El segundo nacimiento. Omraam Mikhaël Aïvanhov
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Los ejercicios que voy a mostraros son gestos de magia positiva, de magia blanca. Los magos poseen una varita; todos conocéis el caduceo de Hermes que lleva dos serpientes entrelazadas. Hermes es el planeta Mercurio que reina sobre Géminis. La constelación de Géminis está ligada a los brazos, y por lo demás, si os habéis fijado, las dos manos representan serpientes.
Aquel que conoce las dos corrientes esenciales de la naturaleza actúa con sus dos manos como con una varita mágica.
Los ejercicios que voy a mostraros están basados en unas leyes muy importantes. Si los hacéis atenta y conscientemente, obtendréis resultados maravillosos para vuestra salud y vuestro equilibrio en todos los planos. Existen varias corrientes en el universo, pero las más importantes son la corriente ascendente, que se dirige de abajo hacia arriba, es decir, del centro de la tierra al centro del sol, y la corriente descendente, que se dirige en sentido inverso. El primer ejercicio que voy a mostraros corresponde a la corriente descendente y tiene por objeto atraerla y hacerla circular perfectamente en nosotros. El segundo ejercicio está relacionado con la corriente ascendente.
Estas dos corrientes, ascendente y descendente, se encuentran en nuestro organismo a la altura del plexo solar que asegura su unión y su buena distribución por todo el cuerpo. Esto es muy importante, porque si estas dos corrientes no se mezclan o no se distribuyen convenientemente, nuestra salud puede alterarse rápidamente. Es pues necesario estar atentos cada día a esta circulación armoniosa de las corrientes dentro de nosotros. Esta es la finalidad de los ejercicios que ahora voy a hacer ante vosotros. (Demostración de los ejercicios3)
En Bulgaria, yo vivía en la ciudad de Ternovo. Nuestra Fraternidad se reunía allí durante los congresos a los que asistía el Maestro. Yo vivía allí, con un amigo, en una pequeña casa construida en medio de árboles y de viñas. Lo que voy a contaros es muy interesante, tanto desde el punto de vista espiritual como desde el punto de vista científico. Un día, una urraca hizo un agujero en el postigo de una ventana. Poco tiempo después, unas abejas se instalaron entre los postigos de la ventana cerrada y comenzaron a preparar sus panales de cera. Todos los días podía observar desde el interior cómo trabajaban. Esto me gustaba mucho y vi cosas extraordinarias y muy raras desde un punto de vista científico. Muchos especialistas en abejas, en efecto, han construido colmenas de cristal con la esperanza de observarlas en su trabajo, pero las abejas tapizaban las paredes con una materia opaca con el fin de esconderse de la vista de los hombres. Mientras que allí no se escondían de mí ni de los numerosos amigos que venían a visitarnos, y vivíamos en esta habitación como en una colmena. El cuarto estaba lleno de un perfume delicioso, tan embriagador que se hacía casi insoportable. Me di cuenta que este olor me desdoblaba y me hacía vivir en el mundo invisible.
Cuando observé el trabajo de las abejas, comprendí cuán puras, evolucionadas y elevadas son, y que nos dan un magnífico ejemplo de sociedad superior. No puedo explicaros aquí todo lo que vi, pero puedo deciros que comprendí que las abejas son los verdaderos discípulos de la Fraternidad Blanca, el verdadero símbolo del ser que trabaja, que prepara la miel, este alimento deleitable, único, extraído de las flores. Las abejas dejaron en mi espíritu la imagen perfecta de la forma en que se puede preparar la miel en la vida.
Las abejas no han nacido de la tierra; no hay otros insectos que puedan comparárseles. Vinieron del planeta Venus especialmente para los Iniciados, los ascetas, los eremitas y todos los hombres ocupados en pensar en la humanidad, en Dios, en el Cielo. Allí donde habitan los sabios y los eremitas no hay mucha comida; ellos piensan en Dios, pero Dios piensa en ellos, y por eso envió a las abejas para que les preparasen este alimento especial. Cuando la Tierra vio esto (pero quizá sea una leyenda), se puso celosa; ella también quiso fabricar insectos parecidos a las abejas y creó las avispas. Pero no pudo descubrir cómo preparan la miel las abejas, y las avispas sólo son capaces de fabricar panales de cera. Las avispas representan a los malos discípulos que solamente saben comer la miel pero no prepararla, a los discípulos egoístas que se sirven a sí mismos antes de servir a Dios. Por eso los secretos de la naturaleza permanecen ocultos para ellos.
¿Para que sirve el aguijón de las abejas? Pensáis que sirve para picar a los hombres o a otros insectos... No. Las abejas no sólo se sirven de él para defenderse (pues se mueren cuando pican), sino también para preparar la miel. Del aguijón fluye una sustancia particular que mezclan con la miel para hacerla incorruptible. Si la miel no contiene esta sustancia no es buena para el consumo.
Es preciso que sepáis que las abejas son tan sensibles que pueden distinguir a los hombres malos, injustos, ladrones, de los que son justos, buenos y honestos. No quieren permanecer con un hombre injusto o mentiroso, se van inmediatamente. Las abejas detestan también la desarmonía y las vibraciones caóticas: el miedo, por ejemplo. A las abejas tampoco les gusta que se acerquen a ellas oliendo a ajo. En tal caso, se precipitan de inmediato contra el visitante. Comprenderéis ahora por qué se produce una revolución en vuestro estómago si tomáis en la misma comida ajo y miel.
Les abejas representan a la sexta raza que va a venir, a la nueva cultura. Aman la simetría... ¿Habéis visto la simetría de sus celdas hexagonales?... Poseen la ciencia de los colores y de las cualidades de las diferentes flores. Son el símbolo de los seres que han nacido por segunda vez.
El que ha nacido por segunda vez representa un manantial viviente del que fluye un agua pura y en cuyas riberas viene a instalarse toda una civilización. Su religión es la verdadera religión del amor divino y de la sabiduría divina. Todo el universo es para él el verdadero templo de Dios, cuyo gran sacerdote es el sol, y los astros las lamparillas. El que ha nacido por segunda vez es aquél cuyos canales invisibles están, por fin, abiertos para absorber el amor y la sabiduría. Representa, igualmente, el prisma perfecto que distribuye las siete fuerzas benéficas en todo su ser y las proyecta para el bien de todos los que están a su alrededor. Sabe utilizar el poder del fuego sobre el agua. Estudia la verdadera alquimia, la verdadera astrología, y la verdadera Cábala que se encuentran, primeramente, en él mismo. Está atento a todos sus gestos y a todos los movimientos que hace con la cara o con el cuerpo. Vigila todas sus palabras.
El hombre nacido por segunda vez se vuelve semejante a las abejas: ya no come hojas sino que liba las flores para recoger de ellas lo que es más deleitable en la naturaleza. Sabe preparar la miel.
Yo no quiero instruiros como lo haría un Maestro, ya que toda la ciencia y todos los conocimientos están en vosotros, puesto que sois hijos e hijas de Dios. Hablando juntos podremos rememorar todo lo que sabíamos, hace mucho tiempo, cuando surgimos del seno del Eterno. Eso es lo único que debemos procurar hacer en el transcurso de nuestras reuniones.
Os deseo que un día visitéis los siete lagos de Rila a donde vamos a vivir cada verano al aire libre bajo los rayos del sol, respirando libremente, cantando, alegrándonos, dando gracias a Dios por todas las bendiciones y deseando, junto al agua pura, volvernos semejantes a los manantiales de Rila.
París, 29 de Enero de 1938
1 Leer la conferencia: “El prisma, imagen del hombre” (tomo 10).