El libro rojo. Карл Густав Юнг
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En su infancia, Jung experimentó un cierto numero de alucinaciones visuales. Parece haber tenido además la capacidad de evocar imágenes voluntariamente. En un seminario en 1935, recordó un retrato de su abuela materna que, cuando niño, observaba hasta que lograba ‘ver’ a su abuelo bajando las escaleras. (8)
Un día soleado, cuando tenía doce años, Jung estaba cruzando la Münsterplatz [Plaza de la Catedral] en Basilea, admirando el sol brillar en el techo de azulejos de la catedral recientemente restaurado. Sintió entonces que se avecinaba un pensamiento terrible, pecaminoso, y lo hizo a un lado. Permaneció en un estado de angustia por varios días. Finalmente, luego de convencerse a sí mismo de que era Dios quien quería que él tuviese este pensamiento, tal como había sido Dios quien había querido que Adán y Eva pecasen, se permitió contemplarlo, y vio a Dios en su trono arrojando un todopoderoso excremento sobre la catedral, que demolía el techo nuevo y la aplastaba. En conjunción con esto, Jung tuvo una sensación de beatitud y alivio tales como nunca antes había experimentado. Sintió que era una experiencia del “Dios viviente inmediato, que se alza omnipotente y libre por encima de la Biblia y la Iglesia”. (9) Se sintió sólo frente a Dios, y sintió además que su auténtica responsabilidad entonces comenzaba. Comprendió que aquello de lo que su padre carecía era precisamente una experiencia de esa clase, directa e inmediata, del Dios viviente, que se encuentra fuera de la Iglesia y la Biblia.
Este sentimiento de ser un elegido terminó en una desilusión definitiva con la Iglesia en ocasión de su Primera Comunión. Lo habían convencido que ésta sería una gran experiencia. En lugar de eso, nada. Concluyó: “Para mí no era religión, era la ausencia de Dios. La Iglesia era un lugar al cual yo no podía seguir yendo. Allí para mí no había vida, sino muerte”. (10)
Jung comenzó a leer vorazmente por esos años, y fue particularmente impactado por el Fausto de Goethe. Lo conmovió el hecho de que en Mefistófeles Goethe incorporara seriamente la figura del Diablo. De entre los filósofos lo impresionó Schopenhauer, que reconocía la existencia del Diablo y les daba voz a los sufrimientos y las miserias del mundo.
Jung tenía la sensación de estar viviendo en dos siglos, y experimentaba una fuerte nostalgia por el siglo XVIII. Este sentimiento de dualidad tomó la forma de dos personalidades alternativas, a las que él nombraba número 1 y número 2. Nº 1 era el escolar de Basilea que leía novelas, y nº 2 se dedicaba a reflexionar en soledad acerca de la religión, en un estado de comunión con la naturaleza y el cosmos. Él habitaba ‘el mundo de Dios’. Esta personalidad se sentía muy real. La personalidad nº 1 quería verse libre de la melancolía y el aislamiento propios de la personalildad nº 2. Cuando la personalidad nº 2 aparecía, se sentía como si un espíritu muerto hacía mucho pero perpetuamente presente hubiese entrado en la habitación. No tenía un carácter definible. Estaba conectado con la historia, particularmente con la Edad Media. Para nº 2, nº 1, con sus falencias e ineptitudes, era alguien a quien había que soportar. Esta interacción recorrió toda la vida de Jung. Tal como él lo veía, todos somos así –una parte de nosotros vive en el presente y la otra está conectada con los siglos–.
A medida que se acercaba el momento de elegir una carrera, el conflicto entre las dos personalidades se intensificó. Nº 1 quería dedicarse a la ciencia; nº 2, a las humanidades. Jung tuvo entonces dos sueños críticos. En el primero, estaba caminando por un bosque oscuro a orillas del Rin. Llegó a un túmulo y comenzó a excavar, hasta que descubrió los restos de unos animales prehistóricos. Este sueño despertó su deseo de aprender más acerca de la naturaleza. En el segundo sueño, estaba en un bosque y había distintos cursos de agua. Encontró un estanque circular rodeado de una densa maleza. En el estanque, divisó una hermosa criatura, una enorme radiolaria. Luego de estos sueños, se decidió por la ciencia. Para resolver la cuestión de cómo ganarse la vida, decidió estudiar Medicina. Tuvo entonces otro sueño. Se encontraba en un lugar desconocido, rodeado de niebla, y avanzaba lentamente contra el viento. Estaba protegiendo una pequeña luz para evitar que se apagara. Vio una enorme figura negra amenazadoramente cercana. Se despertó y comprendió que la figura era la sombra producida por la luz. Llegó a la conclusión de que, en el sueño, nº 1 era él mismo portando la luz, y nº 2 lo seguía como una sombra. Tomó esto como una señal de que debía continuar con nº 1, en lugar de mirar atrás hacia el mundo de nº 2.
En sus días universitarios, la interacción entre estas personalidades continuó. Jung se dedicó, además de sus estudios de medicina, a un intensivo programa de lecturas extracurriculares, en particular de las obras de Nietzsche, Schopenhauer, Swedenborg (11) y escritos sobre espiritismo. Así habló Zaratustra de Nietzsche le causó una gran impresión. Sentía que su propia personalidad nº 2 se correspondía con Zaratustra, y temía que ella fuese similarmente mórbida. (12) Participó en una sociedad estudiantil de debate, la sociedad Zofingia, y presentó conferencias sobre estos temas. Le interesaba particularmente el espiritismo, ya que los espiritistas parecían estar intentando utilizar medios científicos para explorar lo sobrenatural y para probar la inmortalidad del alma.
La segunda mitad del siglo XIX fue testigo del surgimiento del espiritismo moderno, que se extendió a lo largo de Europa y América. Gracias al espiritismo, se generalizó la inducción de estados de trance –con fenómenos concomitantes como el discurso en trance, la glosolalia, la escritura automática y la cristalomancia–. El fenómeno de espiritismo llamó la atención de científicos de renombre, tales como Crookes, Zollner y Wallace. También interesó a diversos psicólogos, incluyendo a Freud, Ferenczi, Bleuler, James, Myers, Janet, Bergson, Stanley Hall, Schrenck-Notzing, Moll, Dessoir, Richet y Flournoy.
Durante el tiempo en que cursó estudios universitarios en Basilea, Jung tomó parte en sesiones de espiritismo junto con algunos compañeros de estudio. En 1896, tuvieron una larga serie de encuentros con Helene Preiswerk, prima de Jung, que parecía tener condiciones de médium. Jung advirtió que durante los trances ella podía asumir diferentes personalidades, y que él podía a su vez convocar esas personalidades por vía de la sugestión. Cuando aparecieron parientes muertos, ella se metamorfoseó completamente en esas figuras. Reveló historias de sus encarnaciones previas y articuló una cosmología mística, representada en un mándala. (13) Sus revelaciones espiritistas continuaron hasta que fue sorprendida intentando falsificar apariciones físicas y las sesiones fueron suspendidas.
Al leer en 1899 Lehrbuch der Psychiatrie [Manual de Psiquiatría] de Richard von Krafft-Ebing, Jung comprendió que su vocación se hallaba en la psiquatría, que representaba una fusión de los intereses de sus dos personalidades. Tuvo algo así como una conversión a un marco científico natural. Luego de haber terminado sus estudios de Medicina, tomó un puesto como médico asistente en el hospital de Burghölzli a fines de 1900. Burghölzli fue un hospital universitario progresista dirigido por Eugen Bleuler. A fines del siglo XIX numerosas figuras intentaron fundar una nueva psicología científica. Se sostenía que, de transformar la psicología en una ciencia mediante la introducción de métodos científicos, todas las variedades previas del entendimiento humano se verían revolucionadas. La nueva psicología fue anunciada como una promesa de nada menos que la concreción de la Revolución científica. Gracias a Bleuler y a su predecesor Auguste Forel, la investigación psicológica y la hipnosis jugaron roles prominentes en el hospital de Burghölzli.
La tesis universitaria de Jung se enfocó en la psicogénesis de los fenómenos espiritistas, y cobró la forma de un análisis de sus sesiones con Helene Preiswerk. (14) Mientras que su interés inicial