La chica que se llevaron (versión latinoamericana). Charlie Donlea
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Читать онлайн книгу La chica que se llevaron (versión latinoamericana) - Charlie Donlea страница 14
En algún punto de la lucha, Nicole extendió el brazo y tiró del bikini de Jessica, dejando al descubierto uno de sus pechos. Los muchachos aullaron y Jessica cayó hacia atrás, gritando, con un brazo cruzado sobre el pecho descubierto y el otro con el dedo medio extendido en dirección a Nicole. El agua se la tragó.
—¿A quién se le ocurre hacer eso? —exclamó Megan.
—Desesperada por llamar la atención —sentenció Stacey Morgan.
—Y lo consigue. Va a terminar embarazada antes de los veinte, ya verán.
—Por algo le dicen Cutty-Puti. La mitad de Emerson Bay tendrá que hacerse un test de paternidad para saber quién es el padre.
El comentario hizo reír al grupo. Megan y Stacey se separaron y enfilaron hacia la bahía. Tomaron una Budweiser de la hielera y bebieron durante diez minutos, contemplando cómo los varones arrojaban latas abolladas al agua. Desde atrás de Megan, Matt la tomó de la cintura y la abrazó con fuerza. Chorreaba agua de la piscina, y la empapó.
—Todavía ni me saludaste —le dijo al oído.
—Porque estuviste muy ocupado en la piscina con las chicas en topless.
Matt la levantó del suelo, oprimiendo la espalda de Megan contra su pecho.
—Por ese comentario te arrojo al agua —dijo, caminando como un pingüino por el muelle.
—Si me arrojas eres hombre muerto —anunció Megan con calma.
Matt siguió caminado hacia el agua. En el extremo del muelle, la balanceó hacia adelante y hacia atrás.
—¡Uno, dos y tres! —La levantó y fingió arrojarla al agua. Megan gritó. Cuando Matt la depositó en el muelle, giró hacia él, sonriendo y le pegó en el hombro.
—Te habría matado, en serio —dijo.
—Sí, claro —ironizó Nicole, bajando por la escalera. Ella también estaba empapada de la piscina. Los pechos le rebalsaban por la parte superior del bikini; la parte inferior estaba tensa por encima de su abdomen plano. Las luces se le reflejaban en la piel. Era realmente hermosa, admitió Megan. Por fuera. Por dentro, Nicole Cutty era fea. Peleadora y mala. La clase de persona que los padres de Megan le habían enseñado siempre a no ser y a no frecuentar. Nicole Cutty era el tipo de chica contra la que había que luchar, y por eso Megan había creado el retiro de verano.
—¿Cómo le hubiera explicado a su papi, el jefe de policía, que terminó en el agua, vestida?
—No pensaba arrojarte —sonrió Matt, sin percatarse de la rivalidad entre ellas.
—¿Y tu traje de baño? —preguntó Nicole—. Es una fiesta con piscina, ¿sabías?
—Sí, gracias, me enteré —replicó Megan.
—¿Entonces?
—Lo llevo puesto, solo que no siento necesidad de desfilar en él.
—Se entiende —rió Nicole—. No hace falta que estés en bikini para darse cuenta de que adelante no tienes nada. —Nicole tomó una cerveza de la hielera—. Supéralo de una vez, o pídele a Papi que te pague unos implantes.
—Basta, Nicole —dijo Stacey.
Nicole abrió la cerveza.
—Tal vez, ya que no quieren mostrarse en bikini, quieran venir con nosotras más tarde a nadar desnudas en el lago.—Rió—. Sí, claro, las princesas porristas metiéndose desnudas en el agua. —Nicole comenzó a subir por la escalinata—. Matt, diles a tus amigos que a medianoche nos desnudamos todos.
Stacey hizo una mueca de desagrado cuando Nicole trepó los primeros escalones.
—Debe de ser feo saber que lo único que tienes de bueno como persona son las tetas.
Nicole hizo caso omiso del comentario y continuó subiendo, balanceando las caderas. Se volvió a mirar a Matt.
—Más te vale meterte en el agua con nosotras más tarde.
Cuando Nicole se alejó, Megan se dirigió a Matt.
—¡Qué zorra es! No puedo creer que pases tiempo con ella.
—¿Nicole? —Matt rió, quitándole importancia al asunto—. Es buena chica. Solo que está enojada con la vida. Quiere sentirse aceptada, como todo el mundo. No te enganches.
Jessica Tanner bajó por la escalera y le sonrió a Nicole cuando pasó a su lado. Tomó una cerveza de la hielera portátil.
—Tenle paciencia —le dijo a Megan—. Tiene algo contigo.
—¿Conmigo? —se sorprendió Megan.
—Piensa que eres elitista. —Jessica levantó las palmas y se encogió de hombros—. O algo así. Que te crees demasiado superior como para mezclarte con las que no son de tu grupito. Tiene razón Matt; no te enganches. Nicole es inofensiva.
—¿No es amiga tuya? —quiso saber Stacey.
—Sí, es mi mejor amiga. —Jessica sonrió—. Pero no soy ciega, me doy cuenta cuando mi amiga se comporta como una tonta. —Abrió la lata de cerveza—. Creo que es justamente eso lo que Nicole detesta de tu grupito. Que se defiendan a muerte pase lo que pase. Le molesta. —Bebió un sorbo de cerveza—. A mí también, a veces. Pero te digo algo —prosiguió, dirigiéndose de nuevo a la escalera—. ¿Quieres taparle la boca? Acepta el desafío de meterte en el lago desnuda.
Eran las once y media de la noche cuando el primer grupo fue nadando a la plataforma flotante. Anclada a veinticinco metros del muelle de Matt e iluminada por una luz halógena adosada al mástil que tenía en el centro, era un faro en la oscuridad de la bahía. Estaba hecha de gruesos tablones de pino y era una pequeña terraza sobre el agua de la bahía, amarrada al fondo con una larga cadena. Dos de los muchachos acarrearon la hielera portátil y la subieron a la plataforma. No pasó mucho tiempo antes de que empezaran a pelear jocosamente y terminaran empujándose al agua de espaldas y de cabeza. Las chicas chillaban, acurrucadas en un rincón, dejando que los varones jugaran a ver quién era el último en permanecer de pie. Matt, capitán del equipo de lucha, ganó con facilidad. Luego llegó el turno de las chicas, a quienes los varones empezaron a empujar al agua. Algunas se defendían, pero eso solo hacía que dos o tres varones las levantaran de las axilas y tobillos para arrojarlas al agua.
Cuando se calmó el alboroto, todos se sentaron en el borde de la plataforma con los pies colgando en el agua. Bebieron cerveza, ya más tranquilos. Cada vez que el grupo se reunía para una fiesta acuática en la bahía, la escena se repetía: alguien siempre comenzaba a hablar de meterse desnudos al agua. Los varones eran mayoría en la plataforma —doce a ocho— y esperaban ansiosos que las chicas mágicamente se quitaran los trajes de baño y se metieran al agua. Ellos harían lo mismo, prometían. Se arrojaban desafíos al aire y se llegaban a acuerdos antes de que el grupo finalmente