El libro rojo. Карл Густав Юнг
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Entre finales del 2000 y comienzos del 2003 la Comunidad de Herederos de C. G. Jung sustentó el trabajo editorial que inició el proyecto. Ulrich Hoerni colaboró con aspectos de la investigación e hizo una transcripción corregida del volumen caligráfico. Susanne Hoerni transcribió los Libros Negros de Jung. En 1999, 2001 y 2003 se hicieron presentaciones a miembros de la familia de Jung, que fueron organizadas por Helene Hoerni Jung (1999, 2001) y Andreas y Vreni Jung (2003). Peter Jung brindó asesoramiento a lo largo de las deliberaciones de publicación y los estadios tempranos del trabajo editorial. Andreas y Vreni Jung prestaron ayuda durante las innumerables visitas para consultar libros y manuscritos en la biblioteca de Jung, y Andreas Jung brindó información inestimable de los archivos de la familia de Jung.
Esta edición tuvo lugar a través de Nancy Furlotti, y Larry y Sandra Vigon que me contactaron con Jim Mairs de Norton, quien había sido responsable por la edición facsimilar de Dream de Larry Vigon, el Liber Novus actual. Con Jim Mairs el trabajo no podría haber encontrado un mejor editor. El diseño y el armado de la obra depararon numerosos desafíos que fueron elegantemente resueltos por Eric Baker, Larry Vigon y Amy Wu. Carol Rose revisó el texto elaborado en forma infatigable y siempre alerta. Austin O´Driscoll fue un asistente permanente. El volumen caligráfico fue escaneado por Hugh Milstein y John Supra de Digital Fusion. El cuidado y la precisión de su trabajo (mediante un sonar) se ajustaron y fueron equivalentes al cuidado y la precisión de la caligrafía de Jung, en una fusión notable entre lo antiguo y lo moderno. Dennis Savini facilitó su estudio fotográfico para el escaneado. En Mondadori Printing Nancy Freeman, Sergio Brunelli y sus colegas cuidaron de asegurar que la obra fuera impresa con los más altos estándares técnicamente posibles.
Desde el 2006 Mark Kyburz y John Peck se unieron a mí en la traducción, una colaboración que fue una instrucción privilegiada en el arte de la traducción. Nuestras conferencias telefónicas regulares brindaron la bienvenida oportunidad para discutir el texto a un nivel microscópico, y el humor trajo la liviandad tan necesitada frente a la constante inmersión en el espíritu de la profundidad. Sus contribuciones en los estadios posteriores del trabajo editorial fueron invalorables. John Peck recogió muchas alusiones significativas que estaban fuera de mi alcance.
Ximena Roelli de Angulo, Helene Hoerni Jung, Pierre Keller y el ya fallecido Leonhard Schlegel brindaron recuerdos cruciales de la atmósfera del círculo de Jung en los años veinte, y de las figuras envueltas en él. Leonhard Schlegel brindó un esclarecimiento crítico acerca del movimiento dadaísta y las colisiones entre el arte y la psicología en este período.
Erik Hornung brindó asesoramiento concerniente a referencias egiptológicas. Felix Walder asistió con un primer plano digital de la imagen 155, Ulrich Hoerni descifró sus inscripciones diminutas, y Guy Attewell reconoció la inscripción árabe. Ulrich Hoerni brindó referencias acerca de la Liturgia Mitraica (n. 1, p. 386). David Oswald señaló el Mutus Liber como un referente posible de Jung en la n. 310 (p. 335). Thomas Feitknecht llamó mi atención sobre los escritos de J. B. Lang y me asistió con ellos. Stephen Martin recuperó las cartas de Jung a J. B. Lang. Paul Bishop, Wendy Doniger y Rachel McDermott respondieron consultas.
Quisiera agradecer a Ernst Falzeder por la referencia en la n. 145, p. 214, por transcribir las cartas de Stockmayer a Jung y por corregir extensivamente la traducción de la introducción y las notas en la edición alemana.
Quisiera agradecer a la Fundación de las Obras de C. G. Jung y a la Paul and Peter Fritz Literary Agency por el permiso para citar desde los manuscritos y la correspondencia inéditos de Jung, y a Ximena Roelli de Angulo por el permiso para citar desde la correspondencia y los diarios de Cary Baynes.
La responsabilidad por la elaboración del texto, la introducción y el aparato recae en mí. Al igual que el asno en la página 238 (n. 27), me alegro de poder quitarme finalmente esta carga.
SONU SHAMDASANI
NOTA DE LOS EDITORES
He aprendido que, además del espíritu de este tiempo, aún está en obra otro espíritu, que domina la profundidad de todo lo presente. El espíritu de este tiempo sólo quiere oír acerca de la utilidad y el valor […] Pero no reparé en que el espíritu de la profundidad posee, desde antaño y en todo el futuro, más poder que el espíritu de este tiempo que cambia con las generaciones. El espíritu de la profundidad tomó mi entendimiento y todos mis conocimientos, y los puso al servicio de lo inexplicable y de lo contrario al sentido. Me robó el habla y la escritura para todo lo que no estuviera al servicio de la fusión mutua de sentido y contrasentido, que da por resultado el suprasentido.
CARL GUSTAV JUNG. El libro rojo, Liber Primus
A diez años de la publicación en alemán de El libro rojo –y a nueve de su publicación castellana– el mensaje que Carl Gustav Jung ha dejado impreso en esta obra insondable nos reclama hoy más acuciantemente. La realidad actual del mundo globalizado –el espíritu de este tiempo– se manifiesta en una fuerza centrífuga que escapa de su propio origen en la huida hacia delante, en una carrera demencial. El hecho de que este tremendo texto y sus imágenes hayan permanecido ocultos por tantos años, como una incubación que requiere un proceso, resulta actualmente muy significativo ante la presente urgencia espiritual. Tal como es significativo en alto grado que ahora este libro salga a la luz en circunstancias tan especiales. Pues ante la preponderancia del sinsentido en el horizonte civilizatorio contemporáneo, un número creciente de seres humanos está siendo convocado a la búsqueda de un significado más alto de la existencia, y a la aceptación de que esa exploración lleva necesariamente a la profundidad de nuestro ser. Pues mientras la actitud colectiva más difundida se despliega en una negación total de la esencia de la vida, al mismo tiempo cada vez se escucha más el poderoso grito del espíritu de la profundidad, para recordarnos que la condición humana sólo encuentra su sustento auténtico en la realidad de lo sagrado. Esta lucha tiene un carácter eterno y es parte misma de la vida pero necesita ser reformulada en cada época en los términos en que correspondan de la mejor manera a la sensibilidad de los seres contemporáneos.
De tal manera, no resulta inadecuado afirmar hoy que el enigmático Libro rojo de Carl Gustav Jung es sin duda la obra más reveladora publicada en el siglo XXI, en tanto constituye una expresión contemporánea del conocimiento visionario que trasciende la estrechez de miras del sentido común para abrirse al océano del Suprasentido, el único lugar en donde puede encontrarse la apertura al misterio de la vida.
El presente libro ha marcado a fuego el inicio del sello editorial El Hilo de Ariadna, que hoy cuenta con más de cincuenta títulos editados y que se ha mostrado siempre fiel al anhelo de hacer accesibles al gran público algunas perlas del tesoro simbólico de la humanidad creando una colección de textos tradicionales y comentarios de estudiosos contemporáneos, complementados con la edición de los testimonios actuales de la filosofía, la literatura, la psicología profunda, el misticismo y las prácticas espirituales. Con este emprendimiento se continúa la obra de tantos buscadores del siglo XX que lograron abrirse paso en un mundo dominado por creencias dogmáticas y convencionalismos mezquinos para lanzarse al peligro de lo desconocido. A estos buscadores está dedicado el proyecto editorial El Hilo de Ariadna, que delimita un campo en el que la emoción estética y la intuición se manifiestan como la fuente de la sabiduría, porque el conocimiento buscado no es el enciclopédico sino la necesaria autognosis, el conocimiento