Antigüedades y nación. María Elena Bedoya Hidalgo
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Agradezco a todo el personal del Archivo del Museo Nacional de Historia, Arqueología y Antropología del Perú y de la Biblioteca Nacional; al Centro de Documentación del Museo Nacional de Colombia, por todas sus atenciones y facilidades para el acceso a la información. Al Instituto Riva Agüero, de Lima. A Yesenia Villacrés, Leonardo Loaiza y Leonel Sánchez, del Fondo de Ciencias Humanas del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, y del Archivo Histórico, a Honorio Granja y Carlos Morales; a Adriana Díaz, Bernie Tomaselli y Jackeline Chamorro, del Museo Nacional de Quito. A Manuela Fischer, del Museo Etnográfico de Berlín, y al personal del Instituto Iberoamericano de Berlín. A Andrés Gutiérrez, del Museo de América de Madrid.
Es importante mencionar que esta investigación fue posible gracias a la concesión de la Beca Senescyt, Convocatoria 2012, de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación del Ecuador. A modo de devolución, extiendo mi agradecimiento a dicha institución por permitirme desarrollar el presente estudio.
Finalmente, a quienes me acompañan siempre en estos caminos: Yann Paré y Thomas Paré Bedoya, mi hermosa familia, por todo el amor, cariño y paciencia mostrados durante los años del largo proceso de investigación doctoral y ahora en la producción editorial de este trabajo. A mis hermanos, Thelma y David, por su apoyo. A mi padre y mi madre, Jorge y Elena, por toda la confianza y afecto depositado de por vida, que me ha permitido ser quien soy.
Quito, 18 de noviembre de 2019
ACMRREE, Lima | Archivos de Cancillería, Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú |
ACMRREE, Bogotá | Archivo de Cancillería, Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia |
ACC | Archivo de la Curia de Cuenca, Ecuador |
AHMCP | Archivo Histórico del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador |
AHMREE, Quito | Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador |
AGN, Bogotá | Archivo General de la Nación, Bogotá, Colombia |
AGN, Lima | Archivo General de la Nación, Lima, Perú |
AMNAAH | Archivo del Museo Nacional de Antropología, Arte e Historia del Perú |
AMNC | Archivo del Museo Nacional de Colombia |
ANH | Archivo Nacional de Historia del Ecuador |
BEAEP | Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit |
BLAA | Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá, Colombia |
BNE | Biblioteca Nacional de España |
FRUNMSM | Fondo Reservado de la Biblioteca de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú |
Antigüedades y nación. Coleccionismo de objetos precolombinos y musealización en los Andes, 1892-1915 abarca el último suspiro de la Belle Époque hasta el momento en que la Primera Guerra Mundial (1914-1918) cambió por completo la geopolítica internacional. Desde la agonía del siglo XIX, María Elena Bedoya ofrece una mirada crítica sobre los museos de la región andina de Colombia, Ecuador y Perú con un enfoque poco común en la literatura especializada de esos países sudamericanos: la práctica del “coleccionismo de antigüedades”. Esa praxis transcurrió en un contexto de varios entrecruzamientos, como la paulatina consolidación de los Estados nacionales, la “crisis modernista” de la Iglesia católica ante la impronta del liberalismo y el racionalismo y la institucionalización académica del “pasado precolombino”. Todo ello en un ambiente de continuas negociaciones, tensiones y disputas entre los afanes del coleccionismo privado y el interés público en la esfera educativa y científica.
Los gobiernos de esos países compartieron la curiosidad metódica por el pasado, al mismo tiempo que se mantuvieron en sintonía doctrinaria con el progresismo industrializador y la educación racionalista occidentales. Con ese gesto abrieron una brecha entre el pasado precolombino y el presente nacional. Pero ¿de cuál nación hablamos? ¿En cuál de esos pasados afianzarse?, ¿en el de los incas?, ¿en el de los cañaris?, ¿en el de los aimaras, los chibchas o los muiscas? ¿El pasado de las cordilleras andinas, o el de los litorales del Pacífico y el Caribe? ¿El pasado precolombino, el colonial o el nacional republicano?
Durante gran parte del siglo XIX, las antigüedades circularon como simples curiosidades hasta que un “mercado trasatlántico” las demandó como piezas de colecciones para los museos de Europa y los Estados Unidos. Ello, a su vez, convergió con un interés genuino por construir un territorio local o nacional en la región de los Andes.
El punto de partida temporal, de la investigación de Bedoya, sugiere la trama: la participación de estos países en la Exposición Histórico-Americana de Madrid, en 1892, como memoria conmemorativa del cuarto centenario del “descubrimiento de América”. Paradójicamente, los países sudamericanos, al igual que México, se sumaron al proceso de construcción de la identidad española en su lucha por contrarrestar la influencia panamericanista de los Estados Unidos.
En particular, la autora destaca la “diplomacia zalamera” que acompañó al gobierno conservador de Colombia que regaló a la monarquía española el Tesoro de los Quimbayas en agradecimiento por su intervención favorable en el tratado de límites fronterizos con Venezuela, en 1891. Se trata de una “política del favor” que la mentalidad oligárquica lleva a cabo con el regalo de objetos confeccionados en metales preciosos o de diversa índole. Ese “tesoro” se expuso en el Museo Arqueológico Nacional de España desde su donación, en 1893, hasta 1945, año en que fue trasladado al Museo de América de Madrid. La colección donada consta de 122 piezas de orfebrería de oro de objetos corporales y piezas de uso ceremonial.
Mientras el gobierno colombiano se autodespojaba de su tesoro, la respuesta mexicana fue por completo distinta. La misma exposición colombina sirvió para consolidar el Museo Nacional, cuyo director, Francisco del Paso y Troncoso (1889-1892), le imprimió un mayor enfoque arqueológico e histórico, junto con una nueva sección de antropología y etnografía. En los Andes, en cambio, el uso de las antigüedades de la nación como regalos para congraciarse ante la monarquía española o el papa León XIII muestran una “diplomacia zalamera” poco articulada con un proyecto de Estado nacional.
Pero no todo estuvo perdido. Bedoya aborda con meticulosidad el surgimiento de lo que denomina “intelectuales-coleccionistas”, como Federico González Suárez y Vicente Restrepo, quienes movilizaron la creación de academias, instituciones y museos con los que se produjo un discurso de lo nacional imaginado. El ambiente en que transcurren estas acciones es contradictorio y complejo.
El fin de siglo sudamericano estuvo inmerso en luchas fratricidas entre los bandos liberales y conservadores. La guerra del Salitre o guerra del Pacífico, que enfrentó a Chile contra Perú y Bolivia (e involucró a Ecuador y Venezuela), entre 1879 y 1884, así como la guerra de los Mil Días en Colombia, de 1899 a 1902, cuyo epílogo dramático fue la separación de Panamá, en 1903, enmarcan la dificultad para establecer un consenso no únicamente sobre el pasado, sino también sobre el futuro de esas naciones. Antigüedades y nación viene a contribuir a la discusión sobre las tradiciones inventadas de los países latinoamericanos.
Al respecto, conviene recordar la obra del historiador mexicano Edmundo O’Gorman, quien propuso, en 1958, la tesis ontológica de la “invención” de América, en lugar de su “descubrimiento” por Cristóbal Colón. Sin proponérselo, desató un proceso deconstructivo en la historiografía sobre la colonización del imaginario de las Indias Occidentales1. La cultura material del Nuevo Mundo quedó inscrita en un conjunto disperso