática de los años ochenta y me animó a confiar en mis instintos de que investigar y conceptualizar este libro iba a ser un desafío tan arduo como entretenido. Este libro es para César, por su optimismo y su apoyo siempre.
[1] Josep-Vicent Marqués, véase J. Fernández de Quero, “Josep-Vicent Marqués (In Memoriam”), Revista Sexpol, nº 83, julio-agosto de 2008, p. 3.
[2] Josep-Vicent Marqués, “Sexualidad: represión, deformación y liberación”, El Viejo Topo, 5, febrero de 1977, p. 28.
[3] Feona Attwood, “Sexed Up: Theorizing the Sexualization of Culture”, Sexualities 9, nº 1, 2006, p. 78.
[4] Robert Corrington, Wilhelm Reich: Psychoanalyst