El segundo nacimiento. Omraam Mikhaël Aïvanhov
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¿Cómo podemos interpretar todo esto? El reino de los minerales es nuestro sistema óseo; el reino de los vegetales es nuestro sistema muscular; el reino de los animales es nuestro sistema circulatorio; el reino de los hombres es nuestro sistema nervioso.
Si no nacéis del agua y del espíritu, no conoceréis el Reino de Dios... ¿Qué son el agua y el espíritu? En la ciencia esotérica, el agua ha sido considerada siempre como el elemento pasivo, y el espíritu, al contrario, como el principio activo. En hebreo, agua se dice maïm y espíritu rouah. Lo que es curioso, es que si se invierten los sonidos de la palabra rouah, ésta se convierte en haour, que significa: luz, la luz que creó el mundo. Esta es la luz que cada alma posee como una pequeña chispa salida del principio creador masculino, el fuego celeste. Mientras que el agua es el principio pasivo, femenino, el mediador plástico, el fluido universal.
Si no nacéis del agua y del espíritu... Es decir, si no nacéis del agua y del fuego...
Para explicaros estas dos palabras “agua” y “fuego”, os hablaré un poco de astrología. Conocéis los 12 signos del zodíaco. Desde el punto de vista alquímico corresponden a los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Por lo tanto, hay tres signos para cada elemento, que se disponen así en el círculo del zodíaco.
Observaréis que los signos que pertenecen al mismo elemento están colocados en los 3 vértices de un triángulo equilátero. El triángulo de tierra está formado por los signos Tauro %, Virgo + y Capricornio 5; el triángulo de agua, por los signos Cáncer !, Escorpio | y Piscis 9; el triángulo de aire por los signos Géminis (, Libra 1 y Acuario k ; el triángulo de fuego por los signos Aries ~, Leo ^ y Sagitario 3.
No hablaremos hoy de todas las combinaciones que pueden hacerse con estos cuatro triángulos en todos los ámbitos de la vida; nos detendremos solamente en los dos triángulos de agua y de fuego.
Dado que cada signo del zodíaco corresponde a ciertos órganos del cuerpo humano, presentaremos los dos triángulos de agua y de fuego de la manera siguiente (Fig. 1 y 2).
Cuadro de correspondencias del zodíaco con el cuerpo humano.
9 | cabeza | 1 | riñones | |
% | cuello | 9 | órganos genitales | |
( | brazos - pulmones | 9 | muslos | |
! | pecho - estómago | 5 | rodillas | |
^ | corazón | k | pantorrillas | |
+ | intestinos | 9 | pies |
Estos dos triángulos son idénticos a la sección recta de un prisma triangular. Conocéis todos el prisma y sabéis que descompone la luz blanca en siete colores. En este fenómeno, la naturaleza ha escondido grandes secretos. Si los lados del prisma no son iguales, no se obtiene la misma distribución de los colores que si el prisma es equilátero. Simbólicamente los tres lados del prisma pueden representar los tres principios que hay en el hombre: intelecto, corazón y voluntad; o pensamiento, sentimiento y acción, y aún se pueden encontrar ahí muchos otros fenómenos o manifestaciones de la vida; por ejemplo: el padre, la madre y el hijo; el ácido, la base y la sal; la luz, el calor y el movimiento; el amor, la sabiduría y la verdad; la longitud, la anchura y la altura, etc.
El fenómeno de la descomposición de la luz por el prisma está también basado en tres números que son significativos: 1, 3 y 7. El número 1 representa el haz luminoso que cae sobre una de las caras del prisma; el número 3 representa al propio prisma con sus tres caras, y el número 7 representa los colores dispersados por el prisma.
Si echamos ahora una mirada sobre las diferentes funciones del organismo, veremos que todas reproducen el fenómeno de la descomposición de la luz por el prisma.1
Cuando comemos, por ejemplo, el alimento representa el haz luminoso (el 1) que cae sobre el prisma, el estómago (el 3), para dar los 7 colores, es decir, las 7 energías que son, a continuación, distribuidas por todo el cuerpo. Encontramos igualmente el mismo fenómeno en la respiración, con el aire que inspiramos (el 1), los pulmones (el 3), y las 7 energías que son distribuidas en el organismo por la respiración.
Estudiaremos ahora el prisma desde otro punto de vista. Supongamos que los tres lados del prisma corresponden uno al intelecto (el pensamiento), otro al corazón (el sentimiento), y el tercero a la voluntad (la acción). El prisma equilátero es el símbolo del hombre en el que el intelecto, el corazón y la voluntad están igualmente desarrollados, es decir, del hombre perfectamente equilibrado: es inteligente, bueno, y capaz de realizar sus pensamientos y sus sentimientos. Todo en él es armonioso... Pero, evidentemente, estos casos son muy raros, y el prisma equilátero representa al Iniciado, al Sabio, al gran Maestro (fig. 3).
La mayoría de las veces, los hombres son triángulos cuyos lados son desiguales. Algunos tienen el lado voluntad más desarrollado (fig. 4), lo que significa que, en la mayoría de los casos, se contentan con realizar los proyectos de los demás. Otros, por el contrario, tienen los lados intelecto y corazón mucho más desarrollados que el lado voluntad (fig. 5); eso significa que estas personas reflexionan y analizan mucho, que son, igualmente, muy sensibles, pero cuando se trata de actuar, de realizar, esperan a que los demás lo hagan en su lugar.
El triángulo de la figura 6 es el símbolo de las personas inteligentes, activas, enérgicas, pero egoístas, duras, sin amor ni piedad, ya que el lado sentimiento no está desarrollado en absoluto en ellas. Mientras que el triángulo de la figura 7, en el que el corazón y la voluntad están mucho más desarrollados que la inteligencia, representa a personas muy buenas y muy generosas que, deseando siempre sacrificarse, hacen tonterías y se dejan engañar por los demás.
Las combinaciones y los casos que pueden imaginarse son tan numerosos que no puedo hablaros de todos; no hago sino resumir. Lo esencial es comprender que debemos trabajar con todas nuestras fuerzas para llegar a ser prismas equiláteros.
Cuando el vértice del prisma está arriba (fig. 8), el abanico de colores se extiende desde el rojo (arriba) hasta el violeta (abajo). Si el vértice está abajo, se produce lo contrario: el violeta está arriba y el rojo abajo.
La distribución de los colores dentro de nosotros es extraordinaria. El rojo está relacionado con los órganos sexuales, el naranja con el bazo, el verde con el estómago, el azul con los pulmones, y el amarillo, el violeta y el índigo con la cabeza. Cada órgano se cura mediante el color que le corresponde.
Consideremos ahora la figura siguiente:
Comencemos por el rojo.