Escultura Barroca Española. Escultura Barroca Andaluza. Antonio Rafael Fernández Paradas
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A pesar de la evidente participación del taller, sigue recibiendo encargos de prestigio como la Inmaculada para la capilla del Obispo Salizanes de la catedral de Córdoba (1679). El proceso de simplificación formal se justifica aquí en la contemplación a distancia que posee como imagen de retablo, acompañada en él por san José y santa Ana, que debió realizar entre 1680 y 1682, más teatralizadas pero con idénticos parámetros técnicos y formales. Dejaba inacabada una Inmaculada para el Duque de Arcos (que debe ser la de Marchena) al morir el 13 de octubre de 1688. Cumpliendo su voluntad, fue enterrado en la entrada del iglesia del convento cisterciense de Santa Ana, donde profesaran sus hijas y donde tuvo fundada memoria de misas que acompañó con la donación de unos bustos de Ecce-Homo y Dolorosa.
6.JOSÉ DE MORA (1642-1724) O EL BARROCO ESPIRITUAL
Parientes de los Mena, no menos prolífica será la saga de los Mora, que aporta al arte granadino, amén de un puñado de obras magistrales por parte del más importante vástago, José, unos modelos que resultan definitivos en la consecución de un modo granadino, de un aura de escuela inconfundible que alumbra la mayor parte de la escultura granadina del siglo XVIII[51].
6.1.El inicio de la saga: Bernardo de Mora (1614-1674)
Nacido en la villa mallorquina de Porreras en 1614, su trayectoria conocida documentalmente se inicia en Baza (Granada) hacia 1640, sin duda buscando mejores perspectivas profesionales en la alta Andalucía, donde se encontraba avecindado su hermano Juan de Mora. Se enrola entonces en el taller del escultor Cecilio López, natural de Granada y cuñado Alonso de Mena, donde perfecciona su oficio en obras tanto de escultura como de retablos y sella su participación en el taller al modo tradicional, casando con la hija del maestro, Damiana López Criado y Mena. Su primogénito José, nacido en 1642, será el más afamado escultor de la saga.
La muerte en Granada de Alonso de Mena en 1646 impulsa su traslado a esta ciudad, donde se le abrían nuevas expectativas profesionales. No conocemos con certeza la actividad del padre de los Mora en los inicios de su periplo granadino, pero la crítica señala la preciosa Inmaculada de la parroquia de San José de Granada como obra suya anterior al retorno de Alonso Cano en 1652, imagen en la que busca propuestas originales en la investigación de los modelos iconográficos y plásticos de Alonso de Mena. Su relación con el taller de sus parientes los Mena le permite recibir de lleno el impacto estético que representa la vuelta de Cano y, de hecho, Pedro de Mena le traspasaba a su marcha a Málaga el encargo de un Ecce-Homo para la Capilla Real (1658), donde profundiza en una temática tan de la plástica granadina como la del Ecce-Homo de busto, con cierta independencia de criterio que dulcifica las propuestas más expresivas de Mena.
Sin proponérselo, alcanzaba entonces Bernardo de Mora la primacía de la escultura granadina, ausentes Cano (en la corte entre 1657 y 1660) y Mena (avecindado desde 1658 en Málaga, aunque manteniendo sólidos lazos con Granada). Se evidencia no solo el acceso a un nuevo horizonte estético sino su plena inserción en los circuitos de relación social y artística granadinos, lo que le permitiría acceder a nuevos encargos y propiciaría la prosperidad del taller familiar. Entre esos encargos se encuentra la traza para el retablo mayor de la iglesia de las Angustias (hoy en la parroquia de Santa María de la Alhambra), que diseña en 1665 con indudable influjo canesco en muchas de sus opciones decorativas y rasgos estructurales, y la decoración escultórica de la fachada del mismo templo, incluyendo el grupo de la Piedad, realizado junto a su hijo José entre 1665 y 1666. Es el momento de la consolidación del taller familiar, en el que se irían incorporando sus tres vástagos escultores (José, Bernardo hijo y Diego) aunque existen pocas obras documentadas de Bernardo de Mora. Entre ellas se encuentran acertadas creaciones, como el San Miguel de su ermita en el Cerro del Aceituno (1675) y el San Juan de Dios de su basílica granadina (hacia 1679), que cualifican el oficio de un veterano escultor, que aún supo madurar su arte al contacto con Alonso Cano e incluso con la personal evolución de su hijo José, como acreditan las ensimismadas cabezas de estas figuras.
Hacia 1680 debió emanciparse José de la disciplina familiar, justo antes de las desavenencias que causa el matrimonio en secreto de Diego con el ama de llaves de la casa en octubre de 1682, que marcó cierta inestabilidad en el clan. No conocemos obras tardías, amén de las ya citadas, quizás por falta de energías del veterano artista, casi septuagenario. Asistido en sus últimos días por sus hijos Bernardo y Diego, Bernardo de Mora el Viejo falleció el 26 de enero de 1684, siendo enterrado en el convento de Santa Isabel la Real, en cuyas inmediaciones vivía.
6.2.José de Mora: periodo formativo
Aunque nacido en Baza, será en Granada donde se verifique su decisivo periodo formativo en el que desarrolla la tradición familiar bajo la influencia de Cano desde 1652, quien marcaría decisivamente el credo estético de José de Mora, en una paulatina asimilación de conceptos que en su madurez revelarían los contenidos teóricos aprendidos del racionero y su propia personalidad creadora. Sobre la estela de Cano, pues, Mora acentúa el idealismo y la sublimación, codificados en tipos muy característicos, en un modo figurativo cada vez más propio y personal, pero de increíble éxito en la devoción popular. Asimila de Cano, igualmente, la fusión de escultura y pintura en un mismo sistema de representación, lo que no debió revestir gran dificultad para un Mora solvente en recursos pictóricos y buen dibujante, del que aun puede dudarse si no se atrevió con la pintura de caballete.
Las esculturas de la portada de la iglesia de las Angustias, ya citadas, son las primeras obras documentadas de José de Mora que ya avalan la completa formación técnica e iconográfica del joven escultor bastetano y su conocimiento del trabajo de la piedra. Lo demuestra también la Inmaculada de la antigua iglesia de los jesuitas (hoy parroquia de San Justo y San Pastor) que debió realizar hacia 1671 al tiempo que una imagen de san Francisco de Borja con motivo de las fiestas de su canonización. Esta Inmaculada, con respecto al modelo de su maestro Cano, desarrolla el movimiento de paños, la torsión de la figura (que se hace más dinámica) y enriquece la movida angelería de la base. Con un concepto también muy canesco, la figura es muy pictórica en el ritmo de gubiazos y pliegues entrecortados y curvos, como a base de pinceladas, que enriquecen los efectos plásticos y lumínicos de la imagen.
6.3.La aventura de Mora en la corte
Buena prueba de su grado de madurez es su primera marcha a la corte, que debió producirse hacia 1666, seguramente sugerida por Alonso Cano, yendo a trabajar con un discípulo de este, Sebastián de Herrera y Barnuevo. Probablemente le acompañara el arquitecto burgalés Gaspar de la Peña, estante en Granada en 1665 ocupado en obras de la catedral y nombrado al año siguiente maestro mayor del Palacio del Buen Retiro[52]. El primer encargo importante de su trayectoria cortesana será una imagen de la Inmaculada Concepción (hacia 1670) para el Colegio Imperial de los jesuitas (San Isidro) en Madrid para reemplazar un lienzo de Cano en la capilla de esta advocación, por desgracia perdidas ambas piezas en 1936. Una actividad casi desconocida le debió ocupar también en estos años, además de la lógica y tradicional dedicación a las imágenes de devoción, de acuerdo con la declaración en 1672 de Gaspar de la Peña, quien afirmaba: “[...] le vi en esta Corte (h)abrá tres años poco más o menos (h)azer algunos retratos con toda aprobación como es notorio y es cierto”[53]. También en esta época debió realizar los dos ángeles y Niños de Pasión para el Real Colegio de Atocha referidos por Palomino, no conservados.
Su estancia madrileña fue con seguridad discontinua. En 1671, estaba laborando en Granada pero sin perder de vista sus intereses cortesanos, y a finales de 1672 se encontraba de nuevo en Madrid, solicitando y obteniendo el nombramiento como Escultor del Rey[54]. Trabajaría por entonces en la desaparecida