Formas dignas de co-existencia. Carlos Enrique Corredor Jiménez
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![Formas dignas de co-existencia - Carlos Enrique Corredor Jiménez Formas dignas de co-existencia - Carlos Enrique Corredor Jiménez Ciencia política](/cover_pre912271.jpg)
Así mismo, la agroecología puede entenderse como apuesta política para diversos movimientos campesinos. Ejemplo de ello es la declaración de Mali, de La Vía Campesina (2015) que menciona:
La agroecología es política; nos obliga a cuestionar y transformar las estructuras de poder en la sociedad. Tenemos que tener el control sobre las semillas, la biodiversidad, la tierra y los territorios, las aguas, el conocimiento, la cultura y los bienes comunes, estos deben estar en manos de los pueblos que alimentan al mundo... (Vía Campesina, 2015)
De esta manera, la agroecología no solo busca un cambio en la agricultura pensado desde la mejor comprensión del sistema ecológico en el que esta se implementa, sino que también pretende entender su dimensión cultural, para activar prácticas acordes con ambas dimensiones. En ese contexto ambiental, se acerca a una agricultura sustentable, que actualmente se viene definiendo en cuatro afirmaciones: a) culturalmente aceptable, b) ambientalmente sana, c) socialmente justa y d) económicamente viable (León y Altieri, 2010).
Ahora bien, para enunciar de manera específica el componente político de la agroecología, habrá que decir que esta disciplina, práctica o movimiento es, en sí misma, una manifestación de una nueva forma de entender lo político. Si bien desde la teoría política aún se insiste en las relaciones de poder como referente máximo de la política, desde las teorías de la complejidad se transita hacia un ejercicio político que privilegia la defensa de la vida. La agroecología confluye en varios aspectos con la complejidad, ya que, en esa invitación a transgredir la disciplina, ofrece un abanico de posibilidades de intervención e interpretación novedosas y complementarias de las ciencias sociales.
Adicionalmente, cuando se procura poner en valor los saberes tradicionales, la conservación de las semillas nativas y criollas y un discurso de desarrollo propio que respete y cuide el territorio, la agroecología constituye un acto político en sí mismo para las personas; por eso, tanto la soberanía como la autonomía alimentaria son temas indispensables cuando se trata de estructurar los principios orientadores y la instrumentalización de políticas nacionales con un enfoque agroecológico.
De este modo, la agroecología es una forma de cultivar la preservación de prácticas tradicionales indígenas y campesinas que promueven el cuidado y la conservación de un ambiente sano, el desarrollo de economías alternativas y solidarias y la transición hacia hábitos saludables de consumo; no obstante, la definición se encuentra abierta a las contribuciones que las personas, desde sus prácticas, puedan hacer para complementar o validar estos argumentos.
Lo que se convierte, sin duda, en un componente sine qua non para la comprensión y la aplicación de la agroecología es la educación rural. Esta necesidad de generar espacios de transmisión que propicien estrategias educativas respetuosas y cuidadoras del entorno y de los procesos de aprendizajes de las personas es indispensable en el ejercicio de transformación social de un país como Colombia.
Un aporte sustancial de este libro es la propuesta de acoger la categoría social emergente de las formas dignas de co-existencia como una herramienta para darle la visibilidad, el reconocimiento y el acompañamiento a esas manifestaciones de las personas, que desde prácticas agroecológicas y desde una ética del cuidado logran construir territorios solidarios, viables y saludables. Las formas dignas de co-existencia surgen de una primera indagación sobre el sentido que tiene el discurso desarrollista en Colombia, y alude a las formas de vivir bien en un territorio compartido e insiste en la necesidad de generar condiciones favorables para que cada ser en el territorio pueda gozar de un ambiente sano, de un buen trato y de una estructura humana y ecológica que se ocupe de garantizar la estabilidad y la flexibilidad necesarias, de manera que se logre materializar un ejercicio político armonioso, coherente y justo para todos.
Propiciar un ejercicio reflexivo sobre la manera como se ha asumido e instalado la idea del desarrollo en este país, que parece estar en una inagotable vía para alcanzarlo, es una de nuestras primeras preocupaciones en este libro. Ya habíamos comenzado a reflexionar sobre las decisiones que, desde las propias de la institucionalidad hasta las más cotidianas, han llevado al detrimento de la naturaleza, al aumento de la contaminación del ambiente y a ampliar aún más la brecha de desigualdad en nombre del desarrollo. Y, de hecho, también nos interrogamos sobre la necesidad de complejizar esa idea del desarrollo sostenible o la idea de sustentabilidad, y, como veremos en los capítulos que vienen, el esfuerzo por ahondar en las formas de entendimiento sobre el desarrollo nos invita a situarnos en, tal vez, una idea de desarrollo saludable. Y en esa medida, este libro le apuesta a dicha narrativa del buen vivir que, si bien para algunas comunidades y pueblos originarios tiene un sentido profundo conectado con la naturaleza, en países como Colombia nos desafía a ordenar esos referentes, esas expresiones y esas acciones que procuran interpretar o adaptar la narrativa del buen vivir en cada decisión que tomamos como personas que habitan el territorio colombiano y son parte de él.
Este momento presente nos permite insistir, aún más, en esta preocupación y en esa invitación que presentamos: sin ir más lejos, este año nos sorprende a todos la pandemia del coronavirus, que deja en el mundo cientos de miles de muertes, de acuerdo con el Google mapa del coronavirus (COVID-19) (2020). Tal escenario de crisis generalizada ha desafiado, al menos temporalmente, las prioridades mundiales sobre la productividad y el desarrollo. Ha puesto a prueba los engranajes de un sistema global que no ha podido dar respuesta efectiva a la crisis y en América Latina, después de la crisis social generalizada del 2019 que puso en entre dicho la legitimidad de muchos gobiernos. Se evidencia la inexistencia de una coordinación supranacional: más allá de contactos informales entre gobiernos, no se han activado aún mecanismos regionales para afrontar el problema (Abdala, 2020). Por otra parte, en dicho escenario, nuevamente, la naturaleza se transforma en protagonista: la cuarentena generalizada que se vive en el mundo —y, por tanto, el paro de las actividades industriales y de extracción— resulta en mejor calidad del aire, avistamiento de fauna nativa en los espacios urbanos y recuperación de ecosistemas acuáticos, entre otros.
Estas imágenes y vivencias propician fuertes reflexiones —al menos, en la opinión pública— sobre la imperativa necesidad del desarrollo económico, como lo hemos venido llevando a cabo, y presenta una respuesta ciudadana sin precedentes a las inadecuadas decisiones políticas tomadas por algunos gobiernos. ¿Empiezan a ser los ciudadanos conscientes de su poder y de la necesidad urgente de generar iniciativas propias ante la crisis? Esperamos no perder, como sociedad, la oportunidad de transformación, y que potenciemos esa construcción de dignidad de muchos más.
Partes del libro
Son ocho los capítulos que se encontrarán en este libro. El primer capítulo presenta una reflexión sobre el modelo desarrollista y la transición hacia la categoría social de formas dignas de co-existencia, a partir de un ejercicio transdisciplinar que responde a la necesidad de deconstruir las apuestas del sistema económico actual y explorar las narrativas sobre el buen vivir que en Latinoamérica se han convertido en piedra angular de varias luchas sociales por la tierra y la protección de la naturaleza, y que, a partir de este ejercicio reflexivo y crítico, hemos querido orientar a fin de entender las formas de vida digna que en los territorios las personas en comunidad son capaces de generar y preservar.
El segundo capítulo profundiza y fundamenta la propuesta teórica y metodológica de la categoría social emergente de las formas dignas de co-existencia, de tal manera que, con el ánimo de enriquecer el área de aplicación y explicación de la agroecología, la sociología política traza una ruta de entendimiento