Guía para progresar como corredor. Gordon Bakoulis
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En suma, aunque a las carreras de fondo se las ha denominado el deporte más simple del mundo, su entrenamiento puede ser complejo e interconectado. La Parte I ayuda a desvelar los misterios y secretos de un programa de entrenamiento directo de un modo que adquiere sentido para corredores de todos los niveles. Más importante aún, señala el camino hacia el entrenamiento deseado para todos los corredores comprometidos: un progreso en el rendimiento.
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Conformando la actitud para el entrenamiento
GORDON BAKOULIS
Editora jefe de Los Tiempos que Corren, entrenadora, seleccionada cuatro veces para el equipo olímpico de maratón de los EUA.
CANDACE KARU
Directora editorial de Los Tiempos que Corren.
Es usted un corredor. Hace mucho tiempo que emplea la J de jogging para describir sus esfuerzos regularmente planificados, que incrementan el ritmo cardíaco y producen sudoración por las carreteras, pistas o senderos. Correr forma parte de su estilo de vida, incluyendo su vida social, y constituye una herramienta saludable para sus ansias de competición.
La diferencia entre correr y entrenar reside en que nos entrenamos con el objetivo de mejorar un estándar de rendimiento.
A menudo emplea otra palabra intercambiable con correr para describir lo que hace. Esa palabra es entrenar.
¿Cuándo, exactamente, se coló entrenar en su vocabulario como un modo de describir sus esfuerzos como corredor? Si la base de su experiencia es correr competitivamente en el instituto o la universidad, quizás siempre haya pensado en correr como un entrenamiento y lo haya descrito de esa manera a otros. Si ha hecho del correr un estilo de vida siendo adulto, es más probable que empezara a correr por diversión, de modo relajado, corriendo al principio para entretenerse, estar en forma, sano, y por camaradería.
Sucintamente, la diferencia entre correr y entrenar consiste en que nos entrenamos con el objetivo de mejorar un estándar de rendimiento. Este libro es para los corredores que, sea cual fuere su nivel actual, desearían elevar el listón. Aunque muchos corredores que se entrenan antes que correr se sirven de la competición (carreras) como un rasero para medir su mejora, correr pruebas no es un requisito para entrenar. Ni, como comprobará, es el “ir más deprisa” el único criterio para evaluar las mejoras que pueden resultar del entrenamiento.
De Correr a Entrenar
A lo largo de su trayectoria como corredor puede encontrarse con que atraviesa fases en las que corre o entrena dependiendo de sus metas y objetivos. La transición de correr a entrenar es algo que puede darse varias veces, de un lado al otro, a través de su experiencia vital como corredor. Si fue usted un corredor serio de instituto y universidad, puede haber decidido dejar de competir, después de la última sesión escolar, durante unos años tras graduarse mientras se concentra en sus estudios y se establece en el mundo real. Si sigue corriendo, es estrictamente para divertirse y aliviar el estrés. Entonces, un buen día ve el anuncio de una carrera local inminente y se dice a sí mismo, ¿por qué no? Decide volver a correr para “entrenarse” de cara a ella. Aumenta el kilometraje, pone más cuidado en comer bien, se las arregla para dormir lo bastante. Hace estiramientos, se mantiene hidratado y quizás incluso se apunta a unas cuantas sesiones de velocidad en grupo con un club local de corredores.
Tras la carrera, puede volver a ser un corredor por diversión y estar en forma. Luego, un año más tarde, le pica el gusanillo del maratón y elabora un programa de entrenamiento para una carrera de 42 km a seis meses vista. Así ocurre en sus años de vida adulta: en ocasiones entrenar con un propósito, en ocasiones correr estrictamente por diversión y estar sano, a veces incluso deja el deporte durante meses seguidos. A través de todos estos cambios, correr sigue siendo parte de su vida, aunque el entrenamiento programado, sin interrupciones, pueda no serlo.
Correr contra Entrenar
¿Cuál es exactamente la diferencia entre correr y entrenar? El significado de los términos se solapa. ¿Conoce usted a alguien que corra puramente para afrontar metas competitivas, y que ni una sola vez lo haga con el único propósito de estirar las piernas, charlar con un amigo o recuperar la cordura después de un día frenético en la oficina, en clase o con los niños? ¿Conoce a algún corredor que esté situado en el otro extremo del espectro –uno que nunca haya sentido la tentación de apretar el paso sólo un poco cuando le adelante alguien que lleva pantalones cortos raídos, calcetines negros y auriculares? ¿Existe un corredor que nunca se haya colocado en la línea de salida y sentido que se le aceleraba el pulso ante la idea de poner a prueba su distancia actual? Muy probablemente, tanto quienes corren como quienes se entrenan experimentan este subidón de adrenalina; forma parte de la ejecución de algo que representa un desafío físico. En ese sentido, el universo de los que entrenan y de los que corren se solapa, aunque la llamada resuena seguramente con más fuerza entre los atletas más competitivos.
Dicho esto, también podemos establecer unas cuantas distinciones entre correr y entrenar. En el sentido más general, correr es un fin en sí mismo, en tanto que entrenar se hace en pos de una meta concreta. Aunque el propósito suele ser destacar en la competición, alcanzar cotas de salud o buen estado físico también pueden ser una meta.
La mayoría de nosotros corremos, desde luego, porque nos encanta la experiencia de mover nuestros cuerpos por el espacio con nuestras propias fuerzas físicas. Nos encanta utilizar los músculos y articulaciones y pulmones y corazón para impelernos hacia delante, sintiendo la naturaleza a nuestro alrededor, estando a solas con nuestros pensamientos o compartiendo la camaradería de los amigos. Probablemente lo haríamos aunque no redundase en una salud y estado de forma mejores y no nos proporcionase más energía para todo lo que hacemos.
Nos entrenamos, por otro lado, porque pretendemos rendir bien, poner a prueba nuestros propios límites o elevar los estándares fijados por otros –batir a un rival, clasificarse para un equipo, alcanzar un crono que nos desafía como meta. Correr nos proporciona un surtido interminable de maneras de probarnos a nosotros mismos física, mental y emocionalmente. Gracias a ello descubrimos y aprendemos cómo hacer uso de recursos que nunca creíamos poseer.
¿Existe un corredor que nunca se haya colocado en la línea de salida y haya sentido que se le aceleraba el pulso ante la idea de poner a prueba su distancia actual?
Hacer todo lo posible
Según nuestra experiencia, los corredores que compiten regularmente –en cualquier nivel– tienden a considerar que casi todo o todo el tiempo que corren están entrenando. Esto es cierto aun cuando el rendimiento en carrera no sea el objetivo supremo a la hora de correr y es cierto durante los periodos intermedios, como entre temporadas de carreras.
Joan Benoit Samuelson, la medallista olímpica de oro de 1984 y poseedora del récord norteamericano de maratón, ciertamente ha corrido duro, empleándose a fondo a lo largo de los años. Aunque todavía compite, Joan ya no corre con esa mentalidad de ir al límite que tenía en temporadas anteriores. De hecho, afirma que sería complemente feliz sin volver a participar en otra carrera. Asegura, no obstante,