Las claves del éxito. Daniel Cestau Liz

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Las claves del éxito - Daniel Cestau Liz

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proverbio escandinavo que algunos de nosotros deberíamos adoptar como grito de combate para nuestras vidas: “El viento norte hace a los vikingos”. ¿De dónde sacamos la idea de que la vida segura y agradable, la ausencia de dificultades y la comodidad de la holgura hicieron a las personas buenas o felices?

      Por el contrario, las personas que se compadecen continúan compadeciéndose, incluso cuando están entre blandos almohadones y, en cambio, la fuerza del carácter y la felicidad han sido siempre ligadas en la historia a personas que, en toda clase de circunstancias, buenas, malas o indiferentes, han tomado sobre sus hombros su responsabilidad personal. Así, repetidamente, “el viento norte ha hecho a los vikingos”.

      A pesar del humano impulso de escapar lo antes posible de situaciones difíciles, consideremos que gracias a ellas nuestro carácter puede fortalecerse y mejorarse.

      Para ello no hay otra regla de oro que la dada por Séneca hace muchos siglos: “Entrenemos nuestras mentes para desear lo que la situación demande”.

       LA DETERMINACIÓN ES LA CHISPA PARA ENCENDER Y SOSTENER NUESTRO CARÁCTER

      La indecisión, la aflicción, la ansiedad y el temor son los más terribles desmoronadores del carácter.

      Y todos se combaten determinándose a actuar. La determinación es el principio del carácter. Dice Zig Ziglar: “El carácter fue lo que nos sacó de la cama, el compromiso nos hizo entrar en acción, y la disciplina nos permitió completar la tarea”.

       EL CARÁCTER Y EL PENSAMIENTO

      Diversos autores han destacado la importancia del pensamiento en la formación del carácter.

      Señala el Dr. Andrés Frydman: “Somos literalmente un reflejo de los pensamientos y convicciones que tenemos respecto de nosotros mismos. Día por día nos vamos convirtiendo en lo que pensamos. Crecemos y evolucionamos de conformidad con el modelo fijado en la mente”.

      El hombre que anhelamos ser está delineándose en nuestro carácter, en nuestra personalidad, en nuestras acciones.

      El carácter guarda estrecha relación con la autoestima. Muchas personas han heredado una especie de deprimente concepto de ellos mismos, con muy mezquina estimación de la propia valía. Su atraso tiene, probablemente, mucho que ver con la insistencia en este despectivo pensamiento.

      En cambio, un estudio hecho con muchas personas de éxito, arrojó un hincapié puesto en la “responsabilidad y la integridad” o en “la energía y la integridad”, es decir, en rasgos del carácter.

       A LOS GENIOS SE LES ADMIRA. A LOS RICOS SE LES ENVIDIA. A LOS PODEROSOS SE LES TEME. PERO SÓLO A LOS HOMBRES DE CARÁCTER SE LES TIENE CONFIANZA.

       “Nunca te conceden un deseo sin concederte también la facultad de convertirlo en realidad. Sin embargo, es posible que te cueste trabajo”.

       Richard Bach

       EL DESEO

      La definición de DESEO es: ‘Impulso, movimiento enérgico de la voluntad hacia el conocimiento, posesión o disfrute de una cosa’.

      EL DESEO TIENE POR OBJETIVO ALGO QUE PROPORCIONA PLACER O AHUYENTA EL DOLOR, INMEDIATA O REMOTAMENTE, BIEN DEL INDIVIDUO O YA DE OTRA PERSONA POR LA CUAL SE ESTÁ INTERESADO. La aversión o la repugnancia que inspira algo es, meramente, una forma negativa del deseo.

      Si hay algo indiscutible para decir acerca del deseo, es lo siguiente:

      EL DESEO ES EL PRINCIPIO DE TODOS LOS LOGROS HUMANOS.

      Esta es la importancia fundamental de este hecho psicológico que llamamos deseo. Por eso conviene repetirlo:

      EL DESEO ES EL PRINCIPIO DE TODOS LOS LOGROS HUMANOS.

      El deseo, en realidad, es el combustible de la voluntad.

      Lo que llamamos VOLUNTAD, en ciertos hombres fuertes, no es, con frecuencia, otra cosa que un DESEO INSISTENTE.

      Reparemos en el hecho de que quienes barren los obstáculos y se encaraman sobre toda obstrucción que se les oponga son, precisamente, los hombres que DESEAN ALGO INSISTENTEMENTE. Recordemos el adagio: “uno puede alcanzar todo cuanto desea con sólo desearlo persistentemente”. O en su variante más gráfica: “Si quieres ser obispo, póntelo en la cabeza”.

      Otra verdad indiscutible es que TODOS LOS SERES HUMANOS DESEAMOS.

      Desear es natural. Es lo más fácil del mundo. ¿Cuál es la diferencia, entonces, entre las personas que realizan sus metas y aquellas que no lo hacen?

      Ocurre que una gran cantidad de personas no saben REALMENTE qué desean, son atraídas aquí y allá por distintos objetos de deseo, tienen anhelos diversos, son tironeadas en distintas direcciones.

      Además, puede decirse con propiedad que, más allá de los distintos grados de intensidad del deseo, puede hacerse una clasificación en dos tipos básicos: el deseo activo y el deseo pasivo.

       EL DESEO Y LA ACCIÓN

      El deseo pasivo consiste en anhelar algo y, simplemente, limitarse a esperar. No hay energía para hacer intervenir la voluntad y, por lo tanto, no hay acción.

      Francisco Boezio estableció la analogía del deseo activo con la fuerza del vapor: “El deseo pasivo es semejante al fuego lento, que calienta sólo el agua de la mente un poco menos que hasta el punto de ebullición y que, por lo tanto, no produce vapor. El deseo activo es el fuego vivo que, rápidamente, calienta hasta producir el VAPOR DE LA VOLUNTAD; entonces el vapor se precipita en las válvulas y, en un momento, se ponen en movimiento los émbolos, y empiezan a girar las grandes ruedas de la acción”.

      Ordena toda acción consciente e inconsciente del hombre y de otros seres inferiores a él.

      Quisiéramos imprimir, de manera indeleble, en la mente del lector que el DESEO ES EL REAL PODER MOTOR DE LA MENTE, ES LA ENERGÍA DE LA VOLUNTAD QUE PRODUCE LA ACCIÓN.

      El autor antes citado, desarrolla aún más la relación entre el deseo y la acción:

      “Un hombre puede poseer otras cualidades superiores, puede tener otras dotes de carácter o inteligencia; si el fuego del deseo languidece en él, fracasará en la obtención del fin propuesto. Es preciso desear una cosa hasta el grado máximo antes de desplegar las energías para obtenerla. Los grandes caracteres de la historia, tanto antigua como moderna, los hombres y mujeres que han hecho ALGO, han demostrado un insaciable e insistente deseo por la conclusión u obtención, y el fuego del deseo ardía vivamente en sus almas, y las explosiones en acción eran constantes y poderosas. Hablamos con frecuencia de la fuerza de voluntad de las personas; pero imaginemos por un momento cuán pronto podrían concluir estas voluntades de hierro no siendo movidas por el insistente deseo que está siempre detrás de la fase de acción de la voluntad”.

      Cada lector puede ver esta cuestión por sí mismo; es importante

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