El destape. Natalia Milanesio
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Este libro también interviene en los estudios de la transición democrática –llamados “transitología”– abriendo un nuevo camino temático y metodológico en un campo principalmente dominado por la ciencia política. Por lo general, la periodización tradicional de la transición argentina incluye dos momentos: la etapa entre 1982 y 1983, la última fase de la dictadura militar que se abre con la derrota en la guerra de Malvinas, y el período entre 1983 y 1989, los años de la presidencia de Alfonsín.[18] Las investigaciones clásicas de los años ochenta y noventa estuvieron centradas fundamentalmente en diferenciar la transición de la “consolidación” de la democracia y en discutir las condiciones estructurales para el regreso al sistema democrático. Asimismo, estas investigaciones cuestionaron si en vez de una transición –un concepto que sugiere un proceso gradual asociado a las negociaciones entre las Fuerzas Armadas y los partidos políticos para acordar el fin del régimen– la Argentina no experimentó, en realidad, el derrumbe de la dictadura.[19] A la par de estos trabajos dedicados a la periodización, las tipologías, la construcción de modelos comparativos, el Estado y las élites políticas, nuevos enfoques surgieron en los noventa. Estos exploraron las prácticas electorales, la reconstrucción gubernamental, la reorganización de los partidos políticos, el surgimiento de organizaciones de derechos humanos y de nuevos movimientos sociales y el concepto de esfera pública (todos intereses temáticos que han caracterizado al campo hasta hoy).[20] Como los politólogos, los historiadores que en los últimos años han abordado la transición democrática también han favorecido el estudio de la política y un enfoque institucional –en muchos casos aplicados a contextos locales y regionales–, mientras que los aspectos sociales y culturales han sido, en gran parte, ignorados.[21]
Muy tempranamente, el cientista político Guillermo O’Donnell alertó sobre los límites de una mirada unilateral, manifestando que “el problema de la consolidación y la expansión de la democracia en la Argentina está tan relacionado con la sociedad como con el Estado y la macropolítica”.[22] Este libro amplía esa mirada desde la historia cultural y demuestra que –más allá de las elecciones, la restauración de los derechos políticos y civiles, y la reestructuración de las instituciones gubernamentales– los argentinos experimentaron y resignificaron la democracia a través de nuevas ideas sobre el sexo y de cambios en la expresión sexual. Al escribir cartas de lectores sobre sexualidad, enviar fotos y cuentos eróticos a semanarios para su publicación, comprar revistas eróticas, concurrir a terapia sexual, participar de talleres sexuales, denunciar la violencia sexual contra las mujeres, organizarse por el derecho al aborto, protestar contra la represión policial de la comunidad gay y hacer campañas para la introducción de la educación sexual en las escuelas, diferentes grupos de argentinos conectaron la sexualidad con principios democráticos como la participación, el activismo y la libertad de expresión.
Este libro enriquece nuestra comprensión de la transición democrática porque demuestra que, para los argentinos, la sexualidad en tanto discurso y en tanto práctica fue un ámbito donde la democracia se vivió y se disfrutó de una manera tan palpable como en las elecciones, las marchas y las protestas. En otras palabras, producir y consumir el destape en sus diferentes manifestaciones fue una forma concreta de participar en la democratización del país y redefinir la noción de ciudadanía.
Finalmente, este libro introduce nuevas preguntas y actores sociales a la historia de la sexualidad en América Latina en general y en la Argentina en particular, un campo difícil de categorizar por ser temática y metodológicamente heterogéneo y que incluye estudios sobre la prostitución, los derechos reproductivos, las políticas estatales y las minorías sexuales. En los últimos años, los investigadores de América Latina y la Argentina han comenzado a indagar la relación entre sexualidad, juventud y contracultura en los años sesenta, así como la relación entre cultura sexual y política, especialmente los intentos de las derechas y los movimientos revolucionarios de controlar la sexualidad.[23] En la Argentina, nuevos estudios indagan la sexualidad femenina en las organizaciones armadas y los crímenes sexuales de la dictadura.[24] El destape se centra en un tema y un período ignorado por los historiadores e introduce tópicos mayormente inexplorados en la historiografía latinoamericana y argentina, tales como la relación entre medios de comunicación y sexualidad, el porno soft, las historietas eróticas, la terapia sexual, los avisos personales y los talleres de sexualidad. El análisis demuestra que después de un período marcado por la brutalidad, el dolor y la muerte, la búsqueda del placer y la satisfacción personal fue un mecanismo central para la sanación individual y colectiva en democracia. Así, este libro examina aspectos poco explorados por la historia de la sexualidad en América Latina y la Argentina como el sexo recreacional, la pornografía, el erotismo y el deseo sexual. El libro también recupera figuras como la feminista María Elena Odonne, el militante por los derechos gays Carlos Jáuregui y la activista por los derechos lésbicos Ilse Fusková, quienes fueron claves en la redefinición de la cultura y la libertad sexual en los años ochenta. Asimismo, al explorar el rol de los derechos sexuales en la conceptualización de la ciudadanía y en el desarrollo nacional después de 1983, El destape expande la historia del feminismo, la militancia de las minorías sexuales, la salud reproductiva y la educación sexual.
Este libro
El libro es la versión traducida y revisada del original en inglés y está especialmente adaptado para el lector argentino. Para ajustarlo al formato de la colección, se han abreviado notas y discusiones teóricas, metodológicas e historiográficas.
El capítulo 1 examina las características y los fundamentos ideológicos de la censura y represión del contenido sexual en los medios de comunicación y la cultura durante la dictadura militar. Luego analiza el destape, sus rasgos distintivos y los significados que le atribuyeron sus contemporáneos. Así, demuestra que el destape fue para la Iglesia y los sectores ultracatólicos un símbolo de corrupción cultural, una fuente de perversión social y una grave amenaza para el orden moral pero que, para la mayoría de los argentinos, fue sinónimo de libertad, modernidad, expresión personal, plenitud, vida y democracia. De hecho, el destape permitió disfrutar de la democracia en hechos simples y cotidianos como comprar una revista erótica o ir al cine a ver una película antes prohibida. A su vez, en estas experiencias de la vida diaria, el público y los consumidores consolidaban la democracia y le demostraban abierta y entusiastamente su respaldo.
El capítulo 2 ofrece un análisis cultural de los discursos e imágenes del destape. Focalizado en la prensa escrita y el cine pero incorporando ejemplos de la televisión, la literatura, la publicidad, la radio, las historietas para adultos y el teatro, este capítulo demuestra que la hipersexualización de las mujeres, el uso de desnudos femeninos, la exaltación de modelos heteronormativos, el silenciamiento de la diversidad sexual y la representación de la violencia sexual fueron componentes fundamentales del destape. También analiza el surgimiento y auge de un activo foro sexual en la prensa gráfica: el público contestaba encuestas y enviaba cartas de lectores, fotografías y cuentos eróticos para su publicación. El argumento central del capítulo es que el destape mediático no fue ideológicamente consistente ni homogéneo, sino una combinación compleja y contradictoria de mensajes liberales y progresistas, por un lado, y nociones anacrónicas y reaccionarias, por otro. El destape combatió y reprodujo simultáneamente representaciones tradicionales de la sexualidad femenina. Además, estimuló un debate democrático sobre la heterosexualidad y la búsqueda del placer heterosexual pero ignoró el mismo tipo de diálogo en relación con las minorías sexuales. Y con idéntica lógica contradictoria, suprimió la discusión de la violencia sexual contra las mujeres durante la dictadura en